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El presidente Duque llegará a su segundo año de gobierno con un Congreso nada fácil. No es claro aún si aceptará pactar coaliciones con otros movimientos políticos. | Foto: León Darío Peláez

ANÁLISIS

¿Qué viene ahora para el Gobierno y para el Centro Democrático?

Al partido del presidente Iván Duque no le fue bien, y así lo reconoce Álvaro Uribe. Pero todo indica que insistirá en su esquema de no dar mermelada.

3 de noviembre de 2019

Al día siguiente de las elecciones locales, el expresidente Álvaro Uribe reconoció que su partido, el Centro Democrático, no había alcanzado los resultados que se había fijado. Llamó la atención que se hubiera apartado de la costumbre nacional según la cual todos los partidos y fuerzas acomodan los resultados para convencer a la opinión pública de que alcanzaron la victoria.

Uribe, en esta oportunidad, tomó otro camino al trinar: “Perdimos, reconozco la derrota con humildad”. Varios medios lo consideraron “el gran derrotado”, y el expresidente asumió la responsabilidad por el resultado. ¿Qué viene ahora para el Gobierno y para el Centro Democrático? La respuesta tiene dos componentes: en primer lugar, el alcance de la derrota. Y el segundo, si el presidente Duque considera que debe introducirle un giro a su administración en cuanto al manejo político y a la composición de su gabinete.

El uribismo vivió una derrota evidente y amplia, aunque no una catástrofe. El Centro Democrático no sufrió ninguna paliza, pero sus resultados se distancian de las expectativas generadas. Después del triunfo de Iván Duque en las últimas presidenciales, se daba por hecho que el domingo lograría un gran salto adelante en las locales y regionales. Y eso no ocurrió. Por el contrario, en algunos lugares tuvo derrotas muy dolorosas, como en las alcaldías de Bogotá y Medellín, donde ganaron Claudia López y Daniel Quintero. Hechos puntuales que explican que Uribe haya aceptado que la jornada resultó negativa para el Centro Democrático.

La derrota del uribismo es evidente. En el Centro Democrático hay tensiones.

En el Palacio de Nariño no hay euforia, pero tampoco una gran frustración. En algunos sectores del partido consideran exageradas las declaraciones del expresidente Uribe. Al fin y al cabo, los resultados obtenidos no fueron tan distintos a los alcanzados en las últimas elecciones locales. Eso sí, hubo derrotas significativas, como en Bogotá, donde Miguel Uribe Turbay ocupó el último lugar, después de haber sido secretario de Gobierno en la saliente Alcaldía de Enrique Peñalosa.

Otros factores alivian los sentimientos de derrota que cunden entre los seguidores del partido del presidente Duque. Durante los meses anteriores al domingo 29 se creó un clima de preocupación y rechazo por el crecimiento de la violencia. Pero en las vecindades de la fecha definitiva, el ambiente se calmó y el día de la votación fue el más tranquilo del año. El Gobierno considera que funcionaron los planes diseñados y puestos en marcha para proteger a candidatos amenazados y denunciar posibles delitos electorales. Y reclama el crédito por haberlo logrado.

Durante los meses anteriores al domingo 29 se creó un clima de preocupación y rechazo por el crecimiento de la violencia.

El presidente y su círculo más cercano ven otros elementos positivos en los resultados de la elección. Una lectura nacional arroja aumento en la participación en cuanto a concejos, asambleas, alcaldías y gobernaciones para su partido. El Centro Democrático está en proceso de consolidarse después de solo cinco años de existencia. Y ya cuenta en sus filas con el presidente de la república, es la primera fuerza en el Senado, la segunda en la Cámara, ocupa más de 190 alcaldías y 7 gobernaciones. Un resultado nada despreciable, aunque de menor dimensión que las expectativas. Este resultado, para la mayoría de los dirigentes del partido, es menos negativo de lo que se deduciría de las declaraciones de Uribe.

La gran pregunta es qué hará el presidente Duque. En sus primeras declaraciones, y en reuniones con copartidarios del Centro Democrático, ha dejado ver que no tiene en mente hacer un gran cambio de estrategia. En especial en la composición del Gobierno. Desde que este se inició, algunos partidos como Cambio Radical y el Liberal han mostrado su disposición de formar parte de la coalición gubernamental. Y ese sentimiento se ha fortalecido desde las elecciones locales del 26 de octubre. Sin embargo, las señales enviadas por el Palacio de Nariño indican que no hay intenciones de rectificación en la estrategia política del Gobierno y habría que ver hasta dónde está dispuesto a mantener esa postura. Sobre todo si está dispuesto a pagar un precio muy alto en materia de gobernabilidad.

El futuro del Gobierno de Iván Duque no solo depende de lo que decida el Centro Democrático. También de la actitud de los otros partidos que, ante una polarización muy profunda, puedan preferir la oposición que hacer parte del Gobierno a pesar de compartir posturas sobre grandes temas. Hasta el momento, La U, el Partido Liberal y Cambio Radical se han mantenido por fuera, pero al inicio del gobierno alcanzaron a enviar algunas señales de que estarían dispuestos a revisar sus posiciones. Eso sí, una hipótesis sobre el ingreso de más partidos requeriría de que el Gobierno revisara algunas posiciones, lo que por ahora no se vislumbra.

En el alto Gobierno no se percibe un ambiente apto para replantear el esquema político. En el entorno presidencial, las cabezas con mayor influencia son Álvaro Uribe –desde luego–; el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, y la vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez. Los analistas más cercanos a Palacio consideran que en el círculo más influyente de Duque no hay, siquiera, intenciones de replantear las relaciones entre la Presidencia y el poder Legislativo. Es decir que, si bien el domingo 27 resultó desfavorable para el uribismo la idea de modificar el esquema político para facilitar el ingreso de partidos como el Liberal, La U o Cambio Radical, no reúne un consenso interno.

Hay, sí, un sector partidario de revisar el esquema político. Que considera, en resumen, que debería fortalecer su base con miras a los casi tres años que le faltan, y con la participación de otros partidos diferentes al Centro Democrático. En la práctica, eso se traduciría en el ingreso de los liberales, Cambio Radical y La U. Pero este grupo minoritario no manda la parada. La mayoría de los analistas de la presidencia de Duque le apuesta a que no habrá un gran cambio, al menos por ahora, a pesar de que los resultados en las elecciones locales le fueron adversos al Centro Democrático.

Todo depende, en buena medida, de lo que haga el presidente Duque desde Palacio para fortalecer la comunicación. Hasta el momento, en la primera semana después de las elecciones locales, predomina la idea de que se necesita modificar la relación con la oposición. Falta ver hasta cuándo se prolonga este sentimiento, por ahora mayoritario.