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Poca renovación

Nada indica que estas elecciones pasen a la historia como un momento de cambio en el liderazgo político.

20 de octubre de 2007

La maratón termina el próximo domingo. Los 86.000 colombianos que decidieron correrla al inscribirse para aspirar a ser alcalde, gobernador, concejal, diputado o edil, saben que su propósito estará cumplido cuando su nombre aparezca en el tarjetón. Ganar será para pocos, pero todos habrán llegado a la meta tras soportar la desgastante prueba de la campaña electoral.

La cifra suena abrumadora. Sólo con los inscritos se podría llenar dos veces y media el estadio El Campín de Bogotá. Sin embargo, y a pesar de que hay miles de caras nuevas que se le miden a la difícil contienda, son viejos conocidos los que protagonizan las más reñidas y particulares disputas regionales en el país y sobre las que estarán los ojos puestos el próximo 28 de octubre.

Por tradición, las elecciones de alcaldes y gobernaciones no sólo son el preámbulo que les sirve a los partidos para sostener el camino al poder en las siguientes presidenciales, sino que en ellas surgen figuras nuevas que trascienden el plano local y llegan como opciones renovadoras al ámbito nacional. El mismo presidente Álvaro Uribe alcanzó su estatura presidencial después de ser gobernador de Antioquia. Igual es el caso de Andrés Pastrana o Virgilio Barco, que fueron alcaldes de Bogotá antes de ser presidentes. Este año, sin embargo, es notoria la ausencia de nombres nuevos y en contraste pululan los nombres conocidos y reconocidos de tradicionales caciques que vuelven al ruedo y que están lejos de representar la nueva política colombiana.

Santander es la nueva batalla de Horacio Serpa por permanecer en la vida pública. El cacique liberal se juega sus últimos cartuchos en una campaña que ha resultado movida, peligrosa, repleta de denuncias, juegos sucios y tensiones. En la recta final de la contienda, a Serpa lo amenazaron y los jefes de los partidos que se le oponen, que son uribistas, fueron vinculados al proceso de la para-política. Serpa aparece bien posicionado en las encuestas internas de los liberales. Sin embargo, no tiene nada ganado, y si pierde, se irá derecho a la jubilación, como un maratonista experimentado que tendrá que contentarse con haber llegado una vez más a la meta sin ser el ganador. Serpa es el rey de la competencia política y si hay algo que se le puede reconocer es que es un jugador de la democracia participativa. Ha puesto su nombre a consideración a tres elecciones presidenciales y ahora a la de la gobernación.

Otro viejo que a la brava se metió al ring es José Name Terán. Su nombre es un tomo completo de la enciclopedia de la política costeña. El partido de La U se la jugó por el curtido político del Atlántico a pesar de la oposición de algunos senadores de la llamada disidencia que tomaron como tarea la misión de impedir que llegue a dirigir los destinos de este rico departamento. Una fuerte coalición, encabezada por el liberal Eduardo Verano de la Rosa, espera arrebatarle a Name la corona de olivos y quedarse con el primer lugar. Name y Álex Char, el joven delfín que aspira a la Alcaldía de Barranquilla, engruesan la lista de los apellidos tradicionales que en pleno siglo XXI tienen grandes posibilidades de seguir su hegemónica vida política del Caribe.

Entre los paisas también hay políticos que están de regreso. Luis Pérez Gutiérrez llega con su controvertido pasado en la Alcaldía de Medellín y puntea en las encuestas, y Luis Alfredo Ramos se reencaucha a la Gobernación de Antioquia después de senados, embajadas y candidaturas presidenciales embolatadas.
Por Nariño se trata de Antonio Navarro, quien le ha sacado el gusto a su tierra natal y se trastea de la capital a su departamento para gobernarlo y seguir vigente en la lucha política; su partido, el Polo Democrático, se juega con él una de las pocas cartas ganadoras para estas elecciones.

Julio César Guerra Tulena reaparece en Sucre. Se terminan los años que parecían de retiro y este político que llega ya a los 70 años quiere ser gobernador de una tierra en la que la para-política sacó del ring, en términos formales, a los políticos que habían ‘acabado’ con la fuerza de los Guerra. Aun así, es el ‘Tuto’’ Barraza, su mayor contendor, quien aspira a mantener a flote la fuerza política que cuidan con recelo los políticos presos del departamento.

La lista sigue en Cundinamarca, en dónde Andrés González y Álvaro Cruz vuelven a presentarse para el mismo cargo que ya ocuparon una vez. Tal vez por eso la campaña ha sido tortuosa, al fin y al cabo, ambos tienen mucho por mostrar y mucho por reprochar. Aunque no son viejos en edad, son ya recorridos por las ricas tierras sabaneras de esta tierra.

En la necesitada Cali, Francisco José Lloreda no se cansa de buscar su sueño. No es viejo en años, pero lleva tres intentos de llegar a la Alcaldía y está vez parece que tiene también embolatado el triunfo. De casta conservadora, se presenta por un movimiento independiente y su apellido no lo deja por fuera de los viejos conocidos de la política vallecauna.

Y en Bogotá, dos políticos jóvenes con trayectoria nacional reconocida se disputan la capital. Enrique Peñalosa a repetir jugando en terreno conocido y Samuel Moreno a alcanzar un perfil distinto del que hasta ahora tiene de simpático y colaborador senador de izquierda.

¿Dónde está entonces la nueva política?

Hay más caras nuevas que nueva política. Están los candidatos que sin trayectoria conocida aparecen en el abanico político de la noche a la mañana; otros pretenden ser renovadores, pero tienen detrás padrinos tradicionales, o encarcelados; y otros ya con canas que apelan a movimientos independientes para alejarse de los partidos y darse así un nuevo aire.

Un caso llamativo es el del joven candidato a la Gobernación del Valle, Juan Carlos Abadía. Tiene 28 años y poca experiencia en lo público. Aun así, su meteórica carrera política llega de la mano de la controversia, por sus apoyos, sus recursos y su respaldo político. Está inscrito por un movimiento llamado ‘Cartagena sí puede’. Pero además extraña el acaparamiento de apoyos y la alta intención de voto que marcó desde el comienzo de su campaña. Un grupo de candidatos a la Gobernación intentaron en vano detener la fuerza de Abadía. Sin duda es una nueva figura.

De todas formas, no deja de ser sorprendente que tantos hombres y mujeres se le midan a la política en un país convulsionado como Colombia. La actividad electoral ininterrumpida ha garantizado que la actividad pública se convierta en uno de los oficios que despiertan más pasiones. Por algo hay lugares en donde los nombres nuevos se asocian a intentos cívicos que quieren a punta de opinión ganarle la partida a la política tradicional.

Judith Pinedo, en Cartagena, en un ejemplo de esa lucha solitaria y difícil por arrebatar el poder a los partidos en una ciudad que tiene la política arraigada al clientelismo y las viejas costumbres.

El mismo Alonso Salazar, candidato a la Alcaldía de Medellín. Inscrito por la Alianza Social Indígena, es un candidato que se asume como independiente y que conoce la ciudad desde la academia, el periodismo y la reciente administración. Salazar es una figura nueva, como lo fue en su momento Sergio Fajardo, quien se va de la Alcaldía con un 10 aclamado.

También Iván Ospina, el médico caleño que se disputa cabeza a cabeza la Alcaldía de Cali, es una figura crecida desde la gestión social en los sectores más populares de la ciudad. Aparece como un político que, aun si pierde, quedará jugando un papel en el Valle.
Curiosamente, en las zonas donde los escándalos de la para-política golpearon más a la clase dirigente, no se ve un nuevo liderazgo político. En Córdoba, por ejemplo, departamento que tiene presos e investigados a todos sus representantes y senadores, los candidatos que se disputan la Gobernación pertenecen a los grupos políticos de los senadores en problemas. Para la Alcaldía de Montería, el nombre de Marcos Daniel Pineda aparece como una opción distinta a estos sectores.

Y Marcelo Torres es un ejemplo en pleno calor de Magangué, aunque es un viejo militante del Moir. Se metió a disputar el poder en la tierra de la famosa y detenida empresaria del chance Enilce López, conocida como ‘La Gata’.

Los más jóvenes y con proyección nacional se encuentran en las campañas a los concejos de las grandes ciudades. En Calí movimientos cívicos como Cali puede y Hay con quien, tiene una lista de jóvenes profesionales que aspiran a tener buena cuota en el cabildo. En Bogotá también se ven caras jóvenes en casi todos los partidos. Y en otros municipios se observa la misma tendencia.
Pero, en general, nada indica que estas elecciones se caracterizarán por la renovación de las figuras políticas. A menos que haya sorpresas.