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| Foto: Semana.com

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Gran encuesta: Colombia opina

El plebiscito arranca perdiendo y la imagen del gobierno no repunta.

6 de agosto de 2016

En la inmensa mayoría de los procesos de paz que se han llevado a cabo en la historia del mundo, la cercanía de la firma del acuerdo final entre las partes ha sido motivo de entusiasmo ciudadano. Pero en Colombia parece estar sucediendo todo lo contrario. La más reciente encuesta de Ipsos para RCN Radio y Televisión, La F.m. y SEMANA evidencia que la mayoría de los colombianos están inmersos en el pesimismo. Solo tres de cada diez personas tienen esperanzas en que los diálogos de paz lleguen a buen término, y siete de cada diez sienten que las cosas van por mal camino. Esta última cifra solamente fue superada en marzo de este año, cuando por cuenta de la crisis energética y el escándalo en la Policía por la Comunidad del Anillo, el desánimo llegó a ser del 77 por ciento.

Puede ver las gráficas de la encuesta en Gran encuesta: Colombia opina

El pesimismo generalizado que se destaca en esta última radiografía de la opinión, contrasta con las percepciones sobre el futuro que tenían los colombianos hace mes y medio, cuando se dio el acuerdo entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc sobre un cese al fuego de hostilidades bilateral y definitivo. En dicho momento el optimismo se disparó 20 puntos y llegó a un 43 por ciento, una de las cifras más altas desde la llegada de Santos al poder en su segundo mandato.

La imagen del presidente también empeoró al bajar cinco puntos desde el mes pasado, la cual coincide con la percepción sobre su labor. Solo uno de cada cuatro encuestados se siente satisfecho con su trabajo, y uno de cada cinco afirma que les ha cumplido a los colombianos las promesas que hizo al inicio de su segundo mandato. Frente a septiembre de 2014, cuando anunció el comienzo de los diálogos con las Farc, la imagen presidencial decayó más de 20 puntos. Los temas en que más descalifican su gestión son la seguridad, la economía, la salud y el desempleo.

Pero sí hay sorpresas en el repentino cambio de percepciones frente al proceso de paz. Es cierto que desde que fueron anunciados los diálogos de La Habana, el clima de opinión frente a un acuerdo con las Farc nunca ha sido el mejor y solo ha repuntado en coyunturas específicas como el anuncio del diseño de un sistema de justicia transicional en octubre de 2015, y el del cese al fuego el 23 de junio. Pero en la radiografía actual la desconfianza frente al proceso llega a un punto crítico.

Tan solo el 63 por ciento de los encuestados considera que los diálogos con las Farc llegarán a buen término y que la guerrilla se desmovilizará, cifra que solo fue superada en plena crisis del paro agrario de 2014. Este bajo nivel de confianza parecería tener relación con el dato más sorprendente: por primera vez los ciudadanos que afirman que votarían No al plebiscito con el que se busca refrendar los acuerdos de paz, y son más que los que votarían por el Sí. Mientras en junio el 39 por ciento señalaba que votaría No, ahora, cuando la convocatoria al plebiscito es una realidad, la cifra de los opositores asciende al 50 por ciento. En cuanto al número de personas que respaldan el Sí, en las últimas seis semanas esta cifra pasó del 56 al 39 por ciento, es decir, 17 puntos. El número de indecisos se duplicó, al pasar del 5 al 11 por ciento.

¿Qué sucedió para que los colombianos decayeran en entusiasmo frente a la paz de una manera tan dramática? ¿Por qué, a medida que se acerca la firma de la paz, cada vez hay más colombianos escépticos?

Una primera hipótesis tiene que ver con la relación directa entre la percepción de la gente sobre el presidente Santos y su gobierno y la que hay acerca de las negociaciones de La Habana. La imagen de Santos no solo es vulnerable a los sucesos relacionados con el proceso de paz, en la que solo la mitad de los colombianos califica bien su desempeño, sino también a otros factores coyunturales que inciden en la apreciación de que el país está en crisis. Es tal el vínculo entre Santos y el proceso de paz, que cada suceso que ponga en aprietos al gobierno afecta inmediatamente los niveles de optimismo sobre los diálogos con las Farc.

Así sucedió a comienzos de este año, cuando la amenaza de apagón, sumada al escándalo por una supuesta red de prostitución en la Policía generaron niveles de favorabilidad de Santos incluso menores que los actuales (25 por ciento, frente a un 27 por ciento de hoy) y el escepticismo frente a que los diálogos con la guerrilla se concretarían en un acuerdo de paz llegó a uno de sus puntos más altos (66 por ciento), superando en tres puntos al que se registra en la radiografía actual.

En consecuencia con lo anterior, los altísimos niveles de desaprobación presidencial, que hoy llegan a su cifra más alta con el 76 por ciento, se relacionan directamente con una respuesta negativa a la manera como el mandatario ha manejado el proceso de paz. De hecho este tema, junto con el manejo de la economía, es el más castigado por los colombianos en el último mes. En junio, el 44 por ciento aprobaba la gestión del presidente en esta materia, mientras hoy solo lo hace el 35 por ciento.

En cuanto a los temas coyunturales que pueden haber golpeado el optimismo, hay tres que en la encuesta aparecen como motivo de preocupación entre los colombianos. El primero, la crisis fronteriza con Venezuela, que para seis de cada diez personas ha sido mal manejada. El segundo, el proceso para iniciar los diálogos con el ELN, que también descalifica el 60 por ciento de los preguntados. Y el tercero, el paro camionero: el 88 por ciento de los encuestados considera que el gobierno no actuó adecuadamente para solucionar la crisis que afectó al país en el último mes y cuyas consecuencias en la cotidianeidad de sus habitantes se sintió con especial fuerza en julio.

Una segunda hipótesis para explicar el cambio de tendencias en la intención de voto por el plebiscito tiene que ver con el impacto de la campaña a favor del No liderada por el expresidente Álvaro Uribe. Si bien en el momento de realizarse esta encuesta Uribe no había comunicado la decisión definitiva sobre si invitaría a votar por el No o a abstenerse, los medios de comunicación ya daban por hecho que el No sería su postura. Allegados al exmandatario y figuras clave del uribismo como los senadores Iván Duque y José Obdulio Gaviria ya habían calificado al plebiscito de ilegítimo, y en columnas, entrevistas e intervenciones habían desarrollado una férrea defensa del No. Una de las razones principales que plantearon los uribistas para convocar a los colombianos a rechazar el proceso de paz en las urnas es la de la elegibilidad de los guerrilleros de las Farc. Aunque esta cifra ha sido volátil en las últimas mediciones, en agosto, el 75 por ciento de los encuestados creen que los desmovilizados no deben hacer política, mientras que en junio el rechazo a esta posibilidad era del 71 por ciento.

Adicionalmente, la campaña por el No lleva más tiempo andando que la del Sí. Comenzó hace tres meses, cuando el Congreso estableció en el Acto Legislativo para la Paz que el plebiscito debía ser previo al trámite de las reformas para desarrollar lo pactado con la guerrilla. En ese momento, el uribismo decidió salir a las calles a hacer una campaña que denominó de ‘resistencia civil’, criticando la legitimidad de los acuerdos y convocando a la ciudadanía a oponerse a los mismos. Y si bien en la votación del acto legislativo quedó en evidencia que en el Congreso el Centro Democrático es una minoría, Uribe sigue siendo el personaje con la mejor imagen: 54 por ciento. Aunque también ha acumulado una negativa de 40, que se ubica entre las más altas, es evidente que mantiene intacta su capacidad de polarizar a la opinión pública y que su mensaje de que el proceso de paz beneficia mucho a las Farc y poco a los colombianos ha tenido impacto.

En contraste, las campañas por el Sí han marchado a otro ritmo. Si bien sectores de izquierda han avanzado en movilizar sectores sociales a favor de la paz y en la defensa de la participación política de la paz, el gobierno prefirió quedarse quieto mientras no se supiera la decisión de la corte sobre la viabilidad del plebiscito. Por su parte, los partidos de la Unidad Nacional comenzaron las correrías por la paz hace apenas diez días, cuando decidieron tomarse la foto juntos en Cali con la bandera del Sí. Aunque en La U, el Partido Liberal y el Verde hay acuerdos sobre la necesidad de defender el plebiscito a capa y espada, y a pesar de que Cambio Radical –el partido del vicepresidente German Vargas– se sumó a esa causa, en el último mes se evidenciaron algunas tensiones políticas frente a la organización de la campaña. Mientras en el bando del No sin ninguna duda el jefe natural es Uribe, en el sector del Sí hubo discusiones sobre si debía o no ser el expresidente César Gaviria.

Por si fuera poco, entre algunos políticos de La U y de Cambio Radical, se generó la sensación que con su nombramiento se ‘liberalizaba la campaña’. A esto se suma el debate de que aún existe entre los conservadores sobre si apostarle a la positiva o a la negativa. Si bien hasta ahora las mayorías del partido han respaldado los acuerdos de paz, los cuestionamientos al plebiscito que han hecho figuras azules como Marta Lucía Ramírez y Andrés Pastrana han generado un ruido interno.

En cuanto a la campaña de los sectores sociales por el Sí, liderada por empresarios y organizaciones cívicas bajo la coordinación de Fabio Villegas, aún no ha arrancado. A pocos meses de que se lleve a cabo el plebiscito, aún no circula ninguna pieza publicitaria que –más allá de los mensajes institucionales a favor de la reconciliación— invite a votar por el Sí. Prácticamente las únicas campañas que están andando son las de los partidos, y los colombianos cada vez creen menos en ellos.

La encuesta preguntó quién puede ser el presidente más capacitado para desarrollar los acuerdos de La Habana. Al igual que hace un mes, Germán Vargas, Gustavo Petro y Sergio Fajardo aparecen en los primeros lugares. La ministra mejor calificada sigue siendo María Ángela Holguín.

Las distintas encuestas realizadas en los últimos días arrojan resultados diferentes sobre cómo será el resultado del plebiscito (en unas gana el Sí por amplio margen y en otras el No) y reflejan que la intención de voto aún es volátil. Sin embargo, la medición hecha por Ipsos deja abierta la pregunta sobre qué pasaría si triunfa la negativa al proceso. El fallo de la Corte Constitucional dejó en claro que el resultado solo tiene carácter vinculante para el presidente, lo cual implica que si gana el No, o si no se alcanza el umbral, Santos no podrá presentar los proyectos de reforma para cumplir los acuerdos y tendría que buscar alternativas para reversar la derrota en las urnas. La principal de ellas: que el Congreso asuma la responsabilidad de restablecer la negociación para cumplir lo pactado.

Pero las encuestas solo son una fotografía del momento. Y las campañas hasta ahora están calentando motores. Más allá de la efectividad de los mensajes en favor del Sí o del No, o de la capacidad de inspirar sobre lo que significa firmar la paz en Colombia, lo más importante es vencer la confianza o el miedo de los colombianos. Y el hecho que cambiaría sin duda la radiografía actual es sin duda la firma definitiva de la paz. Por ahora la campaña acaba de comenzar, y será de infarto.