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Todos los días llegan 700 motocicletas pero solo hay espacio para guardar 400. Eso produce conflictos permanentes. | Foto: José Guarnizo

EDUCACIÓN

Sin ley en el campus de la U de A

El incidente en el que un estudiante agredió a un vicedecano revela de nuevo un panorama de desgobierno, invasión de espacio público y expendios de drogas en la Universidad de Antioquia. La solución no es aplicar paños de agua tibia.

9 de agosto de 2014

Pedirle a una muejr que no estacionara la moto en un pasillo le salió caro a Hernando Muñoz, vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia. Como respuesta recibió una andanada de insultos, bofetadas, golpes y escupitajos, ante una multitud que enmudeció o siguió de largo.

Un estudiante de Derecho también ayudó a agredir a este profesor que hoy, pese a la humillación que le significó el incidente, volvería a repetir lo mismo: “Por favor, este no es un lugar para parquear, este es el espacio de los peatones”. Según el vicedecano, un hombre que se identificó como esposo de la mujer fue a buscarlo a la oficina y a decirle que no dejaría las cosas así.

Esta no es solo una anécdota, sino una realidad: el desgobierno y el silencio son el pan de cada día en el campus de una de las universidades más prestigiosas del país, desde hace mucho tiempo. Y no hay solución a la vista.

Por la ciudad universitaria, donde Muñoz recibió la golpiza, todos los días circulan 35.000 personas entre estudiantes, visitantes y proveedores. Su dinámica es tan compleja que, sin contar a Medellín, este campus sería el séptimo municipio más poblado de Antioquia.

A diario llegan 2.400 vehículos, que solo tienen 800 parqueaderos disponibles; además de 700 motos que apenas cuentan con espacio para 400. Las ventas ambulantes, que se supone son solo para que los estudiantes de bajos recursos se ayuden, han terminado en unas pocas manos, según lo denuncia un funcionario de la universidad. 

En el último año y medio se han registrado 111 robos y atracos, entre los que se cuentan la pérdida de 28 portátiles y tres motos. La comunidad educativa se acostumbró a convivir con las drogas y el licor que circulan a plena luz del día por la cancha de fútbol, conocida como “el  aeropuerto”.

En 2012, cuando la Policía capturó en la universidad a un hombre conocido como el Zarco, quedó en evidencia que un combo del barrio San Pablo, asociado a una banda criminal conocida como los Pachelly, de Bello, manejaba aquella plaza de vicio.  Es irónico, pues Colciencias entregó en 2013 a la Universidad de Antioquia, el centro que más produce investigación de calidad, más recursos para este rubro que a cualquier otra en el país. Pero hace mucho que la inseguridad y el desgobierno hicieron crisis.

Las autoridades académicas no tienen herramientas para enfrentar el problema. “Con un lapicero, que es la herramienta de un docente, no podemos reducir a ninguna mafia”, dice el rector Alberto Uribe Correa. La única arma con la que cuentan los vigilantes en las porterías son la disuasión y el saludo.

Desde que implementaron la TIP, una tarjeta de identificación personal necesaria para entrar, los delitos han disminuido, dice John Jairo Arboleda, vicerrector general. En los próximos meses también quedará habilitado un parqueadero de motos por fuera del campus para intentar despejar el espacio público invadido.

Sin embargo, las medidas, como ha ocurrido en el pasado, son solo un paño de agua tibia y siguen sin resolver los problemas de fondo. Y las soluciones no están exentas de polémica.  Hace un tiempo, en un consejo de seguridad, alguien propuso  instalar detectores de metales en las porterías y contratar guardias armados. No obstante, el vicerrector Arboleda dijo: “No se nos olvide que estamos hablando de una universidad, no de una cárcel”. 

Pero por otro lado, el propio Arboleda tiene claro que hay temas que no se solucionan con cultura ciudadana, sino con autoridad, ley y Policía. Porque una cosa es el respeto a la autonomía universitaria y mantener a las aulas en un ambiente intelectual y otra muy distinta no tomar medidas contra los abusos y hasta crímenes que se cometen allí. 

Y mientras encuentran esa fórmula, incidentes como el que padeció el vicedecano Hernando Muñoz siguen ocurriendo impunemente sin que las autoridades educativas y de la ciudad logren evitarlo.