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E N T R E V I S T A

Soy el alma de los acordeones

Ovidio Granados, de 59 años, reparador de acordeones, dice que mientras haya calidad musical el vallenato no se extinguirá.

21 de mayo de 2001

SEMANA: ¿Parece que el Festival Vallenato que se inicia este jueves no será tan bueno como los anteriores?

Ovidio Granados: ¿Por qué? Mientras haya música los corazones se alegrarán y eso es suficiente para ser felices.

SEMANA: ¿Pero un Festival sin los grandes artistas por la rebelión de las disqueras no suena bien?

O.G.: Eso es una lástima pero no se pude decir que la fiesta no será sabrosa, eso sería hablar mal de los artistas que sí van a estar y uno no debe hacerle eso a nadie.

SEMANA: ¿Y si no son buenos?

O.G.: Hay que defenderlos. En esta tierra hay gente buena como aquellos que tienen que ver con la música, porque todos trabajamos para expresar nuestros sentimientos.

SEMANA: Usted arregla los acordeones. ¿Se siente en igualdad con acordeoneros y cantantes?

O.G.: En 32 años que llevo arreglando acordeones nunca he dudado que yo soy el alma de los acordeones. El acordeón es mi vida misma.

SEMANA: ¿Y el vallenato?

O.G.: Sirve para publicar las noticias de nuestro pueblo.

SEMANA: ¿Pero hay muchos críticos que dicen que está agonizando, que atrás quedó la época de los grandes juglares?

O.G.: Lo que pasa es que está cambiando. Y eso no es de la noche a la mañana aunque yo sí creo que para que siga maravillando debe tener calidad.

SEMANA: Infortunadamente, hoy son pocos los ejemplos.

O.G.: Pues mirá que no porque hay está Carlos Vives. El sabe mezclar las viejas notas con las nuevas. Y eso vale. Pero yo pediría no criticar tanto. En vez de eso debemos es hacer música, para expresar lo que sentimos que para los hombres que no somos letrados es una buena forma de contar las cosas.

SEMANA: Usted es uno de los hombres más famosos de Valledupar, padre de 11 hijos, uno de ellos Rey de Reyes. ¿Lo tiene todo?

O.G.: Soy un campesino alegre, tengo mi tierra, una tierra que además de seducirme a mí encariña a todos los visitantes. ¿Qué más puedo pedir?