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PROLETARIOS DEL PAIS...

A través de la CUT, la clase obrera colombiana busca realizar un sueño.

22 de diciembre de 1986

Contra todos los pronósticos y a pesar de que todo el mundo tiene sus respectivos temores, el pasado sábado 15 de noviembre se constituyó oficialmente la CUT (Central Unitaria de Trabajadores). Más de 1.800 delegados representantes de unos 600 mil trabajadores provenientes de la UTC, CTC, CSTC y una buena parte del sindicalismo conocido como independiente, se dieron cita en el Club de Empleados Oficiales en Bogotá durante tres días y conformaron lo que pudiera ser el sueño de los sindicalistas durante toda la historia del movimiento obrero en Colombia: la central única.
A pesar de que pasó por la prensa como una noticia de tercera categoría, es tal vez el hecho más trascendental que se pueda registrar en el terreno laboral colombiano, después de las conquistas obreras obtenidas durante la primera administración López Pumarejo. La magnitud del evento es tal, que prácticamente hizo que las otras centrales se disminuyeran. La UTC, de inspiración conservadora, se vio notablemente debilitada debido a que gran parte de sus afiliados siguieron al ex ministro Carrillo, quien saliera elegido presidente de la nueva central; la CSTC, de orientación comunista, no tuvo problemas en disolverse ante la alternativa unitaria; el sector conocido como independiente, el cual reúne el mayor número de trabajadores sindicalizados, por primera vez en su historia decidió entrar a hacer parte de una central; la CTC, de filiación liberal y la CGT, democristiana, han sufrido algunas deserciones, producto de la perspectiva de la CUT.
Aunque cada quien pretende atribuirle un origen diferente a la nueva central, el fenómeno unitario es el resultado de una buena suma de factores. En primer lugar es consecuencia de la apertura democrática general comenzada por el anterior gobierno, y del nombramiento de un ministro obrero. La llegada al gabinete de Jorge Carrillo abrió la posibilidad de que los trabajadores conocieran por dentro las esferas del poder y permitió que entendieran de cerca el tejemaneje del establecimiento.
Las crisis que vivieron las centrales democráticas durante la última década, más la nueva postura del sindicalismo independiente, que en otras épocas asumía actitudes que rayaban con el anarquismo, y las intenciones unitarias y menos sectarias de la confederación comunista, han sido aspectos determinantes en este fenómeno sindical.
A pesar de que la constitución de la nueva central demuestra cierto grado de madurez, y ha despertado algunas expectativas en la población trabajadora, no todo el mundo cree en ella. Los más benévolos de los sectores escépticos no le auguran una larga vida. Y aunque los gremios sienten pasos de animal grande, la clase política tanto liberal como conservadora, ha asumido una actitud de indiferencia, al contrario de las épocas pasadas en donde fueron los forjadores de la UTC y de la CTC.
Sin embargo, el futuro interno de la CUT no está sembrado de rosas. El debate apenas comienza y el espíritu unitario con que todos los sindicatos han llegado, no significa que no haya contradicciones de fondo. Los diferentes sectores políticos que se mueven en el interior del movimiento sindical han llegado con un claro propósito: asumir el control de la más grande central del país. Y aunque se presume que harán esfuerzos por no echar por la borda lo que durante mucho tiempo no habían logrado precisamente por discrepancias ideológicas, ninguno está dispuesto a ceder en los principios, ni mucho menos a servir de idiota útil a propósitos contrarios.
Según el economista Beethoven Herrera, fundador y miembro del consejo directivo de la Escuela Nacional Sindical y asesor económico de la ORIT (Organización Regional Interamericana de Trabajadores), "la plataforma de lucha de la CUT no es novedosa en relación con las banderas que siempre ha enarbolado el movimiento sindical y aunque se presenta como una organización pluralista, veremos que pasa, por ejemplo, cuando empiecen a aflorar las discusiones sobre el no alineamiento internacional".
En términos generales, dentro de la CUT se mueven tres posiciones ideológicas. Una de tendencia social democrática, encabezada por el ex ministro Jorge Carrillo; otra de carácter comunista, y la tercera que es una especie de confluencia entre los diferentes sectores radicales de izquierda. Sin embargo, hay quienes la ubican como la plataforma de lanzamiento de la segunda presidencia de Belisario Betancur. Otros consideran que se trata de una estratagema del Partido Comunista para arrastrar a todo el movimiento sindical y algunos han llegado a sugerir la posibilidad de que sea el origen de la creación de un partido obrero.
La verdad es que de todo hay un poco y no se puede negar que algunos de los sindicatos o federaciones que llegaron a la CUT, no estén pensando en algo así, pero encasillarla en esta u otra posición parece ser aún prematuro.
Al contrario de la clase política y de los gremios, el gobierno no ha actuado con indiferencia. El viceministro de Trabajo, Germán Bula Escobar, se hizo presente en la inauguración del evento llevando un saludo del gobierno y aplaudiendo la "iniciativa democrática de los trabajadores". Al ser consultado sobre su presencia allí, contestó a SEMANA:
"Estoy aquí porque considero que los programas de gobierno son defensables y los trabajadores tienen que enterarse. Además porque la actitud más estúpida que se puede asumir frente a un evento como este es darle la espalda y colocarle una etiqueta maniquea".
El problema para algunos radica en eso precisamente. Colocarle etiqueta y dejar que las cosas sigan su curso es la mejor forma de hacer que la CUT coja el rumbo que no se quiere. Pero mientras la clase política ni siquiera se da por enterada, Vieira y los demás dirigentes del Partido Comunista sí estuvieron disciplinadamente en primera fila. Sin embargo, todo parece indicar que la garantía de que no termine en manos del comunismo ni en las de la izquierda radicál, es justamente la presencia de Carrillo y el apoyo que se le brinde a este por parte de los sectores democráticos.