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¿Quién era Margaret Mitchell?

El escritor Juan Gabriel Vásquez escribe para SEMANA.COM acerca de la obra centenaria

Juan Gabriel Vásquez
12 de junio de 2000

Los grandes best-sellers populares de este siglo llevan una marca de raza: el ocasional olvido de su autor y la permanencia de la película a la que dieron lugar. Lo que el viento se llevó evoca para cualquiera las figuras de Scarlett O’Hara y de Rhett Butler, y casi cualquiera sabe que Clark Gable y Vivien Leigh representaron la historia en el cine. Pero el nombre de Margaret Mitchell, una mujercita de apenas metro y medio de estatura, que nació hace exactamente un siglo y que tardó diez años en escribir su única novela, resulta aún extraño para muchos.

De Margaret Mitchell se ha dicho que no era más que una ama de casa con suerte. La opinión fue corriente en los sesenta, cuando el mundo ingenuo se fascinaba con los experimentos literarios de todas las variantes del posmodernismo, y una historia romántica, simple en su forma y cargada de acontecimientos en su fondo, generaba una desconfianza muy parecida al desprecio. Lo que convenientemente ignoran sus críticos es que Mitchell escribía relatos desde los diez años, y también obras de teatro que montaba con ayuda de los niños vecinos. Los más celosos han sostenido que, si Mitchell mandó a quemar su manuscrito y los documentos relacionados con él, fue para ocultar el hecho de que un amigo —un amigo hombre, por supuesto— escribió la novela, y no ella. Hoy sabemos, por notas tomadas como investigación para la novela y por algunos folios de muestra, que fue ella sola quien inventó y redactó las 1037 páginas que anunciaba la publicidad de la primera edición.

El 11 de agosto de 1949, Margaret Mitchell cruzó una calle para ir al cine, a ver Un cuento de Canterbury. Un taxi la atropelló; murió cinco días más tarde. El chofer había sido arrestado veinticuatro veces con anterioridad, siempre por conductas peligrosas al volante. A los veintiséis años, Mitchell comenzó a escribir la historia de una niña de dieciséis enfrentada a la guerra civil y a sus consecuencias; la niña se llamaba Pansy O’Hara, la historia se llamaba Mañana es otro día. Hoy, estos datos sorprenden tanto como el nombre de la autora.