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| Foto: Juan Carlos Sierra

OPINIÓN

Colombia se volvió ‘franciscana’

La visita de Francisco ha conmovido al país. Su presencia ha sido un respaldo “caído del cielo” a la paz y a la reconciliación, pero también un mensaje contra vanidad y el autoritarismo.

Julio Londoño Paredes
9 de septiembre de 2017

Las cadenas de televisión, los periódicos, las emisoras y en general todo el país han seguido la visita del papa que sin duda ha conmovido a Colombia. Millones de personas pugnaron ansiosamente por verlo, saludarlo y en lo posible por tocarlo. Los comentaristas laicos y religiosos proliferaron, dando sus interpretaciones sobre cada palabra, cada frase y cada actitud del sumo pontífice. 

Nunca en Colombia se había experimentado algo parecido. Ni con las visitas de los antecesores de Francisco, ni con las de Kennedy y el general De Gaulle y mucho menos con actos y manifestaciones políticas, cuidosamente organizadas, incluso con la velada amenaza de despido a los empleados que no asistan o con el halago de la compensación de un día de asueto, de una prima o de algo parecido al consabido tamal tan utilizado en las campañas políticas de antaño.

Todos coinciden en que su presencia ha sido un respaldo “caído del cielo” a la paz y a la reconciliación, así como un llamado para la atención a los pobres y desvalidos. Pero además del mensaje central del sumo pontífice, se infieren otros de gran importancia. Una descalificación a la vanidad y a la suficiencia en un país en el que algunos se consideran como los únicos portadores de “la verdad revelada” y creen que pueden manipularla en beneficio de sus propios intereses.

También los mensajes papales contienen una tácita censura a los que no dudan en tergiversar deliberadamente hechos, en ocultar las realidades o sus errores y omisiones, adjudicando además sus responsabilidades a otros, que muchas veces fueron sus propios colaboradores. Igualmente, encierran una evidente descalificación a los que, por una u otra razón, creen que tienen derechos especiales sobre los demás.

También Francisco deja el mensaje fundamental de que “ser pillo no paga”, en contra de lo que parecía haberse extendido en el país después de los hechos de los que ha sido testigo en las últimas semanas. Además, que el tráfico y el consumo de drogas es un crimen como cualquier otro y que afecta gravemente a la sociedad.

Seguramente muchos colombianos, independientemente de sus creencias, sentirán un gran vacío con el regreso del papa a Roma y extrañarán su liderazgo.

(*) Profesor de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.