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| Foto: Imagen tomada de: http://radio.uchile.cl

ENTREVISTA

“Por mal manejo en La Haya, Colombia enfrentará una situación internacional muy complicada”

Entrevista de Semana.com con el abogado internacionalista Juan Daniel Jaramillo, considerado el principal crítico del manejo que se le ha dado al fallo de la CIJ.

5 de abril de 2016

Semana.com: Usted es considerado tal vez el principal crítico del manejo que se le ha dado a los casos de la Corte de La Haya. Da la impresión que se la ha convertido en una obsesión, como si usted fuera un profeta incomprendido.

Juan Daniel Jaramillo: Mire, yo no soy profeta. Simplemente vengo estudiando derecho internacional desde que cumplí 16 años y posiblemente antes como recuerdan mis condiscípulos de secundaria, entonces llevo aproximadamente 40 años en esta tarea disciplinada desde la academia, los organismos multilaterales y el ejercicio profesional. En el conflicto con Nicaragua, desde 1980 cuando Nicaragua cometió el acto ilegal de desconocer el Tratado Esguerra-Bárcenas, vengo siguiendo las incidencias del conflicto y desde 1996 empecé a trabajar profesionalmente en el tema dentro de la Comisión presidida por el expresidente Alfonso López Michelsen. Brevemente lo hice también unos meses en este gobierno bajo la dirección ausente de profesionalismo de la canciller.

Semana.com: ¿Y cómo ve las cosas ahora?

J. D. J.: Mi predicción informada es que, a partir del manejo ligero, por no decir torpe, que le han dado los agentes Arrieta y Cepeda, Colombia puede terminar abocada a una situación internacional en extremo compleja, con la mitad de la plataforma continental extendida partida en dos. Apenas comparable con la pérdida de Panamá y la guerra con Perú en la administración Olaya.

Semana.com: Explíquenos en qué consiste eso de la partición de la plataforma continental

J. D. J.: Ya la CIJ se declaró competente y no lo hizo para cruzarse de brazos y no hacer nada. Lo hizo para actuar en desarrollo de un activismo judicial del cual ha sido abanderado su actual presidente, el francés Tony Abraham. La hermenéutica jurídica está aquí claramente basada en los antecedentes judiciales recientes. Y se tomará el fallo Bangladesh-Myanmar del Tribunal Internacional del Mar de la ONU de 2012 donde se rechazó el argumento de Myanmar [léase Colombia] de que Bangladesh [léase Nicaragua] no tenía derecho a la plataforma continental extendida más allá de las 200 millas náuticas. Se rechazó el argumento de Myanmar de la ausencia de exámenes geodésicos y geomorfológicos al 100 por ciento de confiabilidad. Se omitió esta necesidad como también la de continuidad geológica de la placa tectónica hindú [léase Caribe] para decir que la prolongación se refiere a la extensión del margen continental solamente. Tampoco aceptó el tribunal, el origen geográfico de rocas sedimentarias que pudieran tener injerencia en la delimitación. Y en virtud del principio de equidad, ya aplicado a nosotros, dividió la plataforma continental. Así se cumpliría la pesadilla de una Nicaragua a pocas millas de nuestro Caribe continental.

Semana.com: Pero hay un debate sobre si la Convención del Mar de 1982 constituye o no derecho consuetudinario. Al fin y al cabo, Colombia ni firmó ni ratificó ese tratado. El expresidente Gaviria ha dicho que la CIJ violó por eso el derecho internacional y se debe exigir que no nos lo apliquen.

J. D. J.: Con todo el respeto que profeso por el expresidente Gaviria tengo que decir que se encuentra desinformado. Convemar es hoy derecho consuetudinario, hecho jurídico aceptado por Estados Unidos, país que ya la firmó. Pero voy más lejos.

Conceptos de los departamentos de Estado, Justicia y Comercio de esta nación dicen que el artículo 76 relativo a la delimitación de plataforma continental extendida es derecho consuetudinario absoluto así no medie la ratificación del Congreso. Así lo están aplicando todos los países del mundo incluido Estados Unidos. Ello por el hecho de haber sido firmada por cerca de 160 países. Pretender que no existe una obligación teórica es proyectar, como lo hicieron Arrieta y Cepeda, sobre  datos fácticos y jurídicos irreales a estas alturas de la historia jurídica global. Sería como pretender que el principio del mar abierto o alta mar, derecho consuetudinario desde Grocio en el siglo XV no nos comprometa y podamos empezar a ocupar porciones de esta masa de agua donde nos antoje, como si anduviéramos por pleno año 1000. Sobre esta realidad del derecho consuetudinario del mar se ha debido articular la estrategia jurídico-internacional, pero no se hizo.

Semana.com: ¿Qué cree usted que se debió haber hecho?

J. D. J.: Lo dije al retirarme del grupo de abogados nombrado por el presidente Santos: retiro ipso facto del Pacto de Bogotá a través de declaración cuidadosamente motivada en derecho internacional, en postulación de doctrina emergente colombiana, frente a un fallo, el de 2012, que se excedió en las previsiones estatutarias de la CIJ y de la Carta de la ONU. Esta declaración se lo notificaba a la CIJ en La Haya con la posición clara de que no admitiríamos ninguna otra demanda. Además, debimos haber esgrimido nuestra objeción persistente a Convemar, figura viable en derecho internacional. Simultáneamente se le debió aconsejar al presidente firmar el decreto que le preparamos con el doctor Rafael Nieto Navia para trazar las líneas de base rectas en el archipiélago y minimizar legalmente el fallo de 2012. Con posterioridad invitábamos formalmente a Nicaragua a la apertura de negociaciones con mediador que habría podido ser un país netamente neutro como Alemania. Nada de eso se hizo.

Semana.com: ¿Por qué no nos explica lo que llama objeción persistente a Convemar?

J. D. J.: No lo bautizo yo, aunque he escrito sobre la figura y la he recomendado en opiniones expertas que he hecho profesionalmente y han señalado la ruta e procesos exitosos de dos Estados en tribunales internacionales. Una norma de derecho consuetudinario internacional es obligatoria sobre todos los Estados, pero un país puede oponerse a ella. No invocando los pretextos leguleyos de que no se firmó un tratado sino acogiéndose y desarrollando esta doctrina que nos construye una excepción al derecho consuetudinario. Le explico: la objeción significa una oposición llamemos constitutiva y estructural al derecho consuetudinario. La acogió la CIJ en los fallos Haya de la Torre y otro entre Gran Bretaña y Noruega, otro entre Gran Bretaña y Alemania. En 2008, Estados Unidos la invocó en famoso arbitraje relativo al Nafta. La impuso. La oposición persistente ha podido invocarse, hecho que se confirma en las conferencias del Mar que terminaron con el texto definitivo. La posición de Colombia, bien reticente a conceptos como plataforma extendida, fue trabajada brillantemente por nuestros delegados Héctor Charry Samper y Enrique Gaviria Liévano durante los gobiernos López y Turbay. Entonces se trataba de probar a través de instrucciones diplomáticas y otros elementos esta oposición razonada. Pero al doctor Gaviria no lo quería de cerca Holguín pues le parecía muy “jarto”. Así me lo dijo.

Semana.com: Usted ha tenido discusiones sobre estos temas con el presidente Santos. ¿Le propuso todo lo que nos está diciendo?

J. D. J.: Por supuesto. La ministra dijo que era suficiente que Colombia no hubiera firmado Convemar. ¡Hágame el favor! Eso significa desconocer la armazón jurisprudencial del derecho consuetudinario, que es extraordinariamente compleja, llena de ramificaciones y variantes. Llevo estudiándola toda mi vida y no he terminado. Se la volví a mencionar a Arrieta pues recibió el señalamiento de ser nuestro interlocutor con el gobierno. Las propuestas pasaban por su filtro. Como lo ha dicho la doctora Marta Lucía Ramírez es tanto como si a un enfermo grave del corazón, se le designa médico y director de la junta de expertos a un urólogo. Al enfermo le prolonga la vida unos días el urólogo pero termina muerto. Pero se la mencioné y ridiculizó mi explicación. Sobre eso se han publicado centenares de libros, ensayos y se basan hoy fallos en decenas de tribunales.

Semana.com: ¿Y fue Carlos Gustavo Arrieta quien dirigió la comisión?

J. D. J.: Sí, pero no solo eso. La ministra determinó que las reuniones debían celebrarse en su oficina particular. Concurrí con reservas pero ella dijo que así debía ser y además él nos daría pandeyucas, que siempre eran tiesos e inmasticables, por lo cual debíamos estar muy agradecidos. Fueron sus palabras. Pero pronto quedé hastiado de tanta improvisación y ausencia de conocimientos ya que los únicos dos internacionalistas experimentados éramos el doctor Rafael Nieto Navia y yo. Le exigí a la canciller que si las reuniones no se hacían en el Palacio de San Carlos me iba. También le dije que se debían llevar actas y dijo que para qué.

Semana.com: ¿Colombia podría reclamar todavía la doctrina de la objeción persistente?

J. D. J.: Claro que sí. Pero esto no va a ocurrir porque ya la canciller dijo que el presidente Santos los confirmó en su tarea y les agradeció su labor. Entonces hay que creerle. Llegarán dos fallos más graves aún, gravísimos porque nos van a cercenar territorio nuestro y el país tendrá que estar preparado. Le cuento. El paso siguiente en la comisión López Michelsen donde estuve nombrado por el presidente Samper era estudiar la doctrina de objeción persistente y su relación con la posición de Colombia relativa a Convemar. La propuse yo y recibí el apoyo de todos sus miembros. Pero eso se le dejó al siguiente gobierno. Yo, por interés académico, en la ONU y la academia en el exterior seguí estudiándola. Entonces llevo 20 años en esto. Y he tenido la satisfacción de aplicarla victoriosamente en dos casos. Desde La Haya y Nueva York fui dos veces a París a discutirla con el maestro Prosper Weil,  progenitor de esta corriente, miembro también de la comisión. Pero estos son mis estudios, la hechura del bobo como me llama Arrieta.

Semana.com: ¿Y qué responsabilidad les atribuye usted a los presidentes durante todos los años que ha durado este proceso?

J. D. J.: El presidente Santos solo ha pensado en el bien del país, créame que tengo la convicción más honda. Como también lo hicieron los presidentes Uribe y Pastrana. Erraron en gerencia de recursos humanos. Uno no les entrega un caso tan delicado y difícil a dos inexpertos. En esto hay responsabilidad como también de Andrés Pastrana, a quien estimo, al haberse rodeado de igualmente inexpertos.  Si seguimos con chauvinismos emotivos y quejosos que culpan a la CIJ, la situación se va agravar. Sí: hay de qué decir que la CIJ se equivocó pero esto hay que armarlo estratégicamente y dotarlo de muy ricos y convincentes contenidos. Es infortunado que esto no vaya a ocurrir.

Semana.com: Todo el país ha rodeado al presidente Santos, incluido el expresidente Uribe, con quien usted también ha trabajado. ¿Se puede decir que ha habido una política de Estado para afrontar la crisis?

J. D. J.: Álvaro Uribe, al contrario de lo que invocan sus perseguidores personales, es un demócrata que ama el diálogo. Miles de veces hemos controvertido y ahí seguimos con gran afecto. Es que a los presidentes hay que decirles no cuando hay razones y no vivir endulzándoles el oído y en posición de  lagartija barata. A Fernando Carrillo, mi amigo de adolescencia,  le oí decir cuando aceptó el Ministerio del Interior que a un presidente no se le puede decir no. ¡Por Dios! Hay que decirles sí o no, pero preferiblemente no. Yo ya lo he hecho en el pasado cuando se me ha invitado a ingresar a un gobierno. En cuanto a la política de Estado, pues esto fue lo que hizo el presidente Olaya cuando estalló el conflicto con Perú Su opositor vehemente, Laureano Gómez, lo apoyó sin esguinces y fue un conservador importante, Roberto Urdaneta Arbeláez, abogado internacionalista experto, primer colombiano que participó en tribunales internacionales de arbitraje, quien asumió la Cancillería y sacó avante a Colombia.

Semana.com: Usted en todo momento muestra un evidente resentimiento no solo frente a la canciller, sino también frente al doctor Arrieta. ¿No cree que sus críticas tendrían más credibilidad si tuvieran menos pasión?

J. D. J.: Mis opiniones son el resultado de haberlos observado actuar sin responsabilidad ni conocimientos. En Colombia hay abogados internacionalistas muy competentes y los ignoraron. A los más veteranos nos injuriaron. Pero no guardo antipatía personal. Mucho dolor de patria sí.