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El canciller de Francia, Phillipe Douste-Blazy, se reunió con las madres de soldados secuestrados por las Farc. El ministro francés dedicó toda su visita al intercambio humanitario y dejó en un segundo plano, otros temas clave de la agenda diplomática de Colombia y Francia.

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Pescadores de ilusiones

Aunque el gobierno le está diciendo 'sí' a todo lo que le proponen en materia de intercambio humanitario, es poco probable que haya avances durante la campaña.

2 de febrero de 2006

Desde que Belisario Betancur se hizo elegir con el 'Sí se puede', en 1982, en las campañas electorales colombianas decir no desapareció del discurso de los candidatos. Todo es posible. Cualquier propuesta, sin importar su viabilidad, es recibida con consideración y con una respuesta positiva, aunque sea con matices. Así quedó demostrado en estos días con las declaraciones del gobierno sobre el intercambio humanitario que convirtieron a éste en bandera del debate electoral.

Llovieron todo tipo de propuestas. Tres de los diputados secuestrados propusieron que Venezuela les otorgue asilo. "El gobierno acepta. Si la condición es el asilo, el gobierno no objeta,", respondió el presidente Álvaro Uribe desde Bolivia e incluso logró el visto bueno de su colega venezolano Hugo Chávez. Algunos familiares pidieron que se haga una consulta popular el 12 de marzo para que los ciudadanos se manifiesten a favor o en contra del canje. "Creemos que de esta forma se puede consolidar el acuerdo humanitario como un propósito nacional y en tal medida estamos dispuestos a facilitar todo lo necesario para que la mencionada consulta se pueda llevar a cabo", respondió el jueves el alto comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo. Pero por la noche el Presidente buscó matizar el apoyo al decir que no obstaculizará una "papeleta adicional".

Generar expectativas e incluso ilusiones es esencial para ganar las elecciones. Sin embargo, y a pesar del respaldo gubernamental y de otros actores, estas iniciativas son inviables y tienen poca capacidad de ayudar a la causa. Lo del asilo en Venezuela ha creado más confusión que claridad. El asilo cabe para quienes están siendo perseguidos por el Estado y no para quienes estén privados de su libertad por un grupo ilegal. Y para concretarse, se necesitaría que las Farc los soltaran, cosa que dependería de que el gobierno acepte sus viejas condiciones de desmilitarizar una zona y excarcelar guerrilleros presos. Incluso la hipótesis de que la propuesta busca aclimatar un posible asilo de guerrilleros en Venezuela tiene poco asidero. La perspectiva de que los alzados en armas presos salgan y se vayan a otro país ha sido aceptada por Uribe desde hace años, pero ha sido rechazada por la guerrilla.

Tampoco es clara la utilidad de una consulta en las urnas sobre el tema. Las encuestas indican que la mayoría de los colombianos votaría por el 'Sí' al intercambio. Lo cual sería un gesto simbólico, que poco agregaría a lo que ya se sabe y, en consecuencia, no cambiaría la actual situación. Y generaría dudas sobre los alcances jurídicos o reales de una eventual convocatoria. ¿Qué tipo de mandato significaría para el gobierno?

El único avance serio que se ha dado en los últimos meses es la oferta de Francia, Suiza y España para desmilitarizar una zona reducida en Valle del Cauca en la que se pueda realizar un intercambio. Pero fue divulgada y aceptada por el Presidente con una prontitud que suscitó críticas, porque se anticipó a la reacción de la guerrilla. Y fue descartada por las Farc en un texto ambiguo en el que mientras anuncian que no habrá intercambio con Uribe, dicen que no están cerradas las puertas para un contacto con los países gestores. La visita, la semana pasada, del canciller de Francia, Philippe Douste-Blazy, tuvo como objetivo impulsar esta idea. Por la participación europea, y la rendija de maniobra que dejó la guerrilla, esta es la única pieza nueva en la comprometida partida de ajedrez.

La coincidencia del debate sobre el intercambio y la competencia electoral tiene elementos, a la vez, positivos y negativos. Es malo que se planteen fórmulas inconvenientes o impracticables, que confunden el panorama, exacerban el drama de las familias, y no conducen a nada. Es nocivo que todo el mundo diga sí sin un análisis serio sobre los alcances de las propuestas. Pero es positivo que el tema salga del reducido grupo de interesados en que se ha mantenido. De paso, se puede generar un consenso político que facilitaría dar pasos que hasta ahora han sido imposibles. Y aunque es muy poco probable que haya avances antes de las elecciones, sí podría servir de catalizador para que a partir del 7 de agosto el intercambio humanitario se convierta en una prioridad para el gobierno. n