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Acandí, Chocó. | Foto: León Darío Peláez

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La patrulla aérea en Acandí, Chocó

Un puñado de experimentados pilotos y médicos arriesga sus vidas para llegar a los lugares más apartados y abandonados del país llevando atención médica. (Reportaje gráfico de León Darío Peláez).

León Darío Peláez/ SEMANA
13 de septiembre de 2013


En el extremo norte del Chocó –a orillas del mar Caribe en la frontera con Panamá y a 366 kilómetros de Quibdó– se encuentra el municipio de Acandí. Hasta allí llegó la Patrulla Aérea Civil Colombiana después de dos horas de vuelo desde Bogotá para realizar durante siete días una jornada médica con niños, adultos y ancianos en esta población de 12.000 habitantes enclavada en las selvas del Darién.

En una pista sin pavimentar y sin torre de control fueron aterrizando en una nube de polvo las ocho aeronaves con 22 médicos especialistas en pediatría, optometría, ginecología, dermatología y cirugía oftalmológica. Desde el 19 de agosto se encontraba otro equipo médico en avanzada haciendo las historias clínicas y clasificando a los pacientes para las cirugías. Todo el equipo médico y de logística así como los pilotos son voluntarios y realizan este trabajo con carácter humanitario.

Todas las mañanas desde temprano a pesar de los 30 grados centígrados los habitantes de Acandí llegaban al Centro Educativo Inmaculado de María a pedir cita para ser atendidos. Muchos jamás habían estado con un especialista y otros no sabían por qué se estaban quedando ciegos y que con una simple cirugía de cataratas volvían a ver los colores del mar, el verde brillante de las selvas y la risa perlada de hijos y nietos después de una agradecida jornada de pesca.

Todo el pueblo se revolucionó viendo tantos aviones sobrevolando y tantas carretillas con caballos cargando médicos, enfermeros, técnicos, equipos y medicamentos. Todos preguntaban por la llegada de este circo de la salud nunca antes visto, hasta que la bola se fue regando y comenzó a llegar gente caminando, a caballo y en lancha de la zona rural de Acandí como Capurganá, Peñaloza, Sapzurro, Aguacate, Caleta, San Miguel, San Francisco o Napú.
 
Después de las consultas médicas en las mañanas, se veían las mismas filas en las tardes y hasta altas horas de la noche, pero ya con caras asustadas. Pronto entrarían a una sala de cirugía del precario hospital Lacascario Barboza, aunque ya dotado para esta jornada con equipos tecnológicos de punta y médicos especialistas. 

El resultado final de esta brigada de salud, realizada por la Patrulla Aérea Civil Colombiana una fundación privada con carácter humanitario y con más de 40 años de experiencia, es admirable: se atendieron 1.269 personas, se realizaron 63 procedimientos quirúrgicos, se entregaron 513 fórmulas médicas y se donaron 227 lentes. Por este motivo todos los médicos voluntarios y la comitiva fueron despedidos como héroes por la comunidad, que encontró en ellos una pequeña solución a los problemas de salud que el Estado no ha podido subsanar.

Estos pilotos y médicos que trabajan sin ánimo de lucro en los lugares más apartados y abandonados del país volverán a empacar maletas el próximo 27 de septiembre. Su destino: Orocué, Casanare. Buenos vientos en esta noble causa.