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Rumbo abierto

El gobierno y el distrito llegaron a un acuerdo para acabar con el cuello de botella para entrar y salir por el norte de la capital. ¿Otra promesa en falso?

12 de julio de 2008

Cuando todo indicaba que las relaciones entre el presidente Álvaro Uribe y el alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, iban a estar signadas por las diferencias entre el uribismo y el Polo, los dos gobernantes más importantes del país lograron zanjar sus diferencias y poner a los bogotanos por encima de las mismas. El martes pasado, el gobierno nacional y Bogotá llegaron a un importante acuerdo que, una vez se firme en los próximos días, le daría una solución definitiva a la movilidad del norte de Bogotá.

El pacto contempla una especie de intercambio de activos que permitirá la ampliación de la Autopista Norte, entre el peaje y la calle 183; de la carrera séptima, desde La Caro hasta la 180, y la construcción de un tren ligero urbano que unirá el norte con el occidente, usando la actual red férrea, que es de propiedad de la Nación.

Para ampliar la Autopista Norte, Bogotá le cederá la administración de la vía a la Nación desde la calle 183, para que Devinorte, empresa que tiene la concesión de la vía del peaje hacia Sopó, construya dos nuevos carriles y rehabilite los actuales.

Además, el operador deberá construir tres nuevos puentes, y así eliminar los caóticos retornos que sólo sirven para reducir la velocidad y la movilidad de la vía. Estos serán levantados en la calle Tibabita (193), en la avenida El Polo (entrada a Cafam) y en la vía a Guaymaral.

Para pagar la obra, cuyo costo podría superar los 270.000 millones de pesos, se extenderá la concesión. Lo que aún está por definir es si se aumentará el costo del peaje de salida o si se construirá uno nuevo, con una tarifa muy baja, en la entrada a Bogotá. Por su parte, la séptima será ampliada en un carril por sentido, bajo las condiciones que sean definidas para la autopista.

La buena noticia tiene un componente adicional, pues con el acuerdo Bogotá tendría un nuevo medio de transporte con el que nadie contaba: un tren ligero.

En el acuerdo del martes en Palacio de Nariño, se resolvió que la Nación le cederá a Bogotá la vía férrea que tiene en la ciudad, para que con el Distrito pueda construir un tren metropolitano. Este comenzará en la calle 189, recorrerá la Avenida novena, la NQS y atravesará por un costado del parque Simón Bolívar hasta los antiguos talleres, desde donde los pasajeros podrán ir al centro, hasta la Estación de La Sabana; o al occidente, hasta Fontibón y el aeropuerto.

Luis Bernardo Villegas, secretario de Movilidad, dijo que la obra podría costar 600 millones de dólares y mover 25.000 pasajeros por hora. “El gobierno dijo que tanto el metro como el tren ligero deberán estar en un solo paquete, para que una vez valorados, determine su participación”, dijo Villegas.

El ministro de Transporte, quien ha sido el más entusiasta con estas obras, le había dicho a SEMANA hace dos años que para ampliar la autopista y la séptima se requería más voluntad política que plata, y al parecer eso es lo que hay ahora.

Por otra parte, mientras que Bogotá no ha podido desembotellar sus salidas y sus entradas, Cundinamarca ha venido haciendo el trabajo, eso sí, en busca del gran tránsito que genera la región más poblada del país. El gobernador Andrés González invertirá más de 750 millones de dólares en vías que intercomunicarán las principales concesiones viales de la Nación con los municipios del departamento, incluido Bogotá. Entre ellas, está la Vía Perimetral de la Sabana, que tomará en Soacha el tránsito de la doble calzada a Girardot, y lo llevará por el margen occidental del río Bogotá, hasta Chía.

Hoy, pocos ponen en duda la necesidad de abrir de una vez por todas el cuello de botella en el que se ha convertido entrar y salir de Bogotá. Es tiempo de que la Nación y el Distrito les den una solución a las miles y miles de personas que a diario deben soportar los eternos trancones.