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El candidato busca recoger las bases liberales sin perder su liderazgo en cambio Radical

POLÍTICA

¡Se lanzó!

Dos elementos tiene la estrategia de Germán Vargas: quedarse con el liberalismo y seguir hasta el final aunque pase la reelección.

21 de junio de 2009

AGermán Vargas no le ha ido muy bien en las encuestas últimamente. Generalmente figura en el punto medio entre los punteros y los marginales. Esto ha hecho que en las últimas cábalas electorales su nombre no aparezca entre los eventuales ganadores. Él sabe que su posicionamiento en las encuestas obedece a su desventaja mediática frente a otros candidatos y a su imagen de parlamentario, que es menos glamourosa que la de ministro o a la de independiente.

Pero Vargas no es ningún tonto. Es un hombre preparado, tiene un reconocimiento como líder político en el nivel nacional y ha hecho un trabajo en la base durante años, el cual espera fructifique a corto plazo. Y la estrategia que tiene para ganar la Presidencia de la República, una vez desmenuzada, no es utópica. Tiene por detrás un juego de ajedrez inteligente que, de moverse las fichas como está programado, podría producir una sorpresa.

Por eso, después de un año de recorrer el país decidió lanzarse al ruedo y hacer el anuncio de su candidatura presidencial que, según algunos de sus asesores, estaba previsto para más adelante. Lo hará el próximo jueves en el Centro de Convenciones de Bogotá, en donde también lanzará la página web transicióncolombia.com y la que piensa convertir en plataforma para construir las redes sociales con las que piensa llegar a la Casa de Nariño en 2010.

"Estaré en la contienda sin importar qué pase con la reelección" dice, mientras señala que no es cierto que la mayoría de los congresistas de Cambio Radical estén hoy con el uribismo y que las demostraciones que le han hecho colombianos de todos los departamentos le dan la confianza suficiente para aventurarse a buscar el solio de Bolívar. Su seguridad está afianzada, además, por una propuesta programática que carga debajo del brazo y que viene trabajando de tiempo atrás en temas como seguridad urbana, vivienda, infraestructura y política social.

Sin embargo, Vargas sabe que el triunfo electoral no depende del programa del candidato, sino de las fuerzas políticas que lo respalden. Y a este respecto está a punto de tomar una decisión que podría cambiar sustancialmente la ecuación electoral del país. Él piensa jugarse su candidatura no dentro de La U, sino del liberalismo. Según una encuesta contratada por él y realizada por Ipsos-Napoleón Franco, si se enfrenta en la consulta uribista con Juan Manuel Santos y Andrés Felipe Arias tendría lugar un empate técnico en el cual existe el riesgo de perder.

La misma encuesta demuestra que si participa en una consulta liberal contra el candidato oficial que salga de la consulta de ese partido obtendría una ventaja de cinco a uno. Esto para él significaría que la suma de Cambio Radical y el Partido Liberal podría convertir su candidatura en una opción viable.

¿Qué tan realistas son estos planteamientos?

En las elecciones parlamentarias de 2006 quedó claro que ninguno de los partidos políticos que existen logra representar a la mayoría los colombianos. En ellas, ni el Partido Liberal, ni el Conservador, ni el Polo Democrático, ni Cambio Radical, lograron por sí solos obtener más del 20 por ciento de las curules. Por si fuera poco, los dos últimos presidentes, Pastrana en 1998 y Uribe en 2002 y en 2006, han llegado al poder gracias a coaliciones entre varios partidos y movimientos. Y eso lo tiene claro Vargas, para quien la mejor alternativa política es hacer parte de una gran alianza. "Él sabe que para que una candidatura logre el respaldo del 51 por ciento de los votantes necesita una base política que un partido, por sí solo, no puede tener", le dijo a SEMANA uno de sus colaboradores.

Por eso, su decisión de jugársela con el liberalismo es más razonable que intuitiva: está sustentada en las cifras y en las tendencias políticas. En Colombia, una cuarta parte de la población dice sentirse identificada con el Partido Liberal. Sin embargo, las preferencias electorales por los candidatos presidenciales inscritos en esta colectividad no suman ni siquiera el 8 por ciento. Esto implica que hay muchos liberales que al sentir afinidades por el uribismo están dispuestos a votar por figuras que, proviniendo de las toldas rojas, han respaldado la política de Seguridad democrática del presidente Uribe. Este es el caso de Vargas y de Santos.

En una pelea electoral con el candidato que gane la consulta liberal, Vargas no sólo tendría la tranquilidad de enfrentarse a una competencia menos apretada. Al tratarse de una coalición, podría continuar liderando Cambio Radical, su propio partido, y a esas bases le sumaría el fervor de buena parte de los militantes liberales que aún se encuentran indecisos.

Hace un año el escenario político era otro y Vargas no tenía las de las encuestas encima de su escritorio. Sin embargo, su olfato político y su rechazo a la reelección, lo fueron acercando al liberalismo. En la gira que acaba de terminar, era común oírlo recordar los logros de su abuelo Carlos Lleras Restrepo, evocar sus inicios políticos de la mano de Luis Carlos Galán, mencionar sutilmente que Cambio Radical empezó siendo una disidencia del Partido Liberal y pronunciar un discurso social y nostálgico para quienes aún evocan las mejores épocas del trapo rojo. En el terreno de la política real, durante el último año Vargas tuvo varias conversaciones con César Gaviria en las que quedó claro que, aunque no volvería formalmente al Partido Liberal y que Cambio Radical seguiría existiendo como partido, sí estaría dispuesto a trabajar con él. "Germán no se va a lanzar con el uniforme liberal. Así como Uribe recoge a los conservadores, Germán recoge a las bases liberales que quieren seguridad", dijo recientemente Rodrigo Lara, uno de los senadores más cercanos al candidato.

Vargas, incluso, no descarta que Juan Manuel Santos reevalúe su estrategia y llegue a una conclusión similar. En otras palabras, que participe como él en una consulta interpartidista con el Partido Liberal. Según sus cálculos, si el ex ministro de Defensa se la juega en el uribismo en un mano a mano con Arias o con Noemí Sanín, se expone al riesgo de una derrota ante la solidez burocrática que tiene el Partido Conservador en la actualidad.

En todo caso, la decisión de Vargas, aunque no lo reconozca públicamente, está tomada. Y deja ver que la única condición que pondría es que el Polo Democrático no hiciera parte de la eventual coalición. No en vano, y en caso de perder, nadie se lo imaginaría defendiendo la candidatura de Carlos Gaviria o la de Gustavo Petro.

Es muy poco probable que ese temor de Vargas se pueda convertir en realidad. Los acuerdos del Partido Liberal con el Polo Democrático no han llegado más allá de manifestaciones conjuntas en contra de la reelección. Si algo tiene claro César Gaviria, más aún con los recientes resultados de las encuestas, es que después de 12 años de sequía burocrática y electoral, su partido tiene que recuperar algo de poder. Y para lograrlo necesita apoyar a un candidato de origen liberal, capaz de aglutinar votantes ubicados en todos los lugares del espectro político. Las cifras demuestran que hasta ahora ninguno de los liberales inscritos tiene la fuerza suficiente para ganar y que de pronto, sumando la fuerza de Cambio Radical a la del Partido liberal, Germán Vargas puede hacerlo.

De la decisión y perspicacia del candidato para seguir paso a paso su afinada estrategia, dependerá la posibilidad de que deje atrás el lote de los candidatos marginales y se convierta en el puntero.