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Por la ausencia

La emigración trasciende los dólares que entraron al país el año pasado como remesas. Un foro realizado en Pereira examinó la problemática social de la diáspora.

9 de mayo de 2005

Por la falta de sus padres que migraron al exterior, 2.500 niños de Pereira y sus zonas aledañas ingresaron al hospital durante 2004. La ansiedad, el aislamiento, el comportamiento agresivo y los problemas de atención son los síntomas más recurrentes entre los niños que tienen el papá o la mamá en otro país. Se trata de los mismos menores que son criados por su abuela, su tía o incluso por un hermano no mayor de 20 años. Los mismos que no tienen un sentimiento de arraigo en Colombia porque viven por años la zozobra de no saber cuándo podrán viajar a reunirse con su familia. Y existen cifras más preocupantes. De cada 100 niños de esta misma región del país (exactamente Pereira, Dos Quebradas y La Virginia) que tienen sus padres en el exterior, 74 presentan síntomas que deben ser tratados clínicamente, según un estudio realizado por la sicóloga María Claudia Medina y dirigido por el investigador Luis Jorge Garay. Pero no solamente las familias desintegradas por la distancia y los consecuentes problemas en los menores evidencian el profundo cambio social que está sufriendo una de las regiones del país con más concentración de emigrantes. El nivel de inactividad se disparó: las personas que reciben remesas tienen una actividad cuatro veces menor que quienes no lo hacen. Los hogares dependen totalmente del dinero que llega a través de las casas de cambio: con él pagan el arriendo, la pensión en el colegio, el mercado, los servicios públicos y la salud. Además, si no fuera por ese mismo dinero el nivel de pobreza de la región bajaría cuatro puntos porcentuales. Esto no deja dudas sobre la necesidad de volver la migración colombiana un tema relevante dentro de la agenda pública. Pero no vista como ese fenómeno que trajo consigo la entrada al país de más de 3.100 millones de dólares en 2004. Hay que trascender la mirada de las remesas como esa repentina mina de oro. Se debe entender como un factor que está transformando decenas de poblaciones del país y que está generando graves problemas sociales hasta ahora ignorados. Problemas para estudiar con detenimiento y para los que se necesita crear urgentes políticas públicas que ayuden a solucionarlos. Esta fue la gran conclusión del foro sobre la diáspora colombiana que organizaron el periódico La Tarde de Pereira, la Cámara de Comercio de la misma ciudad y Foros SEMANA el pasado 4 de mayo en la capital de Risaralda. El objetivo del evento era mostrar la realidad que se esconde detrás de la migración colombiana, difundir los resultados de los primeros estudios que están realizándose sobre el tema, dejar en evidencia los puntos preocupantes que necesitan urgente atención y resaltar el ejemplo de quienes han decidido tomar cartas en el asunto. Además se tocaron temas que ya se encuentran en debate público: los impuestos a las remesas como medida para frenar la revaluación del peso. El economista Luis Jorge Garay sentó su preocupación recalcando la dependencia de las remesas que tienen tanto los hogares como la zona en general. El 7,6 por ciento de la demanda interna de la cabecera urbana de Pereira y algunas poblaciones cercanas son financiadas por este dinero; si caen las remesas, cae por lo tanto la demanda interna de la zona, según afirmó. Pero no todo es oscuro y algunas iniciativas privadas demuestran que ya hay personas metiéndole el pecho al asunto. Aesco, una ONG que trabaja con emigrantes a España, está realizando programas productivos con los retornados y está tratando de desarrollar proyectos de codesarrollo con las remesas. La Fundación Esperanza promueve una migración ordenada para mitigar sus consecuencias negativas. Finalmente, Conexión Colombia, una entidad que canaliza donaciones a fundaciones dentro del país, muestra la cara positiva de la migración: la solidaridad de los colombianos fuera del país ha permitido recaudar 2.100 millones de pesos para diferentes fundaciones de alto impacto social. Queda clara la necesidad de multiplicar esfuerzos como estos. Pero también la importancia de que toda la sociedad entienda la relevancia que tiene para el país este tema, y la urgencia de empezar a crear soluciones para los problemas que ya existen.