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OSUNA 40 AÑOS

Durante cuatro décadas Héctor Osuna, el mejor caricaturista del país, ha sido fiscalizador <BR>de 11 presidentes y la conciencia crítica de la vida nacional.

19 de abril de 1999

Durante 40 años los presidentes colombianos, asediados desde el primer 7 de agosto
de su cuatrienio por la lagartería y la alabanza permanentes, han recordado que son mortales
comunes y corrientes al verse en las caricaturas del maestro Héctor Osuna. Todos ellos le deben a
Osuna ese favor, que no es poca cosa. Si no fuera porel maestro los mandatarios ascenderían al cielo,
de puro orgullo y vanidad, como Remedios, la bella. De ese destino terrible los ha salvado él, una y
otra vez, amarrándolos al piso: Osuna señala sin clemencia sus debilidades y equivocaciones,
los rasgos de carácter que los colombianos quieren olvidar al depositar en ellos sus esperanzas, y
resume en un solo trazo el carácter de todo un gobierno. Es así como, entre otros muchos, una monja
recuerda el cuatrienio de Betancur, un caballo el de Turbay, una perra dálmata el mandato claro, un
elefante el anterior gobierno. Hoy Osuna es el más grande de los caricaturistas colombianos. Pero más
que eso, es la conciencia crítica más lúcida de la vida nacional. En un país en el que la búsqueda de
compromiso es con frecuencia el instrumento para resolver las dificultades, Osuna se niega a transar
y aplica la máxima del Tao, según la cual quien no pierde su eje, resiste. Mientras en la actividad
política unos y otros cruzan las fronteras de los partidos y desdibujan las líneas de lo ideológico,
Osuna permanece en el mismo lugar en el que estaba en 1959. Cada vez que alguien pretende creer,
desde lo más alto del poder público, que lo que hace es nuevo y único en el mundo, Osuna trae hasta
el presente lo que todos habían olvidado, retazos de la ignorada historia republicana. A diferencia de
quienes temen a los poderosos, Osuna los captura en su pincel y los expone: si son mezquinos,
Osuna los ve y los muestra mezquinos; si grandes, así aparecen; si corruptos, nada los salva de la
guillotina del maestro. A Osuna lo han temido por igual los presidentes y los generales; los banqueros
y los ministros del despacho; los arzobispos y los embajadores de las grandes potencias extranjeras;
los grandes industriales y los dueños de los medios de comunicación. Ni uno solo de ellos diría en
público la vergüenza que siente, a veces, al verse capturado por Osuna in fraganti. Ninguno de ellos
osaría enfrentarse abiertamente a Osuna.
Los rasgos y los rasguños
Así ha sido desde el 6 de marzo de 1959, cuando un joven tímido llegó a la sala de redacción del
periódico El Siglo con una carpeta debajo del brazo y preguntó por Alvaro Gómez. Le indicaron la
oficina en donde se hallaba Gómez en compañía de Juan Pablo Uribe y Guillermo Gómez Moncayo.
Se dirigió allí, saludó y se presentó como caricaturista. Abrió la carpeta y mostró varios bocetos a
lápiz de sus dibujos y uno _sólo uno_ hecho en tinta china que hacía alusión al hecho político del
día.Alvaro Gómez y sus compañeros los observaron con atención. Después de un corto diálogo le
pidieron que dejara la caricatura terminada y que volviera después. Cuál no sería la sorpresa del joven
tímido al ver publicada su caricatura en la página editorial del día siguiente. La acompañaban las
iniciales HO. Esa fue la primera de más de las 10.000 caricaturas políticas que ha publicado el
maestro Héctor Osuna durante 40 años y el inicio de su brillante carrera profesional.Poco tiempo
después Osuna, declarado ya caricaturista y conservador, ingresó a las filas del diario El Espectador.
Durante 38 años estuvo vinculado al diario de los Cano y desde su sección 'Rasgos y rasguños' libró
algunas de sus mejores batallas, discrepando a veces de la línea editorial del periódico. En el prólogo
al primer libro de caricaturas de Osuna, decía Gabriel García Márquez: "Es la historia vista de
espaldas, con las miserias cotidianas de sus costuras, como nos ha sido servida semana tras
semana durante más de 20 años con el desayuno dominical, y con un sabor tan propio y un
condimento tan variado que ya empezamos a preguntarnos cómo serían mis domingos si no existiera
Osuna". Además de su facilidad para el dibujo y su poderoso instinto para capturar las fisonomías,
dotes esenciales para el arte de la caricatura, Osuna posee una acendrada vocación política, una
vasta cultura humanística y una desconcertante disciplina personal. Las anteriores características,
sumadas, le dan esa insólita capacidad de análisis _a la vez juguetona y profunda_ que lo ha convertido
en el mejor caricaturista político de todas las épocas en Colombia. Contra lo que pudiera pensarse, el
maestro Osuna no es un caricaturista del momento, no es un simple registrador estático de las
personas y los acontecimientos que han hecho nuestra historia. No. Existe en él _en sus
caricaturas_ un elemento de movimiento difícil de definir que lo muestra más como director que como
simple fotógrafo de la película en la cual estamos inmersos. Aunque individualmente consideradas son
muy buenas, hay en ellas algo de fotograma que indica continuidad. Es decir, no están solas, no
llegan solas, siempre hubo una antes y habrá una después. Esa es la ventaja que el maestro Osuna
tiene sobre los demás caricaturistas
En noviembre de 1997, cuando El Espectador fue vendido por la familia Cano al Grupo Santo
Domingo, el maestro Osuna se retiró del periódico. Y se vinculó a la revista SEMANA en el mes de
enero de 1998.Ningún caricaturista colombiano ha mantenido su vigencia por tantos años. Durante
su larga carrera profesional al maestro Osuna le ha correspondido vérselas con 11 presidentes de la
República y, fiel a su esencia de caricaturista, nunca ha sido gobiernista, así haya tenido simpatías
por algunos de ellos.El imperial Alberto Lleras Camargo y su luna de miel con el país gracias al
triunfo del frente civil que derrocó la dictadura militar; el hidalgo Guillermo León Valencia y sus afanes
de cazador por pacificar la Nación; el autoritario Carlos Lleras Restrepo y sus arrestos de
transformador con reforma constitucional incluida; el soberbio Misael Pastrana Borrero y su frente
social para desinflar la prepotencia del populismo anapista. En resumen, los cuatro gobiernos del
Frente Nacional y sus presidentes fueron blanco permanente de su pluma y permitieron que ese
joven tímido de 1959 se fuera cuajando como caricaturista. De alguna manera estos cuatro
presidentes le sirvieron al maestro Osuna de sparrings y, a medida que cambiaban, la contundencia
del caricaturista se hacía mayor. Por eso, cuando en 1974 asumió la presidencia Alfonso López
Michelsen, se encontró a un caricaturista hecho y derecho, en plena madurez. Sus caricaturas durante
el 'mandato claro' fueron de antología. Sus dibujos del Presidente y la perrita Lara le dieron al maestro
Osuna proyección nacional.
De los caballos al elefante
A Julio César Turbay Ayala no le fue mejor. Durante su campaña aparecía con las espaldas enormes,
vestido con un saco cruzado a rayas, corbatín, zapatos negros y sombrero. Su estado policivo,
representado en el 'estatuto de seguridad', dio nacimiento a los famosos caballos que marcaron a ese
gobierno y a los sucesos de violencia estatal en el interior de las caballerizas de la XIII Brigada en
Usaquén. En 1982 asciende a la presidencia Belisario Betancur. Los choques contra Jaime Michelsen
y la arrogancia del Aguila, combate en el que El Espectador demostró una enorme valentía, los fallidos
esfuerzos de paz con la guerrilla, las tensiones en el interior del gobierno con los militares y
los arranques populistas de Belisario _el sí se puede_ , terminaron resumidos todos en una imagen:
Sor Palacio, la monja del cuadro pintado por Fernando Botero y obsequiado a la Presidencia. El horror
de Sor Palacio ante los primeros zarpazos del narcoterrorismo, la desaparición de Armero y el
holocausto del Palacio de Justicia resumían el horror de todos los colombianos.Antes de ganar la
Presidencia, en 1986, Virgilio Barco había sido blanco de una fuerte oposición de las caricaturas de
Osuna, que sirvieron como abrebocas a lo que fue el gobierno del "dale rojo, dale". Barco fue también
blanco permanente del humor de Osuna y en las caricaturas dominicales aparecía con frecuencia
como un ausente mandatario, seguido siempre de cerca por don Germán Montoya. En 1990, después
de una sangrienta campaña presidencial, asume la presidencia César Gaviria. Osuna caracterizó al
gobierno del 'revolcón' con sus caricaturas de Simón y María Paz, el llamado 'kínder' de Palacio, la
Asamblea Nacional Constituyente, la guerra contra los carteles, la búsqueda del sometimiento de los
narcos a la justicia y el fracaso de La Catedral. Ninguno de sus ministros estrella _Rudolf Hommes,
Rafael Pardo, Noemí Sanín, Juan Manuel Santos_ escapó a su mirada severa. Por su parte el
presidente Samper no tuvo un día de respiro. Osuna fue de lejos la más dura oposición a un presidente
que llegaba al Palacio de Nariño bajo la acusación de haber financiado su campaña con dineros del
narcotráfico. La caricatura que Osuna hiciera en su momento del elefante, al que hizo referencia
monseñor Pedro Rubiano, es hoy una síntesis única del gobierno pasado.

El regreso de la monja
En agosto de 1998 _en medio de una gran expectativa_ se posesionó Andrés Pastrana,
enarbolando la bandera del cambio. Y al contrario de 'Tirofijo' _que no le cumplió la cita al recién
inaugurado gobernante_, la famosa Sor Palacio, de la mano de la pequeña Valentina, volvió al lado del
Presidente. En estos siete meses, como en los tiempos de Belisario, ha vuelto por sus fueros,
convertida en la conciencia del gobierno. Como acertadamente lo expresara en su momento Alvaro
Gómez, el maestro Héctor Osuna, sin quererlo, en 40 años de ejercicio ininterrumpido como
caricaturista político, "se ha convertido en uno de los valores actuantes de nuestra democracia".
Y más allá de eso, como lo dijera Gabo en un prólogo a un libro de Osuna en 1983 "su negocio
parece ser la salvación de las almas. Y su única posición legítima, en consecuencia, añadía el Nobel,
sólo puede ser la de los cristianos primitivos, que en el circo romano se dejaban comer por los
leones cantando plegarias de amor porque estaban tan convencidos como Osuna de que en la lógica
de Dios eran ellos quienes se estaban comiendo a los leones".Menos mal, para la historia nacional, en
el caso de Osuna esa figura relatada por Gabo _los cristianos dando buena cuenta de los leones_
resulta casi siempre acertada. Los leones, que en este país suelen hacer siempre de las suyas, le
tienen pavor a la pluma del maestro Osuna.
Qué piensan de Osuna
Hernando Santos
Director de El Tiempo
Me gusta más como dibujante que como caricaturista, sin embargo reúne tres características
básicas para un buen caricaturista, es malévolo, inteligente y logra causar un gran impacto.Hace unos
años Osuna me tenía en cuenta en cada ocho de sus 10 caricaturas, pero ahora me tiene olvidado y
eso me entristece. Creo que Osuna está pasando por una etapa de demasiada tranquilidad, me
gustaba más antes.
Antonio Caballero
Columnista de SEMANA
Lo primero es la sorpresa: ¿40 años ya? Y la melancolía elegíaca: cómo se pasa la vida, etc. Luego, la
admiración: 40 años botando talento como quien bota la plata. Y digo botándolo porque la caricatura
política es un arte efímero, cuya materia prima es algo tan deleznable y rápidamente olvidable
como es la actualidad política. Con lo cual a la admiración vuelve a sumarse la melancolía: 40 años de
talento tirados al caño _el caño mal oliente de infamia de la política colombiana_. Pero no es culpa de
Osuna que le haya tocado vivir tiempos infames (como a todo el mundo, señala Borges). Y en cambio
los dardos de su humor se han esforzado por construir, trazo a trazo, un dique ético contra la
infamia. Y si no han conseguido represarla _nadie ha podido_ al menos nos han ayudado a todos,
durante 40 años ya, a soportarla. El arte efímero de Osuna ha resultado en fin de cuentas más sólido y
duradero que ella.
Darío ArizmendiPeriodista
Osuna se ha convertido en una piedra en el zapato para los gobernantes de este país; él ejerce una
labor de fiscal público con una dosis de humor frente al gobierno, su importancia es relevante en el
mundo de la caricatura en Colombia.Unas pocas veces he sido protagonista de sus caricaturas pero
me he sentido realmente honrado ya que estoy asumiendo una importancia que creo no merezco.
Roberto Posada
Columnista de El Tiempo
Creo que es el mejor caricaturista del siglo en Colombia. Mantener sin caídas su visión gráfica frente a
los protagonistas de los gobiernos es garantía de su capacidad humorística y, sobre todo, de gran
fisonomista.Es un agradable conversador que conoce y le gusta la política menuda. Como
columnista se ha vuelto un tris intolerante. No comparto sus posiciones ni su pastranismo (escrito)
de hoy.Juan GossaínDirector de noticias de RCNOsuna es el mejor periodista que tiene Colombia, y
el mejor caricaturista de toda nuestra historia. El único que se le puede comparar es el gran Ricardo
Rendón y su heredero auténtico es Vladdo. Lo que Osuna hace no es sólo obra de humor sino de
arte. Alguien dijo que Osuna es a la caricatura lo que Diego Velásquez a la pintura. Hasta las
propias 'víctimas' de Osuna se sienten honradas con sus mandobles, que es como si el pájaro elogiara
la calidad de la pólvora con que le disparan.
Enrique Santos
Subdirector de El Tiempo
Pienso que Osuna es, simple y llanamente, el mejor caricaturista que ha producido Colombia en los
últimos 40 años. Por el preciosismo del dibujo y el trazo, la mordaz sutileza, la enorme información
política que subyace a cada una de sus caricaturas y por esa capacidad para el fino, irreverente y
'cruel' detalle que sintetiza y desinfla a los personajes. Debo decir que añoro al Osuna en blanco y
negro del periódico diario. El color y el cómodo ritmo semanal no es lo que más le conviene. Me
fascinaría que su columna en SEMANA (solemne, no nos digamos mentiras) fuera también dibujada y
no escrita. En blanco y negro. Como persona, me seduce de Héctor Osuna su peligrosa timidez
jesuítica, tras la cual se ocultan una inteligencia superior y un pecaminoso sentido del humor.
Rodrigo Pardo
Director de El Espectador
Ha sido el mejor exponente de su género, el columnista hecho caricatura. Sus caricaturas parecen
columnas (por el contenido, nivel conceptual, profundidad y referencias históricas). Proviniendo de una
ideología conservadora, me identifico con él en el respeto a la soberanía y a los derechos humanos. .
Por razones obvias , no coincido con sus apreciaciones sobre El Espectador actual. Osuna y los
presidentes
Andrés Pastrana
Yo diría que pocas personas en Colombia tienen la propiedad de ver siempre la realidad nacional con
tanto sentido de 'crítica común' que en su caso no es otra cosa que pintar justamente lo que todos
estamos viendo y quisiéramos expresar. Así lo demostró Osuna durante muchos años el domingo en
El Espectador de don Guillermo y lo ha continuado en SEMANA. Para mí, Osuna es además de un
buen caricaturista, un periodista que cree como yo en una prensa libre e independiente inspirada
solamente en el bien del país.
Julio César Turbay
Admiro sus calidades de gran caricaturista, es original e incisivo. Personalmente pienso que es
un gran profesional con su pluma humorística, con la que diseña los momentos políticos de mayor
interés dentro del concierto nacional. Alfonso López M. Le he hecho un reconocimiento a su
capacidad crítica en caricaturas que se distinguen por su buen trazo y sus magníficas leyendas. Al
igual que Rendón, es un crítico implacable. Las caricaturas en las que yo he aparecido me han
divertido mucho; sobre todo con la perrita Lara, pues inclusive sin aparecer yo ya se sabía a quién
se refería. Nunca me he sentido lesionado por sus caricaturas, los políticos desarrollamos piel de
caimán.Carlos Lemos SimmondsEl temor a Osuna ha hecho que mucha gente que intentaba portarse
mal se porte bien. Es un hombre sumamente inteligente y muy leal a sus ideas. Aun quienes
hemos sido sus víctimas le reconocemos su honestidad y su integridad. Ernesto SamperOsuna es
el mejor caricaturista conservador, laureanista y confesional de los últimos 17 años. Me divierten
todas sus caricaturas, inclusive las que son contra mí; pero me divierte mucho más las que son
contra mis enemigos, es decir, me divierto mucho menos de lo que quisiera.