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| Foto: Leonardo Niño.

CRÓNICA

Así fue el día del plebisicito de Santos y de la Calle

Del entusiasmo a la desolación. Así vivieron los impulsores del proceso de paz la derrota en el pasado dos de octubre.

Juan Sebastián Martínez y Leonardo Niño
3 de octubre de 2016

Como si las nubes negras fueran un mal presagio para la campaña del Sí, la jornada electoral del plebiscito por la paz comenzó bajo una torrencial lluvia en la Plaza de Bolívar. Sin embargo, muy pocos habrían vaticinado el resultado final, cuando, a eso de las 8 de la mañana, arribó el presidente Juan Manuel Santos, que ingresó acompañado de su esposa, la primera dama de la Nación María Clemencia Rodríguez, y sus hijos Martín, Esteban y María Antonia. 

Acabo de depositar mi voto y espero acabar un conflicto de más de 50 años. La paz nos llevará a un mejor futuro”, declaró instantes después de haber depositado su voto por el Sí. Y recordó que un 2 de octubre nació Mahatma Gandhi, una de las figuras más emblemáticas de la paz del último siglo. 

Una hora después llegó a las mesas del Capitolio Nacional uno de los mayores impulsores por la campaña del Sí, el expresidente César Gaviria Trujillo. Ante la inclemencia del clima y los reportes que llegaban de otras regiones del país afectadas por las fuertes lluvias, Gaviria dijo: “llueva, truene o relampaguee, hoy salimos a votar dejando atrás la guerra. Hoy escribimos una nueva historia, la de una Colombia que va a trabajar por construir una verdadera paz perdonando, reconciliándonos y dándoles una oportunidad hacia la igualdad”. 

Humberto De La Calle se hizo presente en su puesto de votación, situado en el centro comercial Hacienda Santa Bárbara, en el Norte de Bogotá, a eso de las 9:30 a.m. Mientras ejercía su derecho, el jefe negociador del gobierno recibió varios aplausos de los demás votantes como reconocimiento a su gestión. El optimismo era amplio. Un grupo de mujeres incluso se acercó a extenderle la mano y darle las gracias. Lo mismo le sucedió a Óscar Naranjo, quien llegó media hora después acompañado de su esposa. Además de los agradecimientos, Naranjo recibió el sentido saludo de los policías que vigilaban la jornada. Cuando se fueron ambos negociadores, quizás los más populares gestores del acuerdo, se respiraba un aire de positivismo entre los partidarios del Sí. 

Decepción en el Hotel Tequendama 

Tal y como estaba previsto, quienes apoyaron la campaña por el Sí se dieron cita en el Salón Rojo del Hotel Tequendama. Camisetas blancas con mensajes alusivos al final de la guerra y el inicio de una nueva era, comenzaron a poblar las sillas. El salón estaba decorado con enormes pancartas, letreros, banderas e incluso globos que esperaban ser lanzados en el momento en que se anunciara el triunfo del Sí en el plebiscito. 

En las dos pantallas instaladas en el lugar se proyectaron videos con mensajes y tuits tanto de figuras políticas como artistas internacionales que transmitieron su mensaje de apoyo a la paz, mientras de fondo sonaban vallenatos, música del Pacífico y rodaban imágenes de los cuatro años de negociaciones en La Habana. El optimismo colmaba el salón y el buen humor parecía no abandonar a los asistentes, entre quienes se encontraban víctimas del conflicto armado, desplazados por la violencia, ciudadanos que apoyaban el Sí y algunas figuras políticas como Horacio Serpa, Luis Eduardo Garzón y Mauricio Lizcano, presidente del Senado. 

A las 4:10 p.m. se reveló el primer boletín de la Registraduría. El triunfo del Sí era de apenas el 52%, una diferencia reñida pero al fin y al cabo positiva, lo que empezó a levantar los ánimos y generar celebraciones tempranas. El salón empezó a llenarse. 

Los resultados que llegaban de la Registraduría seguían mostrando la misma tendencia: el Sí por encima del No por un margen mínimo. Pero hacia las 4:48 p.m. llegó el octavo boletín con noticias poco alentadoras. El Sí tenía el 50.10% y el No, el 49.89%. De inmediato, los asistentes empezaron a mirarse los unos a los otros con cara de preocupación. Ya pocos sonreían y se respiraba un aire de tensión en el recinto. 

El noveno boletín, que llegó cinco minutos después, confirmó los temores de algunos: Se anunció que el No había superado al Sí. El pequeño margen daba algo de esperanza, pero ni la tensión ni el porcentaje del No dejaron de crecer a partir de ese momento. 

Con casi el 90 por ciento de las mesas escrutadas, las esperanzas de un cambio repentino en los resultados eran cada vez más escasas. Los asistentes empezaron a comprender que la suerte estaba echada. Para el momento del doceavo boletín, a las 5:10 p.m. ya sólo se podían ver caras largas y muchas lágrimas. 

El 98% de las mesas de votación ya habían sido escrutadas y el No se mantuvo en ascenso y finalmente arrojó un resultado del 50.22%, mientras que el Sí se quedó en el 49.77%. Ya no había nada más que hacer. Los impulsores del Sí solo pudieron observar y aceptar con resignación la realidad. A las 6:00 p.m. se hizo oficial: con el 50.23%, el No fue declarado ganador del plebiscito. Ni los gritos ni el llanto de quienes se reunieron para celebrar el día que cambiaría el rumbo del país, ni las demás personas que apoyaron el Sí en otras regiones del país, fueron suficientes para lograr la victoria. 

El manifiesto de la derrota 

Cuando se hizo el anuncio, lo que siguió fue una completa incertidumbre, nadie sabía cómo reaccionarían quienes lucharon por lograr el acuerdo para firmar la paz. Incluso, el presidente Santos canceló su aparición en el Salón Rojo para convocar una reunión de emergencia con todos sus ministros en Palacio. A las 7:00 p.m., el primer mandatario dio sus primeras declaraciones a todo el país en las que intentó promover un mensaje de optimismo y reiteró que seguiría buscando la paz hasta el último minuto de su mandato “porque ese es el camino para dejarles un mejor país a nuestros hijos”. 

Las personas reunidas en la sala comenzaron a exclamar, “no más guerra, queremos la paz”. También expresaron su apoyo al gobierno: “Santos, amigo, la paz está contigo”. Garzón declaró que el resultado del plebiscito le generaba “decepción, frustración, incertidumbre y desconcierto. No puede ser para menos. Gana un No que vendió la idea del miedo, que pone en la agenda incertidumbre. Y me preocupa, porque el país profundiza sus crisis y no los resuelve”, dijo a Semana.com. 

Serpa, por su parte, coincidió con Garzón y señaló que estaba “sorprendido y desconcertado. No entiendo qué pudo pasar, porque cuando se le pregunta a un pueblo si prefiere entre la paz o no aprobar los acuerdos, y que las Farc vuelva a su lucha política violenta, es inconcebible”, dijo el político liberal. 

Tras conocerse que el presidente no asistiría a la sede de la campaña, los asistentes se movilizaron hacia la Plaza de Bolívar para intentar hablar con el jefe del Estado. Luego de esperar varios minutos ante un cordón de seguridad de la Policía, finalmente sus plegarias fueron escuchadas y dejaron pasar a un buen número de los cerca de 50 manifestantes que corrieron por la carrera octava para ir a la puerta del Palacio presidencial. Un corto saludo del presidente Santos fue suficiente para que los manifestantes estallaran en los mismos cantos que habían inundado el Tequendama una hora antes. Así finalizó una jornada marcada por la lluvia, el abstencionismo y el reñido e histórico desenlace que dio como ganador al No.