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Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga están de salida. La dirección de la U ahora estará en manos de 8 congresistas que en los próximos meses elegirán a un nuevo líder

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El reemplazo de Juan Manuel Santos en La U se volvió una papa caliente. Los conflictos que salieron a la luz indican que la consolidación del partido no será nada fácil.

17 de junio de 2006

La noticia fue sorpresiva: José Obdulio Gaviria reemplazaría en la dirección de La U a Juan Manuel Santos, cuando este último asuma el Ministerio de Defensa. Y fue llamativa, porque el perfil del principal asesor del presidente Álvaro Uribe, durante el primer cuatrienio, no tuvo nada que ver con el de un líder político. Escribió los principales discursos del Presidente, les metió conceptos a las intuiciones del jefe, puso a rodar polémicas ideas como la de que en Colombia no hay conflicto, y hasta escribió dos libros en defensa del régimen.

Manejar La U es otra cosa. Implica coordinar a toreados jefes políticos de la talla de Luis Guillermo Vélez y Aurelio Iragorri, que se las saben todas. Obliga a hacer acuerdos en lo que en el fondo es una federación de personas con electorado propio. Y encontrar convergencias entre grupos tan disímiles como los uribistas 'purasangre' -Óscar Iván Zuluaga, Marta Lucía Ramírez, Sandra Ceballos, entre otros- y los antiguos caciques políticos del liberalismo. Dos grupos totalmente distintos en su origen, aspiraciones y razones para militar en La U. Mantenerlos en un mismo corral necesitaba de un Juan Manuel Santos, a quien le encanta la manzanilla y lleva años desfilando por los pasillos del Congreso.

La filtración del nombre de José Obdulio cayó mal. La fisura en la bancada se hizo pública por las declaraciones de la representante Sandra Ceballos, próximamente senadora, y el político tolimense Carlos García Orjuela. "José Obdulio es una excelente persona, pero no maneja los códigos de la política. En sus manos quedarían los votos que hemos conseguido con tanto esfuerzo, y se acercan las elecciones locales", manifestó Ceballos a SEMANA.

Santos tuvo que convocar una rueda de prensa para calmar los ánimos y evitar una crisis mayor. Aclaró que su reemplazo se definirá después del 20 de julio y que José Obdulio Gaviria sólo es uno de los nombres que se están considerando. Por ahora, el partido seguirá en manos de Óscar Iván Zuluaga, quien será acompañado por una dirección provisional compuesta por ocho congresistas. Cuando él se vaya para la Consejería Presidencial, este comité ejecutivo deberá elegir su sucesor.

Los conflictos dentro de La U muestran lo difícil que puede llegar a ser conseguir un nuevo líder para esta improvisada confederación de congresistas, únicamente unidos por el interés común en la reelección del presidente €Álvaro Uribe y por la necesidad de cumplir las normas de la reforma política. Los retos futuros no son fáciles: mantener la precaria unidad, asegurar la disciplina de la bancada en el Congreso y prepararse para la elección de Alcaldes y Gobernadores el año que viene.

Los congresistas saben todo esto y por eso es difícil que se transen por un líder sacado del sombrero, aunque éste sea cercano al Presidente. Muchos de ellos han manifestado que sólo le caminarán a alguien con un perfil alto, como el de Juan Manuel Santos. "Alguien que les dé la talla a los demás líderes de la coalición uribista, una figura del talante de Germán Vargas Lleras o Luis Alfredo Ramos, que sea presidenciable en 2010", según Sandra Ceballos.

José Obdulio Gaviria sigue sonando. Pues aunque no cuenta con el perfil público que muchos están pidiendo, tiene otras ventajas. Su cercanía al Presidente le facilita el acceso a acuerdos y tratos burocráticos para disciplinar eventualmente la bancada, y afianza la imagen de que La U es el partido del Presidente. Además, su ya conocida habilidad de inventarles sustento ideológico a cosas que no lo tienen, como lo ha hecho con varias movidas de este gobierno, puede serle útil a esta agrupación. Sobre todo si su intención, públicamente expresada, es consolidarse hacia el futuro como una organización autónoma, un proyecto colectivo y un partido que va más allá de la coyuntura de la reelección de Uribe. Todo un chicharrón para José Obdulio o para quien finalmente resulte elegido: metas tan ambiciosas no se logran en un día ni están exentas de complejos obstáculos.