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Entrevista

"Quedamos en el radar de la Unión Europea"

Alfonso López Caballero, embajador en el Reino Unido, explica la trascendencia para el país de la cumbre realizada la semana pasada en Londres.

13 de julio de 2003

El hecho de politica internacional más importante de la semana pasada en Inglaterra tuvo como protagonista a Colombia. Durante dos días, en Londres, representantes de la Unión Europea, de los gobiernos de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Japón, México, Noruega, Suiza, Estados Unidos y de la Comisión Europea, la Corporación Andina de Fomento, el BID, el FMI y el Banco Mundial analizaron la situación de Colombia para determinar el apoyo que recibirá de la comunidad internacional a través de la llamada Mesa de Donantes.

SEMANA: ¿La reunión de Londres fue un saludo a la bandera o realmente tendrá efectos concretos?

Alfonso Lopez Caballero: Sin temor a equivocarme, creo que es una reunión que ha cambiado el posicionamiento de Colombia en el panorama mundial, pues es la primera que aparece en serio en el radar de la Unión Europea. Fue una cumbre en la que todos los asistentes, de un altísimo nivel, examinaron, con rigor y detalle, la situación de Colombia en un hecho que no tiene antecedentes en nuestra diplomacia.

SEMANA: ¿Por qué se escogió al Reino Unido como país sede de la reunión?

A.L.C.: Es tal vez lo más significativo. Que un país del peso de éste, por iniciativa propia y no por solicitud del gobierno de Colombia, se hubiera ofrecido a convocar y manejar esa reunión es un mensaje que no se le escapó a nadie. Le doy sólo un detalle, Bill Rammell, ministro de Asuntos Exteriores encargado de Latinoamérica, permaneció durante toda la reunión.

SEMANA: ¿Pero cuál fue el resultado?

A.L.C.: Dos cosas muy importantes: primero, poner en evidencia el compromiso de la comunidad internacional con Colombia y, segundo, dejar el camino preparado para que la Mesa de Donantes que tendrá lugar a finales del año sea un éxito.

SEMANA: Sin embargo hubo serias críticas por las violaciones a los derechos humanos.

A.L.C.: Cierto. Esa es una preocupación que no es solamente de las ONG y de los gobiernos europeos sino de nuestro gobierno y de toda la sociedad colombiana. Lo que es muy significativo es que, sin desconocer que ese es un problema muy grave, ha quedado en claro que el gobierno colombiano ni cohonesta ni dirige ese tipo de conductas.

SEMANA: ¿Qué gravedad tuvo la confrontación de los representantes de las ONG con el vicepresidente Santos y la canciller Barco?

A.L.C.: Yo tengo una lectura positiva de eso. La cúpula del gobierno colombiano y los representantes de los demás países invitaron a las ONG precisamente para escucharlas, para tomar nota de sus puntos de vista, y eso a mí me pareció un ejercicio de diálogo, de expresión democrática de una enorme validez.

SEMANA: Esa es su lectura, ¿pero cuál es la de los países europeos?

A.L.C.: Yo no puedo hablar por ellos. Pero quiero decirle sólo una cosa: después de escuchar la intervención del vicepresidente Santos y de la ministra Barco creo que son pocas las personas que pueden llegar a pensar que éstos sean los representantes de un gobierno que viola los derechos humanos.

SEMANA: Sin embargo existe la sensación de que fueron muchos los puntos de distanciamiento entre gobierno y ONG.

A.L.C.: Hay diferencias pero también coincidencias significativas. Por ejemplo, en buscar urgentes y eficaces soluciones al drama de los desplazados, en la lucha contra la impunidad, fortaleciendo el aparato de justicia, en reconocer la trascendencia de las Naciones Unidas para buscar una salida negociada al conflicto, sólo por enumerar algunos de los puntos. Colombia es una sociedad democrática y heterogénea, por lo que la diversidad de puntos de vistas es natural.

SEMANA: ¿Para Colombia hay un antes y un después con esta reunión?

A.L.C.: Naturalmente. A nivel regional se demostró que la Unión Europea, que en el pasado llegó a ser equidistante entre el gobierno y la guerrilla, hoy está claramente alineada del lado de las instituciones. Y a nivel global se logró que por fin el mundo aceptara que hay un principio de corresponsabilidad en relación con el narcotráfico. Eso era lo que Colombia había buscado siempre.