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PLOMO, MUERTE Y CIERRE

Bazuco y anarquía detrás de los incidentes de la Nacional.

18 de junio de 1984

Dos hechos aparentemente aislados inaugurarían los desórdenes estudiantiles que culminaron con el cierre indefinido de la Universidad Nacional y la renuncia de su rector, el médico Fernando Sánchez Torres, el viernes de la semana pasada.
Por un lado estaba el asesinato del estudiante de quinto semestre de Odontología de ese mismo centro universitario, Jesús Humberto León quien fue encontrado en Cali el 9 de mayo, con visibles muestras de tortura y un balazo en la cabeza. Por otro estaba el crimen cometido contra el médico obstetra Luis Armando Muñoz González, director académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, cuyo cadáver fue encontrado en la mañana del 15 de mayo en la autopista sur de Bogotá, con ojos y boca vendados y, al igual que el estudiante León, asesinado de un balazo en la cabeza.
Investigaciones posteriores arrojan conclusiones, sin embargo, en el sentido de que estos dos crímenes tenían un común denominador. Ambas víctimas venían adelantando desde meses atrás una silenciosa pero efectiva campaña moralizadora en las residencias estudiantiles de la Universidad. Uno de los principales perjudicados con esta campaña fue un individuo apodado con los sobrenombres de "Roque" o "Roby", quien en la nueva readjudicación de cupos en las residencias habia quedado por fuera por no ser estudiante regular. El individuo era reconocido por el estudiantado como el mayor abastecedor de "bazuco" del centro universitario, y algunas versiones indican que tal actividad le reportaba diariamente la suma de $ 60.000.
Mientras todas las investigaciones apuntaban hacia "Roque" como el más posible sospechoso del doble asesinato, los compañeros de la Facultad de Odontología del estudiante León organizaron en su memoria un entierro simbólico, se vieron interrumpidos por un grupo de estudiantes encapuchados que habían traído desde la calle 45 un bus municipal con el propósito de incendiarlo en la plaza. Al tiempo que le prendían fuego gritaban consignas como "¡Tu sangre, Jesús León, con sangre será vengada!", que para muchos de los que la escucharon desde el interior del recinto universitario era presagio de que algo muy grave se avecinaba.
Presintiendo la llegada de la Policía por la calle 45, se produjo un repliegue masivo del estudiantado hacia la calle 26, y entre la multitud lograron camuflarse algunos de los encapuchados que minutos antes le habían prendido fuego al bus municipal.
Fue en ese momento cuando se hizo presente la fuerza pública que esperaba, como en ocasiones anteriores, que el enfrentamiento con el estudiantado se produjera a través de una lluvia de piedras, pero cuál no sería su sorpresa cuando lo que llovió sobre ella fueron las esquirlas de una granada que explotó sorpresivamente, acompañada de algunos disparos provenientes de los predios de la Universidad.
Varios policías cayeron heridos, y mientras comenzaban los disparos de la fuerza pública, los estudiantes comenzaron a huir en desbandada, pero algunos de ellos recogían a su paso piedras que arrojaban contra la Policía.
Cuatro horas duró el enfrentamiento, uno de los más sangrientos de cuantos se han producido en los predios de la Universidad Nacional. Según el comandante de la Policía,general Luis Vargas Villegas, el saldo de la batalla fue de 22 agentes heridos, 21 de ellos a bala y esquirlas de granada, y uno con ácido. 46 estudiantes heridos, y 70 capturados, entre ellos ocho mujeres.
Aunque aún no ha logrado confirmarse, la Policía asegura que entre los detenidos se encontrarían varios miembros de organizaciones subversivas como el M-19, el ELN y el EPL. Y aunque tal afirmación obedece al hecho de que varios de los estudiantes detenidos habrían estado portando capuchas con distintivos de los mencionados grupos guerrilleros, más de cincuenta testigos presenciales, entre ellos el sacerdote Jaime Rodríguez, profesor de la Facultad de Sociología de la Universidad, aseguraban haber visto cuando a uno de los estudiantes muertos en el enfrentamiento se le colocaba una capucha con el distintivo del M-19 que, según estas mismas versiones, la propia Policía portaba.
Se compruebe o no la participación de miembros de grupos subversivos en los disturbios de la Universidad Nacional, sólo una cosa parecía clara a finales de la semana. Una nueva época se avecina para la Universidad Nacional, y lo más lamentable es que la que se acaba era precisamente una de apertura democrática, que con tanta perseverancia el rector Fernando Sánchez Torres había logrado mantener durante los dos años que estuvo al frente de la Universidad.