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60 líderes de Caribe y Orinoquia debatieron sobre experiencias, lecciones aprendidas y retos de la reconciliación en sus territorios.

SOCIEDAD CIVIL

Reconciliación Colombia

La educación y el papel de las empresas en la construcción de la paz y la reconciliación fueron los temas más comentados en el encuentro realizado en Barranquilla.

22 de marzo de 2014

Más de 60 representantes de autoridades locales, empresarios y organizaciones sociales de los departamentos de la Región Caribe y de la Orinoquia acudieron al tercer encuentro regional a dialogar sobre las posibles fórmulas hacia la reconciliación exitosa del país. Por primera vez un debate sobre este tema reunió prácticamente a la mitad de Colombia: Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena, Sucre, junto a Arauca, Casanare, Guainía, Guaviare, Meta, Vaupés, Vichada y Amazonas.

En la misma mesa redonda, en Barranquilla y frente a 400 asistentes, ocuparon su lugar indígenas wayuu y sikuani, desmovilizados del Guaviare, ejecutivos de Ecopetrol y del Cerrejón, jóvenes del Cesar, campesinos de los Montes de María y los gobernadores de Meta y de Bolívar, entre otros. Estaban allí para representar regiones que durante muchos años sufrieron masacres, presencia de guerrilla y paramilitares, desapariciones y secuestros, pero que hoy pueden mostrar la otra cara de la moneda.

La educación fue un tema recurrente en el encuentro. Para muchos de los participantes no se podrá alcanzar la reconciliación si continúan las brechas entre educación pública y privada o rural y urbana. “Educar es darle a la gente la posibilidad de dar lo mejor de sí”, dijo Antonio Celia, presidente de Promigás, quien pidió más inversión en este tema a los otros empresarios y al gobierno nacional. Varias entidades, como Fenalco y la Federación Nacional de Cafeteros presentaron proyectos que incluyen capítulos de capacitación y pedagogía a campesinos, víctimas y desmovilizados.

Otra de las demandas unánimes, que también fue tema de discusión de las jornadas anteriores, fue darles mayor autonomía a las regiones. El gobernador del Meta, Alan Jara, quien permaneció secuestrado siete años por las Farc, defendió con fuerza esta tesis: “El debate de la reconciliación tiene que darse regionalmente, porque allí es donde se ha vivido el conflicto”, dijo, e hizo un llamado al Estado a que, tal como ha invertido en seguridad en años anteriores, disponga dineros para crear herramientas de reconciliación: “Yo propongo que los recursos que se inviertan en el posconflicto sean directamente proporcionales al impacto que ha tenido la guerra en cada territorio”, dijo. 

Por otra parte, el papel de la empresa privada en la reconciliación, que ya ha sido importante en los tres encuentros propiciados por el proyecto Reconciliación Colombia, en Barranquilla fue objeto de un especial énfasis. Los representantes de varias comunidades fueron enfáticos a la hora de reclamar por la forma como actúan los empresarios en su territorio y cómo creen que esto puede cambiar. Aunque han crecido y viven en regiones muy distantes de la geografía nacional, Rosalba Jiménez, indígena de la etnia sikuani en los llanos, y Débora Barros, víctima de la masacre de Bahía Portete en La Guajira, coincidieron en que las empresas no tienen en cuenta a sus comunidades. Y en que si lo hacen, es para negociar con algunos por debajo de la mesa. Alberto Baquero, profesor de la Academia de Historia del Meta, condensó el debate con una frase lapidaria: “No es posible que a las empresas les vaya bien y al país le vaya mal”.

En este espacio de diálogo, hubo voz para los reclamos pero también para mostrar que ya hay esfuerzos desde el sector privado por la paz y la reconciliación. Alquería tiene un proyecto en la serranía de La Macarena, que garantiza la compra de la leche a 1.400 campesinos que producen cerca de 10.000 litros al año. Muchos de ellos vivían antes de los cultivos ilícitos. El Grupo Caribe, por su parte, ha trabajado con 1.759 indígenas, afrodescendientes y víctimas en un proyecto de capacitación que los vincula laboralmente.

Otros empresarios están replanteando su labor e invitaron a que así lo hagan otras empresas. Juan Carlos Restrepo, vicepresidente de Comunicaciones de Cerrejón, dijo que día a día piensan en cómo reparar los posibles daños que generan en las comunidades, y Óscar Villadiego, vicepresidente de HSE y Sostenibilidad de Ecopetrol, contó que la empresa “se está reinventando para la realidad que se nos viene encima”.

También estuvieron en consideración pequeños procesos de reconciliación de comunidades en marcha. Como el de Ciro Canoles, líder de Macayepo (Bolívar), quien propició el reencuentro de su comunidad con la de Chengue (Sucre), luego de años de prejuicios que decían que unos eran paramilitares y los otros guerrilleros. O el del corregimiento de El Salado (Bolívar), que ha logrado reconstruirse física y moralmente luego de una de las peores masacres paramilitares de la historia del país. Dos historias que resaltan cómo desvanecer los estigmas es una herramienta fundamental para la reconciliación.

Por su lado, el relato de los esposos Wilson Arias, desmovilizado de las AUC, y Yurley Alvarado, exguerrillera de las Farc, quienes se conocieron cuando eran menores de edad y estaban en el programa de reinserción del ICBF. Ambos expresaron la importancia de entender las causas por las cuales muchos jóvenes han ingresado a los grupos armados ilegales. Tras ser reclutados  en contra de su voluntad siendo menores de edad, cuando tenían pocas oportunidades educativas y poco espacio de diálogo con sus padres, hoy trabajan juntos para generar oportunidades a los jóvenes de zonas vulnerables en Guaviare y prevenir que a otros les ocurra lo mismo.

Todos estos testimonios de vida dejaron claro que la reconciliación no llega solo con la firma de un acuerdo. La historia de Sandra Gutiérrez, presidenta de la junta de acción comunal de la vereda de Mesetas en la zona rural de Villavicencio, quien sufrió la violencia pero logró que desmovilizados y víctimas trabajen juntos en labores comunitarias, así lo demostró. “La paz no se hace con firmas sino con hechos cumplidos y eso es lo que quiero demostrar”, dijo.

Este es el tercer encuentro que realiza Reconciliación Colombia, una iniciativa promovida por entidades multilaterales, empresas privadas, organizaciones sociales y medios de comunicación nacionales y regionales, en busca de generar diálogos entre regiones y actores para sentar las bases de un país reconciliado. Y para resaltar las iniciativas locales que demuestran que sí es posible pasar la página de la violencia.

La próxima jornada será en Bucaramanga, el 23 de abril, con representantes del Eje Cafetero y el oriente del país. También se hará un encuentro nacional en Bogotá. La idea es que en las regiones se empiece a tomar conciencia de que la paz no se va a dar solo con la firma de un acuerdo, sino que se debe construir desde ya en cada territorio con todos los sectores.