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"SOBRE TODO ESO LE PUEDO DECIR LO SIGUIENTE"

ENTREVISTA: MANUEL MARULANDA VELEZ "TIROFIJO"

14 de julio de 1986

De entrada desconcierta, comparado con el fragor de su leyenda.
Es el mitológico forjador de las FARC, el guerrillero que ha pasado media vida echando tiros en la montaña y en la selva, el hombre cuya muerte en combate ha anunciado la prensa más de mil doscientas veces: el temible Tirofijo. (Que no se llama Tirofijo, sino Manuel Marulanda Vélez. Que tampoco se llama Manuel Marulanda Velez, sino Pedro Antonio Marín). Aparece de pronto en medio del campamento del secretariado de las FARC, sin fanfarrias ni escoltas, cuando uno está todavía con las piernas arqueadas y humeantes de sudor de caballo después de tres jornadas a través de los páramos y los despeñaderos de la Cordillera Oriental, y hay que mirarlo dos veces para convencerse de que ese es el hombre: fornido y barrigón, machete al cinto, que viene a pie entre el barro y saluda con esa mano floja que dan los campesinos. Mano de campesino, cara de campesino, curtida al viento, con la mirada al sesgo bajo la alta frente. Apenas un revólver metido en la pretina. No impresiona.

Tirofijo se sienta a hablar sentado en un tablón, espantando gallinas cacareantes. Rota la cáscara de desconfianza, sus respuestas son ordenadas, razonadas, directas. Las empieza diciendo: "Sobre eso le puedo decir lo siguiente", y las cierra lo mismo: "Eso es lo que le puedo decir sobre eso". Tiene las ideas claras, sabe en dónde está parado -cosa que es cierta sin duda de cualquier campesino- y también sabe para dónde va, porque también es un político. Sobre las perspectivas del proceso de paz bajo el nuevo gobierno de Virgilio Barco le pudo decir a SEMANA lo siguiente:

MANUEL MARULANDA VELEZ: Nosotros estamos dispuestos a continuar el proceso con Virgilio Barco sobre la base de los acuerdos de La Uribe, que son acuerdos que resumen determinadas aspiraciones no sólo del grupo guerrillero sino de la mayoría de los colombianos. Si el nuevo Presidente dice que esos acuerdos no sirven, entonces yo creo que vamos a tener una demora, porque entonces él tendría que llevar un nuevo proyecto a discusión al Parlamento, puesto que los acuerdos de La Uribe no son caprichos del presidente Betancur ni de las FARC, sino producto de una larguísima discusión como de más de dos años. Sobre los "seis puntos" que Barco plantea, no sabemos bien todavía cómo es que los plantea, y de todos modos nosotros también vamos a hacerle un planteamiento sobre cómo continuar el proceso de paz, pero despuesito, cuando él se posesione, no ahora. Vamos a sugerir que si él tiene la intención de nombrar a tres de sus ministros en una nueva comisión de paz, que nombre también a algunos de los miembros de la actual, porque son personas que tienen pleno conocimiento de cómo ha venido desarrollándose esta política, y no se puede entrar a improvisar. Por eso pensamos además que en la nueva comisión no debe haber solamente ministros, aunque creemos que eso es muy bueno, sino que debe de ser una comisión representativa, con los liberales, con los conservadores, con los comunistas, con las FARC, con los socialistas, con el clero, con la clase obrera, con los gremios. Que no exprese solamente la opinión oficial del gobierno y la de las FARC, sino los intereses de todos los colombianos. Toda la gente tiene que opinar en este proceso, todo el mundo tiene que medirsele a la discusión. Yo creo que precisamente tenemos que evitar lo que ha pasado hasta ahora con el proceso de paz, con los liberales, por ejemplo, que estuvieron en dos o tres reuniones y luego se retiraron de la comisión de paz.

SEMANA: Pero más que la composición de una futura comisión de paz, lo que al parecer se discute es algo más concreto y más espectacular: la entrega de las armas de la guerrilla. ¿Ustedes qué piensan de eso?
M.M.V.: Bueno... Nosotros esperamos que esa gran mayoría de votos que confirmó a Virgilio Barco como Presidente de la República, esa mayoría con que le ganó a todo el mundo, no le vaya a hacer daño. Que de pronto no piense que con esa mayoría él pueda llegar a imponerle un ultimátum al movimiento revolucionario, un ultimátum que anda en la mente de muchas gentes: "O entregan las armas o se los va a llevar el caramba". Nosotros tenemos una concepción muy diferente sobre la entrega de las armas. Creemos que eso en nada soluciona los problemas del país, y que quien piense de esa manera no va a tratar el problema político y social del proceso de paz como corresponde. Aspiramos a que no nos vayan a poner un ultimátum, porque con un ultimátum no vamos a resolver nada. Al contrario: ese sería un ingrediente para romper el proceso de paz.

S.: ¿Y cuáles serían otros ingredientes?
M.M. V.: Plazos. Dar por ejemplo un mes para que las guerrillas se desmovilicen. Las guerrillas no van a desmovilizarse sino a medida que se vayan dando los otros cambios que están en los acuerdos, por eso decimos que eso es paulatino. ¿No ve que tiene que venir todo escalonadito? Esas cosas no se pueden dar rápido y no se pueden dar por decreto, sino que hay que tratarlas con política para ventilar todos los aspectos de carácter económico y social. Porque resulta que con decretos no se muere el hambre. Es como si nosotros le dijéramos al nuevo Presidente que le damos un mes de plazo para que esté aprobada la ley de reforma agraria, con todas las garantías que necesita una verdadera ley de reforma agraria, no esa compraventa de tierras que llaman reforma agraria. O un mes para que se dé la ley de reforma urbana, o un mes para que esté hecha la reforma de la Constitución. No, eso no se puede dar todo de un tajo. Nosotros pensamos que no se puede tratar la política con ultimátums, ni los unos ni los otros. Que comiencen, pues, para que estos guerrilleros puedan salir a hacer política a las ciudades y a los pueblos con garantías de que no los van a matar. Que el gobierno encarcele y recoja a los organismos paramilitares, esos que ya son conocidos por la opinión pública, comenzando por el MAS, los Grillos, los tiznados, los Menudos y otras gentes. Porque ahí es donde faltan garantías, faltaban garantías y siguen faltando garantías. Y eso es lo que de pronto puede llevarnos al rompimiento del proceso de paz.

S.: Muchos dicen, sin embargo, que en la práctica el proceso de paz está ya roto. Abiertamente roto con otros grupos guerrilleros que habían firmado acuerdos, y en una situación muy frágil con ustedes. Ustedes hablan a diario de hostigamientos paramilitares y militares, y el Ejército denuncia a diario ataques de distintos frentes de las FARC. ¿Qué hay de todo eso?
M.M. V.: Yo creo que si la política de paz ha sido frágil ante otros movimientos guerrilleros como el M-19, el ELN y el EPL, hay que decir que no ha sido frágil con respecto a las FARC. Nosotros de dos años para acá, hemos adelantado un tramo grande. Porque, sin ser belisaristas ni estar defendiendo a Belisario Betancur, yo creo que si nos ponemos a hacer las cuentas se ve la diferencia. Los colombianos deben darse cuenta de cómo recibió Belisario Betancur a este país: con 27 frentes de las FARC en acción, fuera de los demás grupos. Lo recibió en un estado de guerra, con un saldo de muchos muertos. Este país no lo recibió así como tan color de rosa. Y si hacemos las cuentas vamos a encontrar que sí hay logros. El hecho de que un 90% de las acciones militares no se estén dando en la actualidad quiere decir que sí ha habido paz, si no con todos, con un 90%. El hecho de que nosotros hayamos podido expresar nuestra opinión en un movimiento que se llama la Unión Patriótica y que tengamos unos catorce parlamentarios y más de veinte diputados y más de trescientos concejales, es un paso que se ha dado en la política de paz. Claro que hubiera sido muy provechoso que en esta campaña electoral hubiera participado el M-19, el ELN, el EPL, y que cada uno hubiera desarrollado su movimiento político. Esos cuatro movimientos con representantes en el Parlamento hubiera sido... pues el último grito, ¿no? Pero bueno, es que ellos tienen una táctica y una estrategia distintas de las nuestras. La nuestra consiste precisamente en desarrollar este proceso de tipo político hasta donde podamos ir. El M-19 piensa que estamos muy retardados para hacer la revolución, y dicen que ellos la van a hacer un poquito más antes que nosotros... Y al ELN lo que uno le oye decir es que las únicas condiciones que hay en este país son para la lucha armada. Fíjese usted qué diferencia en estas cosas.

Y en lo de los hostigamientos y los choques armados, nosotros hemos analizado la cosa de la siguiente manera. Pensamos que los enfrentamientos que se dan con determinadas patrullas, con tal cual frente nuestro, no con todos, pensamos que eso no es la guerra: esos son incidentes que se presentan dentro del proceso de paz. Unas veces una patrulla coge y les da unos tiros por ahí a los guerrilleros, otras veces es al revés, se encuentran y se dan sus tiros, pero eso no significa el rompimiento. Hay choques, pero eso definitivamente no es la guerra. Ha habido tregua, y esas son cosas esporádicas que se dan dentro del proceso. Y es apenas lógico que se den después de un enfrentamiento que lleva ya más de veinte años, y que si por mi se cuenta iría para treinta y ocho. Además hay resistencias de parte de la cúpula militar a la política de paz, y eso también es lógico, porque, como ellos mismos dicen, a ellos no los han formado para eso, sino para la guerra. Pero a medida que se vayan dando determinadas soluciones, se irán distensionando las relaciones entre guerrilleros y militares. Comienzo quieren las cosas.

S.: Pero ustedes han hablado no solamente de esa "formación para la guerra", sino de una decisión política de oponerse a la paz, por parte de lo que llaman "sectores militaristas"...

M.M. V.: Bueno, puede ser que algunos mandos militares piensen que para ellos es mejor la guerra, porque les ha dado muy buenos dividendos. No digamos a todos, pero sí a parte de los mandos militares. Yo creo que no es desconocido de la ciudadanía que hay oficiales, por ejemplo, que han estado vinculados al narcotráfico, y a ellos la guerra les sirve precisamente para tapar eso. Narcotráfico, serruchos, peculados, grandes negociados... a mucha gente de esa sí le sirve la guerra. Pero a los colombianos, y a la mayoría del mismo Ejército, no les sirve. Nosotros no necesitamos guerra en este país: lo que necesitamos es paz, que es lo que no ha habido.

S.: Usted habla de los militares y el narcotráfico. Pero también se han hecho muchas denuncias contra las FARC con respecto a eso.

M.M. V.: Eso se puede aclarar. Nosotros tenemos un reglamento interno de la guerrilla donde se condena el consumo y el comercio con estupefacientes. Y además hemos hecho declaraciones públicas condenando el narcotráfico. Porque consideramos que el pueblo colombiano no puede seguir por ese camino, porque a la vuelta de veinte o treinta años no va a tener cerebros para pensar y solucionar los problemas, sino un poco de gente drogada. Otra cosa es el invento que hizo el embajador norteamericano sobre la "narcoguerrilla". Pero precisamente es que ese señor estaba interesado en que no se consolidara este proceso de paz, y por eso ese pronunciamiento lo hizo en los momentos en que se estaban firmando los acuerdos. Con el pretexto de reprimir el narcotráfico, lo que quería era que no se adelantara una auténtica política de paz en este país.

S.: Contra las FARC se hace también otro tipo de acusaciones: vacunas, boleteos... La más grave es la de que cometen secuestros. Y no la hace el embajador norteamericano, sino el procurador.

M.M. V.: Lo primero que voy a decirle es que no tenemos conocimiento de los secuestrados de que habla el señor procurador. No sabemos qué elementos tenga él para hacer una denuncia de esa naturaleza, pero queremos que nos dé a conocer documentos, fuentes, quiénes son las personas. Entre otras, para saber qué motivos pudo haber para que los secuestraran. Porque si van a decir que fue por un móvil económico de la guerrilla, eso a mí no me suena. ¿Ocho secuestrados en el Caquetá? Si allá en el Caquetá no hay sino pobres, gente que ni siquiera tiene casa. Por eso a nosotros nos parece que ahí debe haber una cosa muy diferente: debe ser que el procurador tenía que recoger alguna cosa contra nosotros para no aparecer como que nos dejaba sin tocarnos después de que largó semejante mar de piedras contra los mandos militares sobre torturas, sobre desapariciones, sobre asesinatos. Porque es que a nosotros se nos ha atribuido toda clase de cosas desde que comenzó el proceso, secuestros, atracos, asesinatos, y resulta que eso no lo hemos hecho nosotros. Lo han hecho otros grupos y lo han hecho organismos paramilitares para romper el proceso de paz.

S.: ¿ Y tampoco lo hacían ustedes antes de que empezara el proceso?
M.M. V.: Bueno, decir eso también sería como tapar el sol con las manos. Sí, de nuestra parte ha habido algunos frentes que tomaron personas secuestradas, pero mucho antes. Nosotros no podemos dárnoslas tampoco de muchos santos, pero a partir de la firma de los acuerdos de La Uribe no reconocemos secuestros de nuestra parte porque no se han dado.

S.: ¿De qué vive entonces una organización tan costosa de mantener -en armas, en equipos, en alimentos- como las FARC?
M.M. V.: Nosotros, en épocas anteriores, logramos tener recursos económicos con algunos secuestros, cinco o seis, y esa plata fue invertida en empresas rentables para que en el futuro nos produjeran dividendos para sostener el movimiento. Fuera de eso nos mantenemos haciendo contratos de esos que se llaman de "entrambos" con los campesinos de las regiones, sembrando en compañía, y ahora dentro de la política de paz los mismos guerrilleros tienen que producir su sostenimiento, el arroz, los frijoles, las arvejas, el maíz, además de arreglar los caminos y limpiar los pastos: eso les toca a los guerrilleros porque no hay quien lo haga...

S.: Sí. ¿Pero de dónde salen las armas?
M.M. V.: Es que armas no estamos comprando, ni municiones, ni pertrechos, nada de esas cosas. Para eso se necesita mucha plata. Pero lo que es para comprar unos pantalones, unas camisas, unas toallas, unos machetes y unas palas, para eso no se necesita demasiadamente plata. ¿Pero armas? Imagínese que por un fusil en el mercado negro piden ahora dizque 500 mil pesos. Para comprar diez fusiles necesitaríamos 5 millones de pesos. ¿De dónde los vamos a sacar? Desde que comenzó el proceso de paz, aquello de la compra de armas y municiones terminó, porque lo que estamos es preparándonos para impulsar un movimiento de carácter político.

S.: ¿Eso quiere decir que si el proceso dura mucho, las FARC van a acabar armadas de machetes y con los fusiles oxidados?
M.M. V.: ¿Pues no ve que si hay ese proceso de paz no se van a necesitar los fusiles? Si hay una reforma agraria como la que se nombra en los acuerdos de La Uribe, pues es apenas lógico que un guerrillero se ponga a pensar en su pedazo de tierra y su casita y su mula y sus utensilios de trabajo, y no en un fusil que no le produce nada. Si aquellas aspiraciones de tipo político que se nombran ahí, de amplias libertades para todos, se ven satisfechas, es apenas lógico que los fusiles ya no se necesitan, y entonces, ¿para qué se cargan? Y si hay partidos políticos y garantías para la Unión Patriótica y otros, ¿para qué sirve un fusil en una situación así? No sirve para nada.

S.: Pero el objeto de una guerrilla como las FARC no es sólo conseguirle al campesino una mula y un peduzo de tierra. Es también la toma del poder.

M.M. V.: Sí, eso sí no hay para qué sacarle el cuerpo a eso. Todo movimiento revolucionario o no revolucionario que aparezca en este país aspira a la toma del poder, y si no, no tendría razón de ser. Los liberales, los conservadores, los comunistas, el M-19, el ELN, todos aspiramos a la toma del poder.

S.: ¿A las buenas, o a las malas?
M.M. V.: Es que hay muchos medios para luchar. Yo creo que el ejemplo que estamos dando es que vamos a luchar desde el Parlamento las asambleas, los concejos. Y hay otros medios que tampoco son irnos a la guerra, ¿cierto? El movimiento de masas, el paro cívico, un movimiento de masas para lograr por ejemplo una auténtica reforma agraria, o una reforma en la Constitución para que se ajuste a las nuevas realidades: ahora no está abierta sino al Partido Liberal y al Partido Conservador y de pronto, después de muchas luchas, a la Unión Patriótica. Pero en el momento actual todavía hay formas de lucha, no las han cerrado del todo. Eso depende de las oligarquías. Si les cierran esos caminos a los revolucionarios, si les cierran el camino del Parlamento, de las manifestaciones, de la participación en los partidos, pues es apenas lógico que el puebio tenga que buscar otro camino diferente. Si se cierra la vía, tendrán vigencia las armas. Pero si no se cierra, ¿cómo vamos a decir nosotros que lo principal es la lucha armada? En eso está nuestra diferencia con otros grupos.

S.: Se dice mucho que esa diferencia también la resuelven ustedes a tiros.

M.M. V.: No, yo no creo. . . Puede haber habido choques que se presentan por falta de señales, o de consignas, por ejemplo entre una comisión nuestra y otro grupo. Puede haber habido tiros, pero oficialmente enfrentamientos no. Nosotros no tenemos por qué ponernos a combatir a ningún revolucionario, ni más faltaría. Otra cosa es que tengamos divergencias de orden político, estratégico y táctico, pero esas las discutimos. Y otra cosa es que se trate también de traidores como esos infiltrados, esos bandidos que mataron a tanta gente, del Ricardo Franco. Un día de estos, si se encuentran a los de ese grupo y les dan unos tiros, como ya la opinión nacional sabe quiénes son, va a decir que eso estuvo muy bien.

S.: ¿ Y guién juzga eso? Porque de tomarse la justicia por la propia mano se ha acusado mucho a las FARC.
Se dice que varios de sus frentes hacen una "tarea de limpieza" ejecutando abigeos, delincuentes comunes, etc. ¿Esa es una política de las FARC?
M.M.V: Mire, primero nosotros no nos vamos a poner a resolverle al sistema sus propias lacras matando dos o tres abigeos, delincuentes que han llegado a eso por falta de empleo muchas veces, o porque son viciados. Nosotros creemos que a esa gente hay que comenzar a llamarla y decirle que ande por buen camino, o, si nos lo piden las masas, decirles que se vayan de la región. Pero nosotros no hacemos justicia por nuestra propia cuenta. Porque eso sería tanto como creer que matando a unos roba-vacas o a unos roba-mulas vamos a solucionar los problemas del país. Eso no es cierto. Ni nosotros vamos a curar las lacras que este sistema les ha dado a los colombianos, ni así se curan esas lacras.

S: Suponiendo que se consolide definitivamente el proceso de paz, que no se cierren los caminos de que usted habla, que en Colombia se pueda hacer política sin necesidad de las armas, que se haga la reforma agraria que ustedes piden, ¿usted personalmente qué haría, don Manuel ? ¿ Tendría una finca o haría política?
M.M. V.: Si nosotros lográramos consolidar este proceso de paz como lo hemos venido planteando (no para las guerrillas sino para los colombianos, porque si hacemos cuentas una guerrilla de cuatro o cinco mil hombres no es nada en relación con 28 millones), entonces prácticamente me gustarían ambas cosas. Tener la finca no para trabajarla, porque ya las fuerzas se perdieron, sino para ver quien la trabaja y tenerla ahí, como lo que se llama conservar un principio de arraigo de campesino. Pero me gustaría más dedicarme al aspecto político, ir, no al Parlamento, pero pongámosle a un concejo, una asamblea, a decir lo que nosotros pensamos que se debe hacer en este país. Me gustaría eso. Más que todo lo político.