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La balacera que casi le cuesta la vida a Yesid Nieto ocurrió en este pasillo de un edificio del norte de Bogotá. En las paredes se observan la señales de las más de 250 balas. El esmeraldero recibió tres tiros, uno de ellos en la cabeza, y había sido desahuciado. Tres meses después, su recuperación ha sido asombrosa.

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Sobreviviente

Los paras y los narcos quieren dividir a los esmeralderos para quedarse con el negocio. Crónica de una sangrienta guerra que está empezando.

22 de abril de 2006

Yo sé que me están buscando para matarme y sé quiénes son. Desde hace rato me quieren quitar mis escoltas para hacerlo más fácil". Yesid Nieto le dijo esta frase a SEMANA el viernes 24 de enero a las 5:30 de la tarde. Unas 32 horas después, fue víctima de un atentado que lo tuvo al borde de la muerte.

Pasada la una de la mañana del domingo 26, Nieto, considerado uno de los zares de las esmeraldas, llegó a uno de sus apartamentos en el norte de Bogotá. Una docena de escoltas lo acompañó hasta la puerta de un ascensor y en compañía de su padre, su conductor, una asistente y otros familiares entraron a su apartamento en el piso 11. Media hora más tarde, Nieto y dos de sus familiares salieron nuevamente del apartamento. Solicitaron el ascensor y mientras lo esperaban escucharon que en el piso 12 una voz dijo "nos pasamos". El ascensor que esperaba Nieto abrió sus puertas y en ese momento tres hombres descendieron por las escaleras y comenzaron a disparar contra el esmeraldero y sus acompañantes, que en medio de las balas alcanzaron a entrar al elevador.

En el noveno piso nuevamente se abrió el ascensor. Seis hombres los estaban esperando. Uno de ellos, con una pistola 9 milímetros apuntando a la cabeza de Nieto, gritó: "Quieto, Policía judicial". Dos semanas atrás, a Nieto le habían dicho que se preparaba un atentado en su contra y que los sicarios simularían ser policías judiciales. El año pasado, el esmeraldero ya había sido objeto de dos atentados que fueron denunciados ante la Fiscalía. Por eso, sin dudarlo, Nieto desenfundó su pistola y comenzó a disparar contra los seis hombres que estaban al frente, quienes armados con una subametralladora y pistolas con silenciador, también empezaron a disparar.

Dentro del ascensor el padre de Nieto recibió un disparo. En medio de una lluvia de balas, el esmeraldero y su sobrino consiguieron salir del elevador arrastrando a su compañero herido y se atrincheraron detrás de una pared. Durante cinco minutos hubo disparos en el estrecho corredor del edificio. En ese intercambio, Nieto recibió un disparo en el tobillo izquierdo, otro más en el muslo derecho y un tercer tiro lo impactó en el lado derecho de la cabeza. Los sicarios, al ver que no podían acercarse donde estaba Nieto atrincherado, huyeron por las escaleras. Uno de los atacantes quedó tendido en el corredor del noveno piso.

A la 1:40 de la mañana la balacera terminó. En el pasillo había más de 250 impactos de bala en las paredes y las puertas de los apartamentos. Pocos minutos después llegaron cuatro policías y una ambulancia que se llevaron a Nieto y a su padre.

Esa balacera, que haría palidecer las escenas más cruentas de la película El Padrino, fue para muchos el punto más álgido de una guerra entre facciones de esmeralderos. Durante las semanas siguientes al atentado contra Nieto, varias personas más vinculadas al mundo de las esmeraldas fueron asesinadas en distintos lugares del país. Esas muertes hicieron pensar a muchos que la paz pactada entre esmeralderos hace 13 años había llegado a su fin y que el país se enfrentaba a una nueva 'guerra verde', como la de los años 80 que dejó más de 5.000 muertos. Pero ¿qué hay realmente detrás del atentado contra Nieto y los asesinatos selectivos de esmeralderos?

Las minas

Tras el intento de asesinato contra Nieto, una de las hipótesis que manejaron las autoridades es que se había desatado una guerra entre dos facciones de esmeralderos. Una encabezada por Nieto y sus socios y otro grupo liderado por el tradicional empresario esmeraldífero Víctor Carranza y sus aliados. El miércoles de la semana pasada, durante una entrevista con la emisora La W radio, Carranza negó cualquier vínculo suyo con lo ocurrido a Nieto y descartó que se estuviera viviendo una vendetta entre esmeralderos. Nieto, por su parte, en entrevista con SEMANA tampoco relacionó a Carranza con lo que le ocurrió y de paso ratificó que no había una guerra entre ellos (ver recuadro).

Otras de las hipótesis que han rondado sobre todo este asunto del ataque a Nieto tiene que ver con el interés de grupos de esmeralderos, diferentes a los tradicionales, de apoderarse por la fuerza de las minas que explota Nieto y sus socios. Sin embargo, la hipótesis que más fuerza ha tomado en las últimas semanas tiene que ver con grupos de paramilitares que se han reinsertado dentro del proceso de paz con el gobierno. Facciones del Bloque Central Bolívar, el Bloque Élmer Cárdenas, hoy desmovilizados, y las activas Autodefensas Campesinas del Casanare, comandadas por Martín Llanos, serían algunos de los grupos que estarían detrás de la muerte y los ataques a esmeralderos. La razón es tan sencilla como compleja. Estos grupos, mezclados con algunos narcotraficantes, habían intentado desde hace varios meses obtener el control de varias de las minas de esmeraldas. El objetivo es que a través de éstas podrían lavar fácilmente parte de las fortunas ilegales que adquirieron durante años. Ante la negativa de algunos de los más tradicionales esmeralderos de permitir el ingreso "por las buenas" de los paras estos, según los investigadores, habrían encontrado que la mejor forma de penetrar el mundo de las esmeraldas era creando una guerra entre los propios esmeralderos. Esto con el fin de obligarlos a pelearse entre clanes de esmeralderos, lo cual facilitaría el ingreso de los paramilitares.

Esta es la hipótesis por la que más se inclinan las autoridades y algunas de las principales familias de esmeralderos. En ese gremio hay desconcierto y miedo. La única forma de garantizar que ese mar de dudas que aún hay sobre lo que ocurrió con Nieto y los esmeralderos asesinados, es que la justicia diga rápidamente quiénes son los responsables de esos ataques. De continuar prolongando la incertidumbre que existe entre los esmeralderos, eso sí podría eventualmente convertirse en el detonante de una guerra.