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ROSARIO DE PERLAS

Mientras Maria del Rosario Casas asegura que fue una victima inocente del espionaje de su marido, un par de libros aparecidos en los Estados Unidos la describen como una mujer fría y calculadora que sabía qué terreno estaba pisando.

26 de junio de 1995

PARECERIA DIFICIL ENCONtrarle nuevos ángulos al drama de espionaje que enredó a la bogotana María del Rosario Casas de Ames con su esposo el ex agente de la Agencia Central de Inteligencia -CIA- Aldrich Rick Ames. Todo el mundo creyó terminada la historia cuando hace un año un juez federal la sentenció a purgar 63 meses de prisión por haber sido cómplice de su esposo. Este, a su vez, fue condenado a cadena perpetua no solo por haber vendido secretos a los rusos a cambio de más de dos millones de dólares. sino por haber precipitado por sus acciones la tértura y muerte de una docena de agentes secretos.
Sin embargo, la semana pasada hubo una nueva avalancha de información sobre el tema la entrevista que le hizo a Rosario desde su prisión en Estados Unidos, el periodista Darío Arizmendi en el programa Cara a cara, y la aparición simultánea en las librerías norteamericanas de dos libros sobre el embrollo.
Lo curioso es que las versiones encontradas no podían ser más contradictorias: enfocada en la cámara de Cara a cara Rosario se proyectó a la opinión colombiana como una esposa sensible y leal culpable únicamente de ser la víctima de un esposo entrenado para el engaño. En contraste en el libro Killer Spy el respetado escritor Paul Maas la describe como una mujer dominante, calculadora y ambiciosa. Por su parte, para el periodista David Wise en Nightmover Rosario era una ex agente de la misma CIA, demasiado astuta para no saber qué hacía su marido para ganar tanta plata adicional a su modesto sueldo.
Más allá de ese debate, lo cierto es que su traición a la patria convirtió a Ames en el espía más terrible en la historia de Estados Unidos. Y también, como señala Maas, en "un asesino en serie de sangre fría" bien diferente al torpe y confundido oficinista, una imagen que Ames y la misma CIA han tratado de difundir para encubrir sus propias faltas internas. Por eso, los dos autores norteamericanos dedican gran parte de sus obras a criticar la manera en que funciona el sistema de inteligencia en Washington.
Lo curioso es la tendencia, patente en ambod libros de invertir los papeles para pintar no tan malo al gringo frente a la personalidad de la colombiana. 'Es molesto pero realmente no depravado como al principio parece", opina el ejecutivo de una importante editorial en el país. "Así es la fórmula de los 'best seller': poner la realidad en un relieve un poco irreal, con algunas verdades, muchos verdades a medias y bastantes inexactitudes".
Según se sabe, el matrimonio Ames era una versión perversa de Pancho y Ramona, sobre todo después de que Rosario en septiembre de 1992 se enteró del espionaje de una manera típicamente colombiana: esculcando la billetera de su esposo. "A partir de entonces yo viví 18 meses de terror," dijo Rosario en Cara a cara. "Le rogaba dejar de hacerlo Le gritaba pero no me contestaba".
Durante nueve meses antes del arresto que tuvo lugar el 21 de febrero del año pasado, el FBI tuvo sus teléfonos intervenidos. En las grabaciones quedaron registrados los gritos de la colombiana. " Quizás por eso me creían dominante: yo furiosa y el siempre callado", agregó Rosario.

MAAS DESCRIBE
Al contrario de la imagen que la Casas dejó cuando enseñaba antropología en la Universidad de los Andes, Maas la describe como exigente, material y sexualmente. "En el invierno de 1985, antes de casarse, Rick se sintió acosado. Rosario quería vivir en un apartamento mejor. . . Ella hacía tantas compras que él tenía que endeudarse...Primero ella lo recriminaba por su situación económica, y luego en la cama le exigía también...El recuerda que temía no estar en condiciones de darle la vida que ella requería. Fue entonces que Rick se decidió" (a trabajar para los rusos), según Maas.
Tales conceptos, insistió Rosario en la entrevista, obedecen a "una extraña campaña en mi contra, a mucha desinformación". Y agregó: "Yo no le exigía nada antes de casarnos. Luego no nos faltaba nada. Y yo nunca me interesé en nuestras finanzas. Recuerdo que la única vez que le pregunté (sobre ellas) él no me contestó".
A pesar de que Maas reporta que los Ames gastaban un promedio de 30.000 dólares (24 millones de pesos) mensualmente en sólo tarjetas de crédito y que Rosario poseía 500 pares de zapatos, Rosario dijo, "ni yo ni mi familia nunca tocamos este dinero". Hasta se rió del cuento de los zapatos ¡muéstrelos!", insistió.
Tampoco acepta que sea cierto que compraron el apartamento de su mamá en Bogotá y un condominio en Cartagena con la plata de la traición, insiste Rosario. La CIA parece darle la razón en este asunto porque estas son las únicas de sus propiedades que el gobierno estadounidense no trató de confiscar.
El capítulo sobre la eventual confesión de Rosario es especialmente duro. Maas escribe que después de escucharla clandestinamente durante nueve meses el FBI concluyó que debido a que Rosario era 'estirada' (usaron la palabra snob) ella respondería a un trato de respeto en la indagatoria. También creyeron que ella era una "sobreviviente...que sacrificaría a Rick en un instante si le tocaba". Después de dos horas de interrogación, así fue. Y Maas remata, con sobrado melodrama, "Ni una sola vez preguntó por Rick".
No obstante en Cara a cara Rosario recalcó que Rick no era lo que parecía: tranquilo, pero inepto y alcohólico. Es decir, un fracaso. "Era muy inteligente, culto, leído", sostuvo. "Pero me di cuenta que su aparente calma no era sino indiferencia".

WISE RELATA
Lo novedoso del libro de Wise es el relato sobre cómo supuestamente Rosario, antes de conocer a Rick, cayó en manos de un veterano oficial de la CIA que la invitó sutilmente a "ingresar al mundo del espionaje sin descartar la posibilidad de meterse en su cama". Según Wise, David Samson, agente de la CIA en Ciudad México, conoció a Rosario en la tradicional reunión del mes de la embajada, y le llamó la atención que no encajaba en el estereotipo de la mujer latina.
"La mujer latina típica sabe pintarse las uñas y cómo vestirse para las fiestas", declaró Samson. "Ademas de atractiva Rosario era intelectual. Leía mucho".
Rosario tenía entonces 29 años y estaba recién llegada como agregada cultural de la embajada de Colombia en México. La relación dio buenos frutos rápidamente. En principio, Samson estaba interesado en el apartamento de la joven intelectual para llevar a cabo 'reuniones' durante el día con su gente. Así que se esmeró por hacerle favores que ella agradeció. Alguna vez que el sueldo de la Cancillería se retrasó, le prestó 1.000 dólares, que ella después le devolvió; enterado de que a Rosario le encantaba la música le compró un pasacintas Nakamichi.
Rosario no sabía que estaba tratando con un agente de la CIA.
Hasta ese momento Samson era un funcíonario común y corriente de la embajada. Pero el interés de Samson en su apartamento le debió despertar sospechas. El apartamento estaba a pocas cuadras de la embajada estadounidense, y era un sitio ideal para reunirse con sus oficiales. Rosario finalmente lo prestó y empezó a recibir un dinero por el favor.
En este punto, asegura el autor de Nightmover, Rosario firmó un contrato secreto con la CIA en el que se comprometía a no revelar jamás su relación con el gobierno de Estados Unidos. Así que acabó reclutada en la CIA por Samson, su "oficial de enlace".
En tono descarnado el autor del libro sostiene que cuando fue arrestada y pensando en su pequeño hijo Paul, Rosario trató de minimizar su participación en la CIA alegando que se había limitado a prestarle el apartamento a un amigo.
Pero los archivos muestran que después de firmado el contrato, Rosario sabía en qué aguas estaba nadando, "Samson no tenía duda de que Rosario se había dado cuenta entonces que ella era una agente de inteligencia. Y que en ese punto trabajaba para la CIA", dice Wise.
La misión de Rosario tenía un nombre: se llamaba 'Gtpotato' que era el seudónimo asignado a un hombre clave de la KGB, Igor Shurigyn, sobre quien tendría que reportar. Como Shurigyn era el presidente del club de diplomáticos en México, Samson pidió a Rosario lanzarse a la junta directiva del club.
Rosario ganó la elección a la junta y así allanó el camino para empezar su trabajo. Siguió la premisa de Samson de que un hombre habla más con una mujer que con otro hombre, y más si se trata de una atractiva mujer latina, sensible y culta, cuenta Wise.
Todo este episodio, sin embargo, no formó parte de la entrevista que trasmitió tanto la televisión colombiana como algunos canales latinos en Estados Unidos. Ese vacío en la información, demuestra que a pesar del tiempo transcurtido, todavía faltan por conocer muchos elementos en la historia de María del Rosario Casas. Y que aunque a los ojos de la opinión norteamericana los libros que han aparecido la están condenando, lo cierto es que en unos pocos años, esta colombiana va a tener una oportunidad que está enterrada para su esposo Aldrich Ames: la de contar su propia historia.