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El pasado miércoles el panorama para la Alcaldía de Bogotá cambió cuando Cambio Radical se sumó a la candidatura de Enrique Peñalosa. El partido del vicepresidente, Germán Vargas Lleras, le dió el sí justo tres días antes de que se cerraran las inscripciones en la Registraduría. Por firmas y con maquinaria, Peñalosa fortaleció su candidatura. | Foto: Guillermo Torres

ELECCIONES

A qué juegan los partidos políticos

Después del traumático proceso para inscribir los candidatos, arranca la competencia. SEMANA analiza los puntos fuertes y débiles de cada partido.

25 de julio de 2015

Terminada la inscripción de los aspirantes, comienza en firme la campaña electoral. Serán tres meses arduos y movidos, porque estos comicios regionales de 2015 tienen aspectos que los hacen aún más intensos de lo normal: la pugna entre el santismo y el uribismo, el empeño en fortalecer posiciones con miras a las presidenciales de 2018, las posiciones en favor y en contra del proceso de paz, la supervivencia de los partidos pequeños y la competencia interna entre los integrantes de la Unidad Nacional por definir quién tiene la primacía en la coalición.

Las elecciones locales en Colombia no arrojan resultados en blanco y negro. Es tan variado el modelo de alianzas y coaliciones en cada municipio y departamento, que no es fácil establecer el criterio para definir al ganador. ¿El que alcance más gobernaciones o alcaldías? ¿El que obtenga más votos? ¿El que participe en más alianzas ganadoras? Desde ya se puede prever que el 25 de octubre, a las siete de la noche, los partidos echarán mano del criterio de evaluación que más les convenga para declararse ganadores.

Lo cierto es que todo, en las campañas que se avecinan, es diferente a las del año pasado. Las de 2014 eran nacionales. Las de 2015, locales. Aun así, más que haber concedido unos avales e inscrito unos candidatos, cada partido tiene intereses en juego. SEMANA interrogó sobre este tema a los directores de las principales fuerzas políticas del país para sacar conclusiones sobre qué se juega cada partido.

La U: mantener el liderato

El Partido de la U ha obtenido la mayor votación en los últimos años. Fue el partido de Uribe cuando estuvo en el poder, y ahora es el de Santos. A pesar de que el gobierno atraviesa un mal momento en las encuestas, y de que el clima de opinión es pesimista, el partido aspira a conservar la camiseta amarilla como el más grande del país en votación, y por consiguiente en la Unidad Nacional. Un desempeño pobre de La U tendría un costo para el presidente Santos, que al fin de cuentas es el fundador de esa colectividad.

En un comienzo, La U intentó cumplir la directiva de Santos de buscar candidatos de coalición con Cambio Radical y el Partido Liberal. Al final, las realidades locales tuvieron más peso y se terminaron tejiendo coaliciones distintas en cada lugar. Y aunque tiene presencia nacional, La U espera sus mayores éxitos en la región Caribe y en departamentos como Valle del Cauca, con Dilian Francisca Toro y Angelino Garzón, y Norte de Santander, con William Villamizar.

Partido Liberal: la joya de la corona

Los rojos creen que pueden pelear por el título máximo: que el mayor número de gobernadores elegidos salgan de sus filas. De hecho, hace cuatro años alcanzó nueve, y ocho alcaldías de capital. Presentó candidatos en todo el país y aspira a conservar el dominio en algunos territorios que tradicionalmente le han sido favorables, como Santander (con Didier Tavera), y departamentos de la costa: Atlántico (con Eduardo Verano) y Bolívar (con Dumek Turbay)

Los liberales se jugarán a fondo en dos elecciones: la Alcaldía de Bogotá (con Rafael Pardo) y la Gobernación de Antioquia (con Luis Pérez). Ambos cargos, muy probablemente, tendrán los ganadores con mayor número de votos depositados. Y los dos serían, para los rojos, una especie de reconquistas de gran valor estratégico.

La más importante es la de la Alcaldía de Bogotá. Desde los lejanos tiempos de Jaime Castro, los liberales no han podido contar con aspirantes con capacidad de competir por la joya de la corona. Pardo (en coalición con La U, el Mira y un sector conservador) aparece en empate técnico en el primer lugar de las encuestas. La eventual victoria de un exministro, exdirector nacional, y excandidato presidencial de los liberales tendría un alto valor, tanto real como simbólico.

Centro Democrático: en busca de raíces

Estas elecciones no son cómodas para el uribismo. En sus filas, y en sus directivas, no esperan grandes resultados. El partido es nuevo (fue creado el año pasado) y no tiene todavía cuadros de candidatos en todo el país. Su principal figura, el expresidente Álvaro Uribe, es el líder político de mejor imagen en el país pero hasta ahora no ha mostrado capacidad de endosar sus apoyos a candidatos regionales.

Ni siquiera en Antioquia, la patria chica del actual senador, el Centro Democrático tiene algo seguro. Y en la mayoría de las circunscripciones en las que Óscar Iván Zuluaga alcanzó ventajas apreciables sobre sus rivales en las pasadas presidenciales, no tiene candidatos para pelear esos votos. Al uribismo, incluso, le ha tocado sumarse a candidatos de otras fuerzas archirrivales: con el liberal Arturo Calderón en Cesar, en Cali con Angelino Garzón de La U, y en Barranquilla con Alex Char de Cambio Radical.

El gran objetivo del uribismo en estos comicios es impulsar la elección de concejales en el país. Sería un paso cierto hacia la consolidación del CD como partido con organización nacional y con posiciones para diseñar su estrategia para las presidenciales de 2018.

Conservadores: mantener la tradición

En las toldas azules se vive una situación sui géneris. El Partido Conservador tiene una amplia representación territorial, sobre todo en algunos departamentos de tradición goda. Pero la situación actual –un sector con el gobierno, otro en la oposición– le impidió participar en un mayor número de alianzas con los partidos de la Unidad Nacional. Tampoco tiene un abanderado para luchar por el segundo cargo más importante en votos del país, la Alcaldía de Bogotá. Y en departamentos donde suele ser fuerte –Antioquia, Norte de Santander– no aparece entre los favoritos.

Sus cartas más esperanzadoras están en lugares como la Alcaldía de Montería (con Marcos Daniel Pineda), Cundinamarca (participa en la coalición de Nancy Patricia Gutiérrez), Boyacá (Juan Córdoba Suárez) y Huila (con Carlos Ramiro Chavarro). Pero el objetivo máximo es preservar el carácter de partido con presencia nacional.

Cambio Radical: Germán es el ‘man’


El partido del vicepresidente Germán Vargas Lleras tiene dos objetivos: mantenerse en las grandes ligas, junto con La U y los liberales, en términos de votación general, y elegir gobernadores y alcaldes que –dentro de las limitaciones que imponen las normas a la participación en política de los funcionarios– jueguen a favor de la candidatura presidencial de su jefe natural. Al fin y al cabo, Vargas y Jorge Enrique Robledo, del Polo Democrático, son los únicos candidatos a 2018 que ya están prácticamente definidos en esta elección de autoridades locales.

Cambio ha jugado duro en su política de entrega de avales. Ha preferido tener presencia en casi todos los departamentos, más que hacer alianzas con sus compañeros de Unidad Nacional. El caso más emblemático fue Bogotá –aunque no es el único– donde apoya a Enrique Peñalosa en competencia abierta con el aspirante de la coalición del gobierno. El partido es fuerte en Atlántico: su candidato a la Alcaldía, Alex Char, es gran favorito y ya tiene comportamientos de líder caribeño. Juega cartas de alta denominación en Magdalena (Rosa Cotes) y La Guajira (Oneida Pinto), y en alianzas tiene posibilidades de triunfo en varios departamentos.

Polo y verdes: la supervivencia

Los partidos minoritarios –el Polo Democrático, los verdes y el Mira– no cuentan con las organizaciones de los grandes partidos y no disputarán posiciones en el podio. Sin embargo, hay batallas simbólicas importantes que están a su alcance: Clara López, del Polo, a la Alcaldía de Bogotá, donde, según las encuestas, pelea cabeza a cabeza; Alonso Salazar, de los verdes, en la Alcaldía de Medellín; y Camilo Romero, también de los verdes, en la Gobernación de Nariño, donde se considera fijo.