¿SERE YO, MAESTRO?
Semana de especulaciones sobre quiénes son los "Judas" de la administración
Encuentra aquí lo último en Semana
"Señores Ministros, quiero pedirles que les digan a algunos de sus subalternos en los institutos descentralizados que el Presidente de la República soy yo". Los miembros del gabinete quienes, como de costumbre, habían madrugado al Consejo de Ministros ese viernes 26, se miraron unos a otros. Era el segundo regaño de la semana. El día anterior, durante la cumbre de altos funcionarios del gobierno, Belisario Betancur había censurado agriamente el despilfarro de algunos funcionarios citando el caso de "uno a quien estoy mirando en estos momentos y a quien se le ocurrió inventarse un sistema muy efectivo para duplicar sus viáticos", y había exigido lealtad a aquellos funcionarios que "van por los pasillos del Capitolio Nacional practicando el 'lobby' parlamentario en contra de proyectos presentados por el Ejecutivo".
Apenas cuatro semanas después del caso de los empresarios y parlamentarios golpistas, el Presidente daba a entender que en su gobierno había un grupo de "Judas", en sindicaciones sin nombre propio y en jeroglíficos cuyo desciframiento se convertía de nuevo en el pasatiempo nacional de la semana.
Inmediatamente, parlamentarios, funcionarios y periodistas comenzaron a hacer cábalas para tratar de definir los nombres de las personas del gobierno a quienes el Presidente se refería. La investigación no era fácil. Ninguna pista se había podido obtener durante la cumbre del jueves 25, en la cual, después de las palabras de Betancur, todos se preguntaron entre si: "¿Seré yo, maestro?". Pero en cambio en los corrillos del Capitolio, los periodistas comenzaron a recoger información que permitía montar el rompecabezas. De ese modo, la lista de "Judas" comenzó a redactarse, no sin que antes muchos nombres que el viernes en la tarde se daban como "fijos", fueron borrados 24 horas después por el hallazgo de un dato que no encajaba en la historia. Nombres como el de Olga Duque de Ospina, directora de Cajanal; Edgar Urrea, de Caminos Vecinales y Javier Uribe Uribe del ICBF recorrieron las columnas políticas de los periódicos, así como los de otros funcionarios cuya característica común había sido la de haber peleado en algún momento por obtener un presupuesto mayor para las entidades que dirigen.
Amiga cercana
El caso de Olga Duque de Ospina es quizá el más interesante, por tratarse más que de una alta funcionaria del gobierno, de una amiga muy cercana al Presidente, perteneciente al grupo de "la tertulia", cuyos integrantes se reunían todos los miércoles a almorzar en el restaurante Casa Vieja. Aparte de la doctora Duque y del Presidente Betancur, este grupo de "la tertulia" ha estado integrado por el expresidente Alfonso López, Douglas Botero, Nelly Turbay, Miguel Escobar Méndez, Raimundo Emiliani, Alfredo Riascos, Cornelio Reyes y otros. Los comentaristas no podían explicarse cómo la directora de Cajanal, una persona tan de confianza de Betancur, podía encabezar la lista. Es cierto sin embargo que ella ha peleado fuertemente por obtener mayores partidas de presupuesto para la entidad que maneja e incluso, en medios parlamentarios, se comenta que llegó a enviar una carta a los miembros de las comisiones de presupuesto de las dos cámaras, pidiéndoles que concedieran a Cajanal un presupuesto más alto al previsto en el proyecto del Ejecutivo, con el fin de poder financiar el pago de pensiones. Pero también se sabe que, a diferencia de otros "Judas", nunca se ha dedicado ni en público ni en privado a hablar mal del gobierno.
En otro caso, el de Javier Uribe del ICBF, trascendió a la prensa que, después del regaño del jueves 25, el funcionario se sintió tan aludido por una de las sindicaciones, que llegó horas después a Palacio a presentar su carta de renuncia. Sin embargo, el Presidente no se la aceptó. ¿Por qué? La pregunta era buena y no sólo en este caso. El diario El Tiempo llegó a plantear en un editorial del lunes 29 que si Betancur tenía localizados a los desleales, debía retirarlos de su equipo de colaboradores. El diario El Siglo tenía la misma idea y en un editorial del domingo 28 daba por seguro que los "Judas" no volverían a Palacio porque serían retirados del gobierno. Pero la verdad es que hacia finales de la semana pasada, ocho días después de las sindicaciones, no se vislumbraba cambio alguno de funcionarios. ¿Qué le impedía al Presidente retirar a quienes, según él, no se estaban comportando con lealtad? Las respuestas a esta pregunta fueron muy diversas, pero dos interpretaciones parecían las más cercanas a la realidad, al menos en opinión de algunos parlamentarios consultados por SEMANA. La primera aseguraba que los "Judas" eran muchos y que salir de ellos implicaba desatar una inconveniente crisis en la administración. La segunda pretendía que el problema no era de cantidad sino de color político, ya que prácticamente todos los desleales resultaron ser conservadores. La excepción a esta última regla era, según los informes, el ministro de Justicia Enrique Parejo. Pero en su caso, la cuestión no radicaba en su oposición a las decisiones del Ejecutivo, sino en que Betancur considera que muchas de sus salidas están fuera de contexto.
La oposición azul
La versión de los "Judas" conservadores tenía a su favor el hecho cada vez más evidente de que en las filas azules se está evidenciando una actitud de inconformidad frente al gobierno, que se manifiesta en el poco respaldo que los proyectos del Ejecutivo han encontrado en la bancada conservadora de las dos cámaras. El lunes 29, el presidente de la Comisión Primera de la Cámara, Ricardo Mendieta Rubiano, se quejó del ausentismo conservador y de lo que calificó "la indecisión de los miembros del Partido del Presidente para respaldar la reforma electoral propuesta por el gobierno al Congreso".
El martes, los miembros de la Comisión Política Central se pronunciaron en el mismo sentido, lo que dió origen a una reunión en la sede del Directorio Nacional Conservador, la cual asistió, al parecer como enviado del Presidente, el ministro de Minas Alvaro Leyva Durán. En dicha reunión, los miembros del directorio trataron de convencer a Leyva de que no había tal desinterés conservador por los proyectos gubernamentales. Según pudo establecer SEMANA, los asistentes analizaron un total de 15 proyectos de reforma política y electoral, entre los cuales sólo tres o cuatro, según el directorio, no contaban con el respaldo conservador. Sin embargo, parece que en esa reunión uno de los miembros del directorio expresó una opinión según la cual el conservatismo debía mantener un margen de crítica frente al gobierno.
De hecho, ese margen de crítica existe desde hace algunos meses. Primero frente al proceso de paz ante el cual parlamentarios como Héctor Polanía y Alvaro Villegas han expresado su insatisfacción, sobre todo en lo que se refiere a lo que el gobierno, según ellos, le ha tolerado a los grupos guerrilleros. Pero aparte de esto, han ido surgiendo profundas diferencias entre los conservadores y el Ejecutivo en materia del manejo de la economía. Desde hace varios meses, el expresidente Misael Pastrana, jefe único del conservatismo, ha venido expresando que Colombia no debe tenerle miedo a una renegociación de su deuda externa, lo que para los observadores significa sentarse a pactar con el Fondo Monetario Internacional. Está claro que sistemáticamente el Presidente Betancur se ha opuesto a la aceptación de una negociación con el Fondo, por considerarla lesiva de la soberanía nacional y porque piensa que los "consejos" del Fondo no consultan la problemática social.
Las diferencias entre los conservadores y el gobierno en materia económica también se han hecho evidentes en otros aspectos. Por ejemplo, son de público conocimiento las profundas modificaciones que sufrió el proyecto presentado por el ministro de Hacienda Roberto Junguito sobre la financiación del déficit durante 1985 y 1986, al llegar a manos del senador ponente Rodrigo Marín Bernal, por demás exministro de Desarrollo de este gobierno. La oposición de Marín a la sobretasa de impuestos y la reducción del cupo de emisión para los años venideros, son algunos de los aspectos que el exministro ha tocado del proyecto original.
Pero la verdad es que todas estas circuristancias no son más que el reflejo de las contradicciones que ya se anticipaban en la sucesión del Partido Conservador, cuyo próximo candidato a la Presidencia de la República, Alvaro Gómez, es a la vez candidato del gobierno y candidato de la oposición.
Aparte de ello, después del episodio de los "Judas", en la opinión pública queda la impresión de que el Presidente está revelando que hay en él una dosis de hipersensibilidad, que parece estarlo llevando a magnificar algunos episodios inevitables vividos por todos los gobiernos en algún momento.