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QUE NOS LA DEVUELVAN

SEMANA revela la increíble historia de la espada de Bolívar robada por el M-19, y que muchos creen que ya es hora de que sea devuelta.

3 de septiembre de 1990

Era la medianoche del 23 de abril de 1990. En un pequeño apartamento localizado en el norte de Bogotá, Carlos Pizarro, el entonces comandante del M-19, se acomodó en un mullido sofá. Allí lo estaban esperando tres de sus hombres de confianza. Cada uno de ellos había llegado solo, sin guardaespaldas. Sin testigos. Como lo habían acordado tres días atrás al finalizar una de las tantas jornadas de trabajo en la oficina del comandante del M-19.

Los minutos que antecedieron a la reunión secreta fueron de mucha tensión. Los cuatro hombres del M-19 estaban inquietos, todos aguardaban con impaciencia que el anfitrión, un hombre discreto pero buen conversador, diera la señal indicada. Pero los minutos transcurrían y la conversación continuaba centrada en el anecdotario que se vivió durante el proceso de desmovilización que había iniciado el M-19 y que el 9 de marzo finalizó con la entrega de las armas en el campamento de Santo Domingo, en el Cauca.

De pronto, el anfitrión se puso de pie y se dirigió a un pequeño cuarto. De allí trajo una caja de madera envuelta en sábanas. Lentamente comenzó a desenvolverla. Retiró el nudo de una cinta roja y ante los ojos de los miembros del M-19 quedó al descubierto la espada del Libertador Simón Bolívar. Pizarro la tomó en sus manos. La observó minuciosamente y la mostró a sus compañeros. Todos estaban como hipnotizados. Dos de ellos era la primera vez que la veían desde que el "Turco" Fayad, en enero de 1974, la sacó envuelta en una maxirruana de la Quinta de Bolívar para entregársela a su comandante Jaime Bateman y convertirla en el símbolo de lucha del M-19. En cambio, Carlos Pizarro era la segunda vez que la tenía en sus manos. La última había sido en 1985, cuando también con el "Turco" Fayad decidieron trasladarla de escondite y después de recorrer clandestinamente media ciudad con la espada metida en una caja de cartón repleta de piñas, se la entregaron a ese enigmático hombre con el que ahora estaban reunidos.

Minutos después, la espada regresó a la caja de madera. El hombre de confianza del M-19 la envolvió meticulosamente en plásticos embadurnados con vaselina. Luego colocó la cinta roja y tapó la caja con las sábanas. Revisó que todo estuviera bien y la metió en un viejo armario que cerró. Dieciséis años de leyenda volvían a quedar bajo llave.

"Pizarro estuvo muy pensativo y callado después de haber visto la espada. Como a los tres días nos reunió en su oficina con algunos "compas" de confianza y nos comentó que habia tomado una decisión: Primero, mantener la espada en el escondite en que
se encontraba, pues allí había estado cinco años y no había ningún peligro de que se perdiera o la policía la encontrara. Segundo, que la espada retornaria a la Quinta de Bolívar lo más pronto posible porque las condiciones estaban dadas para devolverla. Nosotros pensamos que el comandante ya tenía definida la fecha, pero desgraciadamente tres días después de la reunión lo mataron", señaló a SEMANA uno de los miembros del M-l9.

La leyenda de la espada del Libertador Simón Bolívar comenzó en 1970. Por aquel entonces Lucho Otero, uno de los más activos miembros del M-19, había comenzado a hacer sus primeros pinos de guerrillero en las Farc junto con Jaime Bateman. Ellos habían sido comisionados por Jacobo Arenas para crear el movimiento urbano de las Farc en Bogotá. Otero quería darle una mayor espectacularidad a la acción y se le ocurrió que para simbolizar el movimiento urbano qué mejor que identificarlo con el robo de la espada de Bolívar. Su idea no era original. La sacó de la lectura de un libro sobre los Tupamaros, en el que contaba que ellos habían tomado la bandera de Artigas como el símbolo de su movimiento. Su idea se desvaneció en segundos. La gente de las Farc no estuvo de acuerdo porque consideraba que la espada era un armatoste viejo que sólo servía para decorar la Quinta de Bolívar.

Pero cuatro años más tarde, cuando en la prensa colombiana comenzó a aparecer una extraña y original campaña publicitaria que desembocaría en el lanzamiento del M-19, el proyecto de Luis Otero fue hecho realidad por Alvaro Fayad. La campaña de expectativa finalizó con el robo de la espada y la toma del Concejo de Bogotá. Pero fue la primera acción, lo que originó los titulares de la prensa nacional y extranjera.

Todo comenzó el 17 de enero de 1974. Un grupo de 22 jóvenes entró al mediodía en la Quinta de Bolívar y a las cinco de la tarde, cuando el celador se disponía a cerrar las puertas al público, fue encañonado por un tembloroso muchacho que le dijo: "somos del M-19 y venimos por la espada". Mientras tanto, Alvaro Fayad destruyó con una varilla la una de cristal donde se encontraba la espada. La escondió entre la maxirruana que llevaba puesta y guardó los espolines en una mochila de lana y salió de la Quinta en busca de uno de sus compañeros que lo aguardaba a pocos metros en un Renault 12 Pero las cosas empezaron a complicarse desde el mismo momento en que abandonó la casa del Libertador Simón Bolívar. Ya era de noche y comenzaba a caer sobre Bogotá una pertinaz lluvia que obligó a los ocupantes del vehículo a encender las luces y poner en funcionamiento los limpiaparabrisas. Era tal el nerviosismo que ninguno de los ocupantes tenía idea de cómo funcionaban estos dos mecanismos del carro y decidieron parar en una bomba de gasolina donde un trabajador sospechó que el carro era robado y Fayad y sus guerrilleros "primíparos" tuvieron que abandonar el vehículo antes de que llegara la policía.

"Los bobos esos con la espada envuelta en la ruana comenzaron a caminar como alma que se los lleva el diablo por la Caracas rumbo al norte. Tenían que pasar por la 45 para que Carlos Pizarro los viera y él de inmediato llamara a los medios de comunicación y se identificara como miembro del M-19 y les dijera que fueran a la Quinta de Bolívar que allá había una noticia. Mientras tanto, los "compas" continuaron caminando en busca de la calle 100 donde los estaba esperando Bateman y allí le entregaron la espada. Eso fue todo un rollo porque Fayad llegó medio muerto a la 100. No quería dar un paso más y todavía miraba hacia atrás esperando la aparición de la policía", señaló uno de los integrantes del M-l9.

El primer escondite de la espada fue en una vieja casona en el centro de la ciudad. Allí permaneció cerca de cuatro años, la responsabilidad de su seguridad fue encomendada a Jaime Bateman. Ese día del robo, los integrantes del M-19 se reunieron en una casa del norte a la espera de noticias. Cuando la radio comenzó a hablar del robo y del M-19, se hizo un pacto. A partir de ese día, el cuidado de la espada y el secreto de donde estaría guardada sólo lo conocerían dos personas. El Comandante, y su más allegado colaborador. Nadie más tendría acceso a la información para evitar que las autoridades la encontraran.

"Unos días después del robo de las armas del Cantón Norte, por allá en 1978, comenzaron a caer muchos "compas" en manos de las autoridades. Bateman estaba preocupado por la seguridad de la espada porque en varias oportunidades las autoridades estuvieron muy cerca de encontrarla. Entonces decidió que había llegado la hora de cambiarla de sitio. Y otra vez el "Turco" se encargó de la misión. Ese era un hombre de ideas. El "huevón" se consiguió un ataúd y metió dentro de él la espada envuelta en pedazos de cartón. Luego, contrató una camioneta y colocó la caja en el platón y como quedaba una parte por fuera, le colocó un trapo rojo y comenzó su aventura por la ciudad. En un retén militar lo detuvieron. El hombre casi se muere. Pero ese era un verraco. Comenzó a llorar y dijo que llevaba el ataúd para la casa donde su hermano acababa de fallecer. Así la sacó de Bogotá. A las afueras de la ciudad estaban esperándolo Toledo Plata y el flaco Bateman y ellos se encargaron de llevarse la espada para otra ciudad. Allá permaneció escondida varios años. Una hora después de terminar el trabajo, el "Turco" cayó en manos de las autoridades, le contó a SEMANA uno de los protagonistas de la aventura.

Después de la muerte de Bateman, en abril de 1983, la dirigencia del M-l9 que encabezaba Iván Marino Ospina, decidió que la espada tenía que regresar a Bogotá. Muchos se opusieron porque la mayoría de los dirigentes estaban clandestinos y eran buscados por las autoridades. Y había quienes pensaban que el trasteo de la espada tenía que hacerla directamente Iván Marino, quien era el directo responsable.

"Eso fue un "camello". Iván Marino que parecía un caballo desbocado, decidió hacer él solo la operación. El "Turco" no pudo porque creo que estaba preso. Entonces se trajeron la espada en un camión para Bogotá. A la entrada estaba esperándolos un carro de esos dedicados al trasteo. Estaba lleno de muebles y estufas. Ahí metieron la espada y otra vez recorrieron la ciudad en busca del nuevo escondite" .

En 1985, cuando el "Turco" Fayad había reemplazado en la comandancia del M-19 a Iván Marino Ospina, muerto en un combate con el ejército en Cali, decidió que la espada no podía seguir dando vueltas de un lado para otro y en una reunión con los demás integrantes de la comandancia, decidió entregársela a una persona de confianza y ajena a los pasos del movimiento.

"Creo que esa fue la última morada de la espada. Otra vez el "Turco" en la operación. Esta vez con Carlos Pizarro. La sacaron en un carro, pero no utilizaron ningún camuflaje. Decidieron meterfierros y granadas en caso de que los detuvieran. Ambos eran buscados intensamente por las autoridádes. Afortunadamente no ocurrió nada. La espada ha permanecido en ese lugar en los últimos cinco años. Allá donde estuvo Carlos Pizarro unos días antes de que lo asesinaran. La espada no se ha perdido. Eso es pura mierda", agregó uno de los miembros del M-19 que habló con SEMANA.

Pero la leyenda que se ha tejido alrededor de la espada del Libertador Simón Bolívar es ahora una piedra en el zapato de Antonio Navarro Wolf, quien como nuevo comandante del M-19 es también el directo responsable de ella. Durante la vida guerrillera del movimiento la espada era sólo un símbolo. Pero hoy a la hora de la reincorporación a la vida civil, se ha convertido en un dolor de cabeza, más aún cuando el eme ha entrado a participar en el gobierno.

Muchas historias que andan sueltas señalan que la espada se perdió en uno de los múltiples trasteos. Otras, indican que la espada está en manos de Fidel Castro desde finales de los setenta cuando Jaime Bateman habría decidido que no podría estar más segura en otra parte que no fuera la isla de Fidel. Ahora, según algunos, el comandante Castro no quiere regresarla.

Ambas versiones han sido desmentidas por los miembros del M-19. "Lo que ocurre es que como hemos ganado un espacio político que nadie pensó que lográramos, hay quienes quieren desprestigiarnos a través de la espada de Simón Bolívar y han inventado todas las historias. Pero el M-19 le demostrará al país que sí cumple y devolverá la espada. ¿Cuándo?... en cualquier momento", dijo a SEMANA un integrante del movimiento.

Pero hay quienes afirman, al interior del M-19, que la devolución de la espada no se ha hecho porque desde la muerte de Carlos Pizarro se inició una serie de divisiones internas. Por un lado está el grupo que comparte la política de Navarro Wolf y en el otro bando están quienes dicen que Navarro traicionó los principios de Pizarro desde el momento en que asumió la comandancia del M-19. "La espada iba a devolverse el día de la quema de las armas. El comandante Pizarro se reunió con los demás miembros de su Estado Mayor y decidieron que era el momento más oportuno para que la espada regresara a la Quinta de Bolívar. Pero la decision se cambió cuando el gobierno comenzó a dilatar el proceso de la firma de la paz y Pizarro decidió que había que esperar cómo evolucionaha el proceso porque muchos temían que ocurriera lo de Corinto en la época de Belisario de Betancur. Por eso se aplazó su entrega".

La polvareda que se levantó en torno de la devolución de la espada tomó la fuerza de un huracán, cuando la semana pasada la junta directiva de la Sociedad Bolivariana de Colombia, hizo pública una petición a Navarro Wolf en la que le solicitaban que ante las nuevas circunstancias que vive el país "es hora de que le sea devuelta al patrimonio histórico de Colombia una de sus más preciadas reliquias: la espada del Libertador Simón Bolívar". El presidente de la Sociedad, coronel Alberto Lozano Cleves, señaló que nunca recibieron una respuesta a su petición por parte del M-19. "A nuestra solicitud, varias entidades culturales y grupos de intelectuales se solidarizaron y enviaron cartas al señor Navarro para que su movimiento político regrese la espada. La próxima semana la Academia de Historia hará pública su solidaridad con la Sociedad Bolivariana y pedirá que la espada sea devuelta por el M-19", indicó el coronel Lozano.

Los dirigentes del M-19 no han querido entrar a polemizar sobre el asunto. Navarro sólo atinó a decir a un periodista radial que lo acosó con la historia de la espada, "no vayamos tan rápido. Cada cosa a su tiempo" . Quizá hacía refereneia a la propuesta que se hizo por una parte del movimiento en el sentido de que el día más oportuno para la devolución de la espada era el 7 de agosto, durante la ceremonia de posesión del presidente César Gaviria. Para muchos un momento muy propicio para lograr un golpe publicitario, de esos en los que el M-19 es experto.

"Pero la entrega se aplazó porque el nombramiento de Navarro en el gabinete del presidente Gaviria estuvo entredicho hasta último momento. Entonces la propuesta de entregarla se archivó. Esta semana se realizará una reunión de la comandancia del movimiento para tomar una decisión. Como dijo alguna vez Fayad "la entregaremos cuando la mayoría nacional esté en el poder", creo que la hora ha llegado y vamos a cumplir", dijo la fuente a SEMANA.