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C O N F L I C T O

Sangrienta paradoja

Al tiempo que Europa no incluía a las Farc en su lista de terroristas, combates entre este grupo y los paramilitares dejan más de 60 civiles muertos en el Chocó.

6 de mayo de 2002

"Alcalde, ¿usted cree que el ataque contra la iglesia de su pueblo es un acto terrorista?”. Ariel Palacio Calderón, mandatario de Bojayá, un poblado de 11.000 habitantes, recostado sobre la margen derecha del río Atrato, en el departamento del Chocó, responde: “Yo poco sé de definiciones, lo que sí sé es que nunca había visto tanto dolor, tanta sangre y tanta muerte”. Entre la manigua de Bojayá se mueven como pez en el agua desde marzo de 2000 los combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). “Periódicamente se encuentran y se encienden a plomo”, dice un habitante de Vigía del Fuerte, la población ubicada en la otra orilla del río Atrato. Ambos pueblos están sin protección del Estado desde cuando el cuartel de Policía fue arrasado por las Farc. “Sin Estado de por medio se disparan hasta matarse”, dice el alcalde. Eso fue lo que ocurrió el martes de la semana pasada cuando ambos bandos empezaron a hostigarse, primero con disparos esporádicos, luego a fuego continuo de metralla, hasta terminar el viernes con un saldo de víctimas escalofriante que, según los estimativos de las autoridades a la hora del cierre de esta edición, supera los 60 muertos y los 100 heridos. Hasta el viernes en la noche no había claridad sobre la totalidad del número de muertos porque las autoridades y los organismos humanitarios no habían podido llegar al lugar pues las vías de acceso son apenas el río Atrato y el rudimentario aeropuerto de Vigía del Fuerte. Sin embargo, trascendió que las víctimas quedaron esparcidas dentro y alrededor de la iglesia de Bellavista, centro de Bojayá. “Cuando los combates arreciaron en el casco urbano la gente se refugió en tres sitios: la escuela, el puesto de salud y la iglesia. En ésta estaban más de 60 personas orando para que no les pasara nada pero en esas les lanzaron un cilindro repleto de dinamita que explotó y produjo una tragedia que jamás había visto”, dice el alcalde. Aunque Palacio Calderón dice no tener evidencias para señalar a un responsable algunos habitantes señalan a las Farc. Otros argumentan esta afirmación por el hecho de que esta guerrilla históricamente ha hecho uso de esta arma mientras en la historia de los paramilitares no hay antecedentes. Algunos testigos dicen que todas las víctimas eran inocentes civiles mientras otros afirman que un grupo de paramilitares buscó allí refugio al verse acorralados por las Farc. Lo cierto es que el hecho se conoció en el resto de un país sorprendido por la exclusión de las Farc en la lista de grupos terroristas que confecciona la Unión Europea. “Considero que no es justo para un país como el nuestro, para la gente más pobre, la más olvidada, que ha sido afectada por atentados terroristas, que sean las Farc excluidas de la lista cuando el mundo entero las ha calificado de terroristas y de narcoterroristas”, dijo el presidente Andrés Pastrana. Para el jefe del Estado con esta decisión la Unión Europea está enviando una “mala señal” a Colombia y al mundo mientras que “los colombianos están poniendo los muertos”. También Pastrana en una carta dirigida a José María Aznar, presidente del gobierno español, manifestó que la exclusión de las Farc como grupo terrorista “envía una señal de tolerancia de Europa con los actos más viles y más cobardes contra la población civil”. Además el Presidente invitó a los países europeos a corregir esta “patente deslealtad que desmotiva a los colombianos”. Voces en Europa Las reacciones no sólo fueron oficiales. Para Liduine Zumpolle, coordinadora para América Latina de Pax Christi holandesa y una de las líderes de la campaña que esta organización viene impulsando en el mundo para combatir el secuestro en Colombia, “mientras la guerra sea rentable para todos los actores ésta no va a detenerse”. De ahí la contradicción de que los europeos hablen de paz y al mismo tiempo sigan resistiéndose a tomar medidas para dificultarles el negocio a guerrillas y paramilitares. “Europa es corresponsable de lo que sucede en Colombia, dice Zumpolle. Sus empresas están alimentando esa guerra al pagar rescates millonarios, al lavar dinero, al vender armas, al pagar extorsiones; son sumas que seguramente son mucho mayores que las que donan los países en cooperación para el desarrollo”. Con Pax Christi hay varias ONG europeas que consideran que mientras las Farc y el ELN estén usando el secuestro —un crimen de lesa humanidad— como un arma de guerra ningún gobierno debe avalar negociaciones de paz con ellas. “Los europeos hablan mucho de ser amigos de la paz pero deben pasar a los hechos para demostrarlo. Deben tomar una posición más firme frente a los secuestradores con medidas reales jurídicas que permitan investigar el lavado de sus dineros; políticas que les impidan seguir teniendo oficinas y haciendo activismo; y económicas, que permitan congelar sus cuentas”, dice Zumpolle. Hasta ahora sólo Gran Bretaña anunció en noviembre pasado que no expedirá visas a miembros de las organizaciones armadas colombianas, expulsará a los miembros que vivan allí y que iniciará investigaciones para encontrar y congelar sus fondos en bancos británicos. Suiza, en cambio, se negó a congelar sus cuentas. No obstante una fuente de la diplomacia europea confirmó a SEMANA que “esta es una lista provisional que está en evolución y, según los actos que cometan, las Farc podrían estar incluidas mañana o dentro de 15 días”. Lo cierto es que una decisión de estas es tomada en el seno del Consejo de la Unión Europea por voto unánime. Eso quiere decir que hay países entre los Quince que aún tienen reservas en catalogar de frente a las Farc y al ELN como grupos terroristas. Cabe preguntarse cuáles son los países europeos —y sus razones— que luego de tres años del fallido proceso del Caguán y un continuo descrédito de las Farc en el ámbito internacional impiden que este grupo esté en el mismo saco con el IRA, la ETA y grupos islámicos. SEMANA conoció que la reticencia a incluir a los ‘elenos’ en la lista de terroristas está muy ligada a las conversaciones que desde hace unos meses está desarrollando con el gobierno Pastrana mientras que la presencia de las AUC tiene que ver con el consistente rechazo europeo a la existencia y prácticas del paramilitarismo. Una de las razones esgrimidas para la decisión europea es que las Farc sean conscientes de lo cerca que están de perder su esfuerzo diplomático en el Viejo Continente si continúan con sus actos terroristas. Es claro que la inclusión de la guerrilla en la lista acarrearía dificultades a la dirigencia guerrillera, tan acostumbrada a movilizarse por las capitales europeas y tener contactos políticos con organizaciones y activistas. Pero que las Farc sean catalogadas por la Unión Europea como un grupo terrorista no es un gran impedimento para una eventual negociación con el gobierno colombiano pues el remoquete de ‘terroristas’ no impide negociar con ellos. Más que las consideraciones políticas de los Quince de Europa y sus interpretaciones de terrorismo lo cierto es que, en este caso, las acciones de las Farc, como la realizada en la iglesia de Bellavista, centro de Bojayá, hablan por sí solas de su condición.