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Mientras el colombiano Germán Velásquez ha liderado en la OMS una larga batalla para permitir el acceso de medicamentos a los países pobres, lucha que podría recibir un espaldarazo casi mundial, el gobierno, a través de la Cancillería, se ha atravesado de manera extraña

Controversia

Sin remedio

La posición de Colombia en un debate trascendental sobre medicamentos genera polémicas entre los 120 países miembros de la Organización Mundial de la Salud. ¿A quién le sirve?

17 de mayo de 2008

Cuando Colombia está apenas reponiéndose del aislamiento que le produjo el bombardeo al campamento de 'Raúl Reyes', un nuevo episodio -ya no de guerra- podría alejarla de las naciones en desarrollo de todo el mundo.

Esta semana, más de 120 países se reunirán en la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra (Suiza), para definir temas que marcarán la política mundial de medicamentos para los próximos 15 años. Se establecerá si se aprueba o no una estrategia y un plan de acción para que los países pobres puedan investigar y producir nuevos medicamentos para su población, lo que sería un duro golpe a los intereses de las grandes farmacéuticas del planeta.

Desde hace dos años, China, India, Brasil, Tailandia y Kenia, apoyados por miles de científicos y por poderosas ONG, vienen planteando críticas al actual esquema. En éste, los laboratorios invierten cientos de millones para descubrir un medicamento y obtener la patente que les permite explotarlo por 20 años sin que nadie pueda competir. Ello está haciendo que millones de personas mueran al año por falta de recursos, porque los laboratorios no investigan a fondo muchas enfermedades que atacan sobre todo a los países pobres.

La cumbre se comenzó a preparar desde 2006, cuando la OMS creó un grupo para diseñar la estrategia y el plan de acción para facilitar el acceso a los medicamentos. Ese tema ha sido liderado en el mundo por el colombiano Germán Velásquez, quien hoy ocupa un alto cargo en ese organismo.

Los resultados del grupo fueron discutidos hace dos semanas en Ginebra. Allí Colombia tomó una posición contraria a la del grueso de naciones en desarrollo, e incluso fue más conservadora que Estados Unidos, y parte de Europa, que están defendiendo a los grandes pulpos de los medicamentos.

China y los países pobres quieren crear un fondo billonario que será financiado por todas las naciones para innovar e investigar cualquier enfermedad. Por el contrario, las naciones ricas consideran que la investigación de este fondo sólo se debe centrar en trabajar contra el sida, la malaria y la tuberculosis -enfermedades que azotan a los pobres-, pero no de medicinas contra el cáncer, o cardiovasculares, que serían competencia directa al negocio de las farmacéuticas. Lo que la OMS busca es que los medicamentos, vacunas o procedimientos que se descubran sean usados como genéricos, lo que rompería el actual esquema de propiedad intelectual.

En medio de esta guerra de titanes, Colombia ha jugado el papel del villano, al plantear que la OMS debe abandonar estos temas, por considerarlos del resorte de las organizaciones mundiales del Comercio y de la Propiedad Intelectual. Sólo México mantuvo una posición cercana, pero cada vez más ha ido guardando un diplomático silencio.

La tensión llegó a tal punto, que varias ONG expidieron un comunicado hace dos semanas en el que calificaron de "estúpidas" las intervenciones del delegado del gobierno de Colombia, un funcionario de Cancillería que asistió a las reuniones preparatorias. "En Colombia hemos visto ya muchas veces cómo el gobierno está dispuesto a hacer casi cualquier cosa que pueda para lograr la aprobación de un TLC con Estados Unidos, y evidentemente (...) a bombardear un proceso de discusión sobre los beneficios de la innovación en salud y sobre los intereses de los países en desarrollo", dice un aparte del comunicado.

Precisamente la expectativa con la Asamblea Mundial, que empieza este lunes 19, no es sólo por el pulso que habrá entre los dos bloques, sino por el papel que jugará Colombia, considerado por algunos el mandadero de Estados Unidos. Para Germán Holguín, director de Misión Salud, ONG de la que hace parte la Iglesia Católica, es claro que la posición del país ha sido impuesta por Washington.

Estas críticas fueron rechazadas por la vicecanciller Adriana Mejía, quien dijo a SEMANA que la posición fue pactada con los ministerios que participan en el tema. "Colombia considera que es importante trabajar por el acceso a los medicamentos de los más pobres, pero es claro que se deben respetar los acuerdos mundiales y las instancias para discutir unos asuntos tan técnicos y delicados", dijo. Y añadió que es absurdo pensar que el país estaba defendiendo posiciones de otros.

Lo cierto es que esta semana se discutirá el tema más importante y polémico que ha llegado a la OMS en muchos años y que marcará el rumbo de la entidad en los próximos 20 años. Y Colombia tendrá que explicar si se trata de defender el interés de los colombianos más pobres o los de la poderosa industria farmacéutica de los países desarrollados.