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Nuevos aires

Las reuniones de alto nivel y el respaldo de Colombia para que Venezuela ingrese al Atpa están mejorando las relaciones entre los dos países sustancialmente.

11 de junio de 2001

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, tenía pensado regresar a su país, luego de su visita oficial a Colombia, el sábado 5 de mayo en horas de la tarde. Sin embargo una poderosa razón lo obligó a atrasar su vuelo hasta altas horas de la noche. Se trató de una reunión privada con varios familiares de los soldados y los policías secuestrados por la guerrilla desde hace varios años. Chávez atendió a cada uno de ellos y se comprometió a mediar personalmente por su liberación. “Esa experiencia lo conmovió hasta las lágrimas”, dijo uno de los asistentes a la reunión.

Pero más allá de las anécdotas de la visita de Chávez el episodio sirvió para mostrar de cuerpo entero el giro que han dado las relaciones entre los dos países en los últimos 40 días. De hecho, el presidente venezolano llegó acompañado de 20 empresarios, quienes mostraron su interés no sólo de comprar productos colombianos sino de invertir en el país. Uno de los acuerdos a los que llegaron ambos gobiernos en esa reunión fue el de crear un fondo de bienestar social para las poblaciones fronterizas, que inicialmente contará con recursos por 100 millones de dólares.

Curiosamente estos nuevos aires entre Colombia y Venezuela han pasado inadvertidos, quizá porque la opinión pública estaba acostumbrada a los roces verbales y a las declaraciones altisonantes por parte de funcionarios de ambos gobiernos.

Y es que después de la crisis desatada por la captura en Caracas del guerrillero del ELN José María Ballestas y toda la novela que siguió con su presunta deportación a Colombia se pensaba que las relaciones de Chávez con Pastrana estaban a punto de llegar a su estado más crítico. Pero no fue así. Gracias a los consejos de amigos comunes en ambos países tanto Chávez como Pastrana acordaron resolver sus asuntos cara a cara y sin intermediarios que pudieran distorsionar los mensajes, sobre todo los relacionados con el proceso de paz y los asuntos fronterizos.

La primera reunión se llevó a cabo a finales de marzo en Ciudad Guayana, estado de Bolívar, al sur de Venezuela, en pleno corazón del Parque Canaima. Allí Chávez y Pastrana se dedicaron durante dos días a diseñar nuevas políticas de desarrollo fronterizo. “El ambiente contribuyó mucho a la distensión. Era necesario que los dos hablaran lejos de las cámaras”, dijo a SEMANA un vocero de la embajada de Venezuela en Bogotá.

Luego de la reunión de los presidentes vino el encuentro de los altos mandos militares en Caracas a comienzos de abril. A él asistieron el comandante de las Fuerzas Militares, general Fernando Tapias, y su homólogo de Venezuela, general Luis Amaya Chacón, quienes reactivaron una vez más la llamada Comisión Militar Binacional Fronteriza (Combifron), que se encontraba estancada desde hacía varios meses por cuenta de los múltiples incidentes de los últimos meses. La reunión sirvió para llegar a acuerdos conjuntos en la lucha antidrogas.



El mejor aliado

Pero todavía faltaba el capítulo más importante de la historia. Ocurrió el 18 de abril en Cartagena durante el encuentro de presidentes andinos en Cartagena. Allí Chávez se sacó el premio gordo al lograr que los cuatro países del área andina acordaran incluir a Venezuela en el Acuerdo de Preferencias Arancelarias (Atpa), cuya renovación y extensión está ahora en manos del Congreso de Estados Unidos. Dicho acuerdo, firmado en 1991, había dejado por fuera a Venezuela con el argumento de que se trataba de un país que no se veía afectado por el consumo de drogas en Estados Unidos.

La conclusión de Cartagena fue la de que si bien es cierto que Venezuela no produce ni exporta narcóticos, el hecho de ser vecina de Colombia podría llevarla —como en efecto parece que está sucediendo— a ser país tránsito del comercio de drogas ilegales y posible centro de operaciones de futuros carteles.

Colombia ha sido la gran aliada que ha tenido Venezuela en su deseo de ingresar al Atpa. En verdad la declaración empresarial colombo-venezolana, firmada por Chávez y Pastrana en Bogotá el 5 de mayo pasado, sostiene que “la inclusión de Venezuela en el Atpa es un tema importante para los dos países y cuenta con el apoyo del sector privado colombiano”.

No hay dudas, pues, de que las relaciones colombo-venezolanas empiezan a oxigenarse. En palabras de la ministra de Comercio Exterior, Marta Lucía Ramírez, quien ha sido una de las abanderadas de la inclusión del vecino país en el Atpa, “la idea es que Colombia y Venezuela tomen la delantera en el proceso de integración andina con los beneficios que ello implica para los sectores privados de los dos países”. Y no le falta razón ya que se trata de un mercado común que beneficia a millones de personas y que mueve en importaciones y exportaciones de un país a otro cerca de 2.500 millones de dólares al año, cifra que en este período puede alcanzar 3.000 millones de dólares.