Home

Nación

Artículo

1. El 20 de marzo en Tunja murió un joven y otros cinco quedaron mutilados cuando explotó una mochila.

ESTUDIANTES

¿Sabe usted dónde están sus hijos en este momento? - Jóvenes y casos de violencia

En menos de un mes, tres impactantes episodios de violencia tuvieron como protagonistas a menores de edad o jóvenes universitarios que aún viven con sus padres. Qué está pasando.

31 de marzo de 2012

Los padres de los jóvenes involucrados en tres hechos de violencia del último mes, que les costó incluso la vida a algunos de ellos, coincidieron en una cosa: no sabían en qué andaban sus hijos.

El caso más reciente fue el de los tres universitarios (entre 19 y 22 años) que murieron el domingo de la semana pasada cuando, según las averiguaciones, explotaron papas bomba que estaban fabricando en el tercer piso de la casa de uno de ellos en el sector de Suba, en Bogotá. Ricardo Garzón, el papá de uno de los muchachos muertos, dijo: "Nosotros no sabemos qué pasó. No sabemos. Ellos eran buenos estudiantes. Las notas lo dicen y los profesores también".

En el segundo caso, ocurrido en Tunja el 20 de marzo, murió un joven y otros cinco quedaron mutilados cuando en una pedrea en la universidad explotó una mochila que uno de ellos llevaba cargada de explosivos. Carlos Chaparro, padre de un estudiante que perdió el pie derecho, habló ante los otros universitarios con evidente dolor: "Mi hijo perdió parte de su pierna y eso me ha dado duro porque el lunes festivo estuvimos contentos en la casa, jugamos, nos tomamos fotos y al día siguiente nos llama un militar y nos dice que teníamos que venir al hospital San Rafael de Tunja". Y, a renglón seguido, anotó: "Los mandamos a estudiar para que sean algo en la vida y no les toque 'joderse' como a nosotros. Los mandamos a estudiar y no a que nos entreguen a un muchacho en cuatro tablas. Eso es berraco para uno como padre".

Y el tercer caso, a pesar de que no tuvo muertes de por medio, puede ser igual de dramático. Tiene que ver con los bloqueos a TransMilenio el 9 de marzo, que desembocaron en la destrucción de cinco estaciones y en los que estudiantes de colegio, incluso uniformados, fueron protagonistas. Una de las niñas que se montó encima de uno de los articulados seguramente no se imaginó que con ello provocaría la separación de su mamá, Carmen Atehortúa, y Raúl. Este último consideró que la menor era una mala influencia para sus propias hijas. "Cuando vi las noticias mi hija estaba encima de TransMilenio. No me enteré de nada antes. Ya no podía hacer nada", le dijo Carmen a Noticias RCN. Ese día, lo que se anunciaba como una jornada para cuestionar ese sistema de transporte terminó en una protesta desbocada que paralizó la movilidad de la ciudad y causó destrozos por 1.000 millones de pesos. Entre los responsables se encontraron más de 60 menores de edad.

Es difícil saber si todos los muchachos que han terminado heridos o muertos eran artífices de los hechos o simples víctimas. Pero la coincidencia de tres hechos de tanto impacto en un poco más de 15 días abre un gran interrogante sobre si está pasando algo distinto en la sociedad. Si bien los jóvenes históricamente han estado involucrados en protestas, tal vez nunca antes se habían visto expresiones tan extremas como las de estos días.

¿Qué explicación puede haber para que, mientras en el segundo piso de su vivienda los padres duermen, en el tercer piso sus hijos, estudiantes de Ciencias Sociales, manipulen explosivos que pueden provocar enormes daños? ¿Cómo se explica que estudiantes universitarios lleven en sus mochilas explosivos suficientes para que produzcan la muerte de un joven y otros cinco queden mutilados? ¿Desde cuándo los muchachos de bachillerato pasan de la protesta a la destrucción de bienes tan preciados para la ciudad como son los buses de TransMilenio?

Enrique Chaux, doctor en Educación y profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de los Andes, dice que no se atreve a decir si los padres están más ausentes que antes porque no se puede comparar, pues no hay mediciones de lo que ocurría años atrás. "Lo que encontramos en estudios en Colombia, es que la falta de supervisión de los padres sí aumenta el riesgo de que los hijos se involucren en agresiones o en delincuencia". Y explica que "se ve con frecuencia dos extremos en cómo los padres ejercen disciplina: unos son controladores y maltratadores, y los otros son permisivos y negligentes. Ambos son perjudiciales. Es preferible mostrarles que hay límites, que hay cosas que no están bien hechas, pero con afecto".

No son solo los padres, por supuesto, los responsables. Hay otras variables -el conflicto histórico del país, por ejemplo-. De hecho, varios de los jóvenes involucrados son ya mayores de edad. Sin embargo, lo ocurrido en este marzo trágico es una luz de alerta que se prende.