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¿Otro Hubiz Hazbum?

Un juez condenó a Gustavo Sastoque, archivero de la Fiscalía, a 41 años de prisión por el asesinato de Hernando Pizarro. Nuevos testimonios hacen surgir dudas.

28 de agosto de 2000

Gustavo Sastoque lleva cinco años y cuatro meses en la cárcel acusado de haber asesinado a Hernando Pizarro Leongómez el 26 de febrero de 1995 a las 7:15 de la noche. Un juez sin rostro lo sentenció a 41 años en 1997 y, un año después, el Tribunal de Orden Público le rebajó seis meses. A Sastoque le quedan 35 años tras las rejas.

Las instancias judiciales lo han señalado como quien disparó contra Pizarro —hermano del dirigente del M-19 Carlos Pizarro—. No obstante Sastoque, ex funcionario de archivo y correspondencia de la sede de Paloquemao del Cuerpo Técnico de la Fiscalía, insiste en su inocencia. Su proceso está en manos de un magistrado de la Corte Suprema, quien tendrá la última palabra. Pero además, paralelamente con este caso, corre otro originado por una denuncia por falso testimonio presentada por Sastoque contra los testigos que lo acusaron. Y este proceso quizá le dé la razón.

La testigo principal de la investigación por falso testimonio trabajó para el Ejército por más de 15 años. Ella, quien declara con su nombre y cédula, dice que sabe quiénes son los verdaderos autores del crimen (ver recuadro).

En otro caso, el del asesinato de Alvaro Gómez, el principal testigo, Emilio I, también cuestionó la participación de Sastoque en el homicidio de Pizarro. Dijo que se enteró de que personas que trabajaban en el Ejército lo habían asesinado. “Se reían de que habían usado a (un) miembro de la Fiscalía para hacerlo aparecer como el asesino”.

En el proceso contra Sastoque José Fedor Rey, alias ‘Javier Delgado’, detenido en Itagüí por la masacre de Tacueyó, (la ejecución en 1986 de 144 guerrilleros del frente Ricardo Franco por ser ‘infiltrados’), por la que también estaba investigado Hernando Pizarro, aseguró que lo mataron personas vinculadas al Ejército. “ porque tenía información sobre cantidades de misiones vinculadas a la guerra sucia de inteligencia militar”.



Los cargos

La acusación contra Sastoque se basó en la testigo Olga Ester Guevara, una funcionaria del Fondo Rotatorio del Ejército. Según ella, Sastoque fue quien disparó. “Los hombres decían que era un operativo de la Fiscalía. El gritaba que era Hernando Pizarro y que lo iban a matar. Los del campero le gritaban que se subiera a las buenas o a las malas. Entonces uno sacó una pistola y le disparó”. Dijo que pudo ver todo por su ventana. Agregó que volvió a ver al autor de los tiros al otro día, a las 6:45 de la mañana, con el grupo de fotógrafos de la Fiscalía. Otro testigo sin rostro, que reforzó el testimonio de Guevara, dijo que estaba vendiendo perros calientes en una esquina. Y dos policías certificaron que en el lugar vieron a Sastoque recogiendo pruebas con el fotógrafo del Cuerpo Técnico. Estos testimonios hicieron que fiscales y jueces señalaran a Sastoque como autor del crimen. Según ellos, lo hizo “por las creencias y opiniones políticas de Hernando Pizarro”.



Los descargos

Otra cosa muy distinta dijeron parientes, amigos y vecinos de Gustavo Sastoque. Más de 20 testimonios aseguraron que ese domingo 26 de febrero él estuvo en su casa del barrio 20 de Julio, que salió hacia las 5:30 de la tarde a comprar unos zapatos al barrio Restrepo, que a las 7 de la noche estuvo hablando con un conocido que tenía un negocio con la familia y que a las 8 fue a la tienda a comprar champú y una máquina de afeitar. Compró los zapatos con su tarjeta Diners, comprobante que está dentro del expediente. Unos vecinos afirmaron que lo vieron tomando un bus a las 6:30 de la mañana, al otro día del asesinato, y no recogiendo pruebas como aseguró Guevara. Y en las planillas de la Fiscalía de Paloquemao consta que Sastoque entró a las 8 de la mañana. Además los funcionarios de criminalística que estuvieron en el levantamiento del cadáver descartaron su presencia en el lugar.

Los jueces, sin embargo, dijeron que la compra de los zapatos fue en horas de la tarde y que perfectamente tuvo tiempo de cometer el homicidio. Y desecharon los otros testimonios como coartadas. Lo que no se entiende, dice Sastoque, es por qué si, según los jueces, todos sus vecinos y amigos mintieron, no ordenaron una investigación contra ellos por complicidad, perjurio y encubrimiento.

Con respecto al vendedor de perros se comprobó luego que éste se había identificado con la cédula de una persona fallecida en 1989. La Fiscalía argumentó que se trató de un error mecanográfico. Además los vecinos no recuerdan un puesto de perros calientes en el sector. En relación con los policías que dijeron haber estado allá prestando guardia se presentaron incoherencias. “Describieron a personas muy distintas y vestidas de manera diferente y, sin embargo, me señalaron en el reconocimiento en filas”, sostuvo Sastoque.

Según éste, el retrato hablado del asesino de Pizarro es sospechosamente igual a él. “Como si me hubieran calcado”, dijo. La testigo había hecho esa descripción ante la Brigada 13 del Ejército. De ahí el retrato salió como prueba para el proceso ante la Fiscalía sin un informe que lo sustentara, algo muy inusual.

Ante la Fiscalía la testigo Guevara había hecho un recuento detallado de los minutos cuando le disparaban a Pizarro. Incluso habló del color de los ojos del asesino. Dijo que a pesar de ser de noche tenía buena visibilidad. Pero otra cosa aseguró a la Procuraduría el fiscal que hizo el levantamiento, Custodio Mora: “Debimos iluminar el sitio con las luces del carro del laboratorio”.

En la casa de donde sacaron a Pizarro para asesinarlo vivía Carlos Celis, un guerrillero reinsertado como Pizarro. Según su esposa, Sandra Patricia Velasco, ‘Alejandro’, el alias de Pizarro, había llegado a las 6 de la tarde para una cita con su marido. Una hora después hombres armados preguntaron por Celis, una plata y unas armas. Aseguró que entraron a la fuerza, golpearon a Pizarro, insistieron en la plata y se lo llevaron esposado. Minutos más tarde lo vio en el piso con los tiros en la cabeza.

Sastoque se pregunta si lo que querían los asesinos era plata, por qué los fiscales y jueces dijeron que lo mataron por su ideología. Ninguna autoridad ha revelado autores intelectuales u organizaciones políticas tras el homicidio. Es más, según los abogados de Sastoque, los móviles políticos también quedan en duda ante el hecho de que los asesinos hubieran golpeado, interrogado y sacado a Pizarro y no lo hubieran matado al instante.

Otro indicio contra el móvil político tiene que ver con las actividades de Pizarro. Según la Fiscalía, el ex guerrillero trabajaba para el Ejército. Incluso se encontró una cédula con su foto a nombre de Gustavo Adolfo Arroyabe, igual al de la chapa con la que se identificaba. Lo extraño es que si tenía vínculos laborales con el Ejército, lo mataran por sus relaciones con la izquierda. Por otro lado, en la investigación no se habló de vínculos de Sastoque con grupos políticos. Ni de que tenía antecedentes. Varios testimonios, incluyendo los de sus jefes en la Fiscalía, lo describieron como una persona responsable. Tanto que fue exaltado en 1993 entre los mejores funcionarios del CTI. No tenía arma de dotación y nunca asistió a los polígonos de la institución. Sastoque denuncia algo más insólito. Sandra Velasco se presentó a la Fiscalía al otro día del asesinato para hacer un retrato hablado del responsable. “Yo mismo la atendí y si yo era el asesino por qué no me señaló”. El retrato que esta testigo hizo es muy distinto al de Guevara.

Mientras los fiscales averiguan si quienes señalaron a Sastoque dijeron la verdad, un magistrado de la Corte Suprema debe decidir si hubo proceso debido contra él y si queda en pie la condena a 41 años. La nueva evidencia sugiere al menos que Sastoque merece que le revisen su caso y le garanticen que no se trata de otro Hubiz Hazbum, el hombre que estuvo preso injustamente por el crimen de Luis Carlos Galán.