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A las 6:45 de la mañana del pasado martes, este campesino de una finca cerca a Nestlé salió con su cantina a vender la leche en San Vicente del Caguán. Su mayor temor son las amenazas de las Farc

orden público

Por la leche

Las Farc están a punto de sacar a Nestlé de Caquetá. Sus atentados ya le costaron al departamento 3.244 millones de pesos. ¿Se saldrán con la suya?

3 de marzo de 2007

Don Luis Trujillo es dueño de Los Luchos, una finca en lo alto de una montaña a 40 minutos de San Vicente del Caguán. Diariamente lleva las cuentas de lo que producen sus 46 vacas cebú y holstein. A las 9 de la mañana ya le han dejado 160 litros de leche que desde mayo recogen los carro tanques de Nestlé. Cada mes esta actividad le significa dos millones y medio de pesos.

Como él, 2.000 colegas suyos han gozado la prosperidad que desde hace 32 años les ha dejado su relación con la compañía lechera más grande de la zona. Sin embargo, una serie de atentados les cambió el panorama: la columna 'Teófilo Forero' de las Farc dinamitó una estación de enfriamiento de Nestlé en la vereda Campohermoso el 15 de enero. Dos días después voló la planta del municipio de Doncello. El primero de febrero incendió un carro tanque en la ruta de El Pescador y hace una semana amenazó con quemar los vehículos a varios finqueros si los veían llevar leche a la multinacional suiza.
Cuando don Luis fue a reclamar su cheque quincenal, el representante de la compañía le dio una mala noticia: a partir de ese día los campesinos tendrían que llevar la leche al centro de acopio por sus medios. Eso significa el fin de su negocio y volver a los viejos tiempos, cuando cuajaba los 4.800 litros para producir queso. Y como sus vecinos hacen lo mismo, el precio se desplomará.

Ellos son los mayores perjudicados, pues mientras para la compañía esta región representa sólo el 2 por ciento de sus negocios en Colombia, para el departamento significa la venta segura del 51 por ciento de la leche producida, empleos indirectos para 1.000 personas y la principal fuente de ingresos legales. Con los atentados, en mes y medio se perdieron ventas por 3.244 millones de pesos. "Si se va Nestlé, todos nos morimos de hambre", sentencia el padre Jaime Velásquez, párroco de Doncello.

El Presidente de la República viajó el 22 de febrero hasta San Vicente para ponerle freno a la situación. Ese día el Ejército aseguró que a las Farc les estaba yendo tan mal con la coca que querían apoderarse de la comercialización de la leche a través de cooperativas fachada. También se oyó decir que el grupo guerrillero buscaba presionar a la empresa para que incrementara en 100 pesos la compra por litro de leche, y ganarse la simpatía de los ganaderos. Incluso se habló de que Nestlé se había negado a pagar a los insurgentes para mantener sus tres plantas en Florencia, Doncello y el Caguán.

En cuanto a lo primero, no es fácil imaginarse a las Farc como dueñas del negocio lechero. Eduardo Cedeño, concejal del Caguán, dice que se desgastarían demasiado en montar la infraestructura y que su rentabilidad sería mucho menor a la de las extorsiones. "El año pasado nos cobraban 5.000 por res, ahora son 10.000. Dicen que la mitad del incremento irá para construcción de carreteras", asegura un ganadero de la zona.

La segunda tesis se basa en el inconformismo de algunos lecheros con las tarifas que les paga Nestlé. Veintitrés campesinos de la Cooperativa Multiactiva Betania-Caguán se organizaron para comprar leche y hacer queso y pagar mejor que la empresa. Luis López, un curtido veterinario de esta agremiación, se sintió aludido el día que el presidente Uribe les dijo a los sanvicentunos que tuvieran cuidado de que las Farc se estuvieran colando en esas organizaciones. "¡Esos son los resultados de la chismografía!", dijo López. A pesar de haber una cadena regional que integran ganaderos, representantes de asistencia técnica y cooperativas de queseros, las reuniones con Nestlé para mejorar las tasas apenas comienzan. Y no hay resultados a la vista.

La versión más insistente es que ésta se resistió a pagar la 'vacuna' a las Farc. Se basa en que por décadas esta compañía ha sido la fuente de ingresos legales más importante del departamento, pero sólo ahora es saboteada.

Las crisis que se puede desencadenar en el Caguán por el sabotaje a Nestlé pone en riesgo los logros de la seguridad democrática, y en particular del Plan Patriota, en su fase de 'consolidación'. La presencia militar es abrumadora. En la carretera Florencia-San Vicente entre ocho y 12 retenes del Ejército y la Policía requisan carro por carro. Desbaratan a veces las autopartes en busca de base de coca o abren las sandalias de las mujeres. Sin embargo, las Farc mantienen el control en las zonas rurales y su influencia se siente en las cabeceras a través de milicianos. "La seguridad democrática es un sofisma de distracción. Se ve en las carreteras, pero monte adentro uno se encuentra a los guerrilleros", sostiene el padre Alfonso Molina, párroco de San Vicente.

En el Caguán el gobierno ha invertido en los últimos dos años 13.500 millones de pesos en obras sociales, y para este año se están ejecutando más de 10.000. Desde 2002, las Fuerzas Militares mantienen el fuerte militar de Larandia, una fuerza de tarea conjunta y tres brigadas móviles. El Presidente ordenó llevar 400 soldados para reforzar la seguridad de Nestlé. Aun así, será muy difícil controlar la recolección de la leche.

A pesar de los esfuerzos del gobierno, en el departamento la intranquilidad es evidente. Los representantes de Nestlé lo afirman: "En la medida en que se logre recuperar la seguridad y la confianza para continuar con las operaciones en la zona, la compañía mantendrá allí su presencia. La situación actual dificulta la operación. Compromete su proyección y sus planes para el futuro". En plata blanca, esto significa que el caso de la leche del Caguán simbolizará el éxito o el fracaso de la política de seguridad democrática.