¿QUE PROPONE LA IZQUIERDA?

Dirigentes populares, maestros y amnistiados figuran en la lista unitaria del Frente Democrático

2 de abril de 1984

La noticia causó desconcierto en la opinión y en muchos casos, reacciones de abierta hostilidad. Los maestros habían decidido participar en política y querían lanzarse como candidatos a concejos y asambleas en listas propias. A la cabeza de la decisión estaba Abel Rodríguez, el presidente de la Fecode, el poderoso y antigobiernista sindicato de maestros que agrupa más de 180.000 afiliados. Lo que inicialmente fue una decisión individual, se generalizó y adquirió un carácter gremial cuando en una asamblea nacional la Fecode decidió apoyar oficialmente las candidaturas e impulsarlas.
Por esa misma época se estaban discutiendo en los distintos sectores de la izquierda --como sucede siempre en vísperas electorales, generalmente sin mayores resultados-- la posibilidad de conformar una lista unitaria.
La fuerza mayoritaria, el Partido Comunista, se había transado tradicionalmente por las alianzas electorales con sectores liberales que consideraba progresistas. Sin embargo, en este período tal política no parecía ofrecer demasiados réditos, toda vez que las figuras liberales que la gente podía considerar renovadoras estaban férreamente ancladas en su partido de origen y permanecían indiferentes a los acuerdos con la izquierda.
Por otro lado, estaban tratando de decidir su futuro electoral sectores tradicionalmente abstencionistas, como los seguidores del padre Camilo Torres, que tras una frustrada experiencia en la lucha armada decidían emprender la contienda política legal. Estas corrientes tenían la idea de lanzar como candidatos a dirigentes suyos que habían salido de la prisión tras la amnistía. Consideraban que un amnistiado en las corporaciones era la persona idónea para presionar por la apertura política y las garantías necesarias para la plena transformación de los grupos guerrilleros en partidos legales. Además, en la medida en que habían sido víctimas de tortura y otros atropellos en años anteriores, los amnistíados, según sostenían estos sectores, gozarían de credibilidad para emprender la defensa de los derechos humanos.
Estaban también los diversos partidos y personalidades socialistas --Gerardo Molina, PST, PSR-- que desde hace años venían presionando por el impulso en el país de listas de candidatos de los trabajadores al margen de las de los partidos que daban cabida a sus patrones. La sustentación política para tal propuesta era que sólo a través de una política independiente se podían defender las reivindicaciones laborales y democráticas del sector asalariado.
Así, el planteamiento común que se estaba gestando en las cuatro esquinas de la izquierda apareció coma el gancho para alcanzar, la tan esgrimida y nunca lograda unidad electoral de la izquierda. Después de discusiones interminables y de una complejísima secuencia de acuerdos y contra-acuerdos que amenazaban con romperse en cualquier momento, finalmente, por primera vez en la historia de la izquierda, se logró la unidad electoral. Si no se habían aliado todos sus componentes, sí lo habían hecho, por los menos, la gran mayoría. De este acuerdo surgieron las listas del Frente Democrático, conformadas por conocidas figuras del Partido Comunista --como Carlos Romero y Mario Upegui--, que ya han hecho varios bis en el Concejo de Bogotá; por los dirigentes del magisterio; por varios amnistiados y por una serie de líderes populares de sindicatos y barrios. Por fuera quedaba cualquier nombre liberal o conservador.
El gran ausente
Pero como no hay unidad respetable que no deje a alguien por fuera, aquí el gran ausente fue, obviamente, el MOIR. Como consecuencia de varios años de tratar de regirse por los indecifrables avatares de la política interna de la China, y como coletazo de una alianza electoral que le resultó funesta --la que hizo en el 78 con Consuelo de Montejo-- el MOIR había perdido casi por completo su prestigio y su arrastre electoral. Sus figuras de siempre, el concejal Carlos Bula y el diputado César Pardo, habían quedado por fuera y se habían borrado del mapa.
Esta vez, sin embargo, el MOIR tenía guardada una carta fuerte y pensaba jugársela solo. Se trataba de la candidatura al Concejo de Bogotá del hijo del Presidente, Diego Betancur, que tenía acogida en la opinión y que podía ayudar a reencauchar al partido.
Los medios de comunicación, generalmente parcos en información sobre la izquierda, le dieron sin embargo, a esta candidatura un buen despliegue ayudándola sensiblemente a consolidarse.
Según la encuesta Gallup, Diego Betancur es una fija para esta mitaca, aunque según los observadores políticos esto puede deberse más a un efecto de rebote del prestigio paterno que a méritos propios.
A pesar de la viabilidad de la candidatura levantada por el MOIR, los demás sectores de la izquierda descartaron la posibilidad de aliarse con este grupo a partir del momento en que decidió hacer girar su campaña en torno a un cerrado anticomunismo, y convirtió en principal fuente inspira dora de sus consignas, la propaganda contra gobiernos socialistas como el de Cuba y Nicaragua.
Objeciones
La aparición del magisterio como fuerza política le dio bríos a esta campaña de la izquierda y le abrió la posibilidad de arrastrar los votos de una franja de peso considerable, la de los maestros sindicalizados, y posiblemente también de otros sectores trabajadores que vienen manifestando un descontento creciente con el gobierno.
Evidentemente, hay mucha gente que ve con preocupación que un sindicato organizado y altamente radicalizado se cuele en la política nacional.
Nadie ignora que los maestros son quizá el gremio más beligerante y abiertamente antigobiernista. Sus paros son frecuentes y masivos. A finales del año pasado, la Fecode llenó la Plaza de Bolivar de Bogotá con cerca de 50.000 iracundos maestros que exigían aumento salarial, pago de los miles de millones de pesos que el Estado les adeuda por concepto de cesantías atrasadas, aumento de cupos para los niños en las escuelas y fortalecimiento de la educación pública.
El propio ministro de Gobierno, Alfonso Gómez Gómez, manifestó hace un mes sus reservas, aunque no por razones políticas sino legales, y pidió que el Tribunal de Garantías se pronunciara sobre la inhabilidad que pueden tener los maestros, como empleados públicos que son, para participar en política. Las sospechas del Ministro desataron de nuevo una polémica ya vieja en el país, y la semana pasada los pronunciamientos al respecto fueron antagónicos. El Consejo de Estado dio una recomendación en contra, diciendo que aunque no había ninguna norma expresa que los inhabilite sí existían reparos de carácter ético. Por el contrario, la Procuraduría emitió un fallo según el cual, por la Ley 4 de 1983, puede ejercer el cargo de concejal todo ciudadano, sea o no funcionario público.
Consultados por SEMANA, los dirigentes del magisterio opinaron que el concepto negativo del Consejo de Estado, al no tener fundamento jurídico, ni inhabilita sus candidatos ni anula sus listas, aunque sí las perjudica por la sensible confusión que puede generar.
La participación de sectores sindicales con una política propia e independiente es un hecho corriente en otros países, donde ha sido incluso la base para el surgimiento de partidos de corte laborista. En Colombia, sin embargo, es la primera vez que se registra y ha causado revuelo en la opinión pública.
Veteranos dirigentes del PC, maestros y amnistiados: es el plato fuerte que en esta mitaca le ofrece la lista de unidad de la izquierda al electorado.--
¿Quiénes son?
Concejo de Bogotá
Carlos Romero. Abogado de 50 años, miembro del Partido Comunista desde 1953. Ha sido detenido en 12 ocasiones por su participación en manifestaciones y paros civicos. Durante tres periodos ha sido concejal por la oposición.
Mario Upegui. Quindiano de 48 años, militante del Partido Comunista desde hace 25. Se dedica a la construcción de vivienda popular como presidente de la Central Nacional de Provivienda Es asesor experto en la legalización de vivienda en barrios piratas.
Asamblea de Cundinamarca
Abel Rodríguez. Tolimense de 36 años, graduado como maestro de escuela. Durante 18 años ha sido dirigente del magisterio, y presidente de Fecode desde hace 5. En una oportunidad fue suplente a la Cámara.
Mauricio Trujillo. Bogotano de 33 años, licenciado en Física y profesor de esa materia. Siendo miembro del ELN fue detenido y estuvo preso 5 años en 7 diferentes cárceles del país. En 1977 dejó de pertenecer al ELN. Fue amnistiado y puesto en libertad el año pasado.--