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SE PRESUME INOCENTE

Durante cuatro años el ex detective del DAS, Diego María Martínez, estuvo preso acusado de cuatro delitos entre ellos homicidio. Ahora la justicia dice que no es culpable. SEMANA cuenta su historia.

23 de octubre de 1995

LA PESADA PUERTA DE LA Cárcel Distrital se abrió lentamente. Eran las cinco de la tarde del pasado 12 de septiembre, cuando en forma tímida un hombre de mediana estatura se asomó a la calle. Dudó en salir, pero nadie le dijo que no lo podía hacer. Entonces entendió que por fin, estaba en libertad.
De esta manera terminó la pesadilla de Diego María Martínez Rodríguez, un ex detective del Departamento Administrativo de Seguridad -DAS-, quien permaneció recluido en la cárcel durante los últimos cuatro años, acusado de varios delitos que ahora la justicia reconoce que no cometió.
La historia de Martínez se remonta al primero de mayo de 1991, cuando se desempeñaba como integrante del cuerpo de seguridad del entonces director del DAS, general Miguel Maza Márquez. Ese día, los detectives Martínez y Tibaquirá recibieron en su oficina de Paloquemao a Jorge Correa y a su conductor, Libardo Bustos, quienes ofrecieron entregar información que conduciría a las autoridades al refugio del entonces presunto jefe del cartel de Bogotá, Camilo Zapata. Los dos visitantes argumentaron que temían por sus vidas y que preferían delatar a Zapata antes de que éste los matara.
Acordaron que la información les sería entregada a los detectives dos días después en la calle 72 con carrera 24 de Bogotá.
La cita se llevó a cabo, pero en el momento en que Correa iba a entregar los datos que tenía, al lugar llegaron cerca de 12 agentes que se identificaron como integrantes de la Dijin, cuerpo investigativo de la Policía. Los miembros de la Dijin explicaron que desde hacía un mes estaban siguiendo los pasos de Correa, quien, según ellos, estaba acusado de un secuestro. Entonces, los detectives del DAS fueron introducidos en un taxi mientras Correa y su conductor fueron llevados a otro vehículo. Varias cuadras más adelante los agentes del DAS fueron dejados libres. Horas más tarde fue hallado el cadáver de Libardo Bustos, el conductor de Correa.
Pero las cosas no terminaron ahí. Una semana después, el detective Martínez fue detenido por la Policía en su oficina y de inmediato fue destituido del DAS. Este organismo argumentó en su momento que los dos detectives violaron el reglamento porque no le informaron a su superlor inmediato sobre el operativo que iban a realizar.
Ahí empezó su calvario. Fue acusado del secuestro de Correa, del asesinato premeditado de Bustos, de porte ilegal de armas, y de uso indebido de prendas militares. Fue recluido en la cárcel La Modelo de Bogotá. No obstante, en junio de 1992 el juzgado 77 de Orden Público, le dio la libertad por falta de méritos. Pero al poco tiempo, cuando se encontraba en Medellín, fue detenido una vez más por la Policía, que le informó que nuevamente había sido librada orden de captura en su contra. Lo llevaron a la cárcel de Bellavista en Medellín. Cinco meses después, otra vez fue trasladado a La Modelo, de donde debieron sacarlo porque se encontró con varios reclusos a quienes había ayudado a capturar en sus tiempos de detective y lo amenazaron de muerte. Entonces lo enviaron a la cárcel de Chiquinquirá, en Boyacá. Mientras tanto, su caso seguía en veremos. El periplo no terminó ahí y el 25 de abril de 1994 fue trasladado a la cárcel Distrital en Bogotá.
Al otro día, la Fiscalía lo llamó a una audiencia especial para terminar anticipadamente el proceso, pero el abogado del detective, Ernesto Amézquita, se opuso y solicitó la ampliación de la indagatoria. Así, el 13 de junio de este año, un juez regional absolvió de todos los cargos a Martínez y ordenó su libertad inmediata. No obstante, la Fiscalía apeló la decisión y solicitó a cambio que se condene al ex detective por los delitos de secuestro y porte ilegal de armas. La apelación fue estudiada en segunda instancia en el Tribunal Nacional, organismo que el pasado 11 de septiembre ratificó la decisión absolutoria por considerar que no había pruebas suficientes contra el procesado, quien debía ser beneficiado por las serias dudas que planteaba el expediente.
Ahora el ex detective Martínez intenta reconstruir su vida. "En estos casi cinco años de prisión perdí todos mis bienes y quedé como un delincuente ante mis compañeros y la sociedad", dice en tono amargo, mientras piensa que hallar un trabajo va a ser muy difícil. "Quienes prestábamos estos servicios de inteligencia bajo cubierta éramos personal escogido por su buen comportamiento y conducta. Cuando caímos en desgracia nadie nos escuchó y nos tildaron de delincuentes".
Por su parte, el abogado Amézquita, defensor de Martínez, le dijo a SEMANA que este caso "demuestra el viacrucis que tiene que padecer un procesado para demostrar su inocencia frente a una Fiscalía que aplica siempre el principio de la culpabilidad y no la presunción de inocencia".
El ex detective Martínez anunció su decisión de demandar a la Nación por los perjuicios que le causó la detención. Este caso se suma al de Alberto Hubiz Jasbum y otras cinco personas que iniciaron idéntica acción contra el Estado por haber permanecido cinco años en la cárcel, acusados de un delito que no cometieron.-