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| Foto: cortesía Andrés Henao / El Tiempo

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Mala prensa para Medellín en The Independent

El diario británico le dedicó un artículo a una práctica de tráfico sexual en las comunas con menores vírgenes.

10 de octubre de 2013

Una vez más un medio de comunicación de habla inglesa pone el ojo en Colombia. Luego de que el diario estadounidense The Washington Post le dedicara un artículo a las disputas entre el mandatario Juan Manuel Santos y el expresidente Álvaro Uribe, el turno ahora es para la capital antioqueña.

Esta vez, el diario británico The Independent publica un artículo titulado ‘Colombia: The virgin auctions in Pablo Escobar’s home town’ (Colombia: las subastas vírgenes en la ciudad natal de Pablo Escobar), donde revela que “detrás de la fachada cosmopolita de Medellín, las bandas criminales engañan a niñas de hasta diez años para vendérselas al mayor postor”. (Vea el artículo original).

“Cuide a su niña o la venden” es una frase común en los barrios marginales de las montañas. La advertencia –o amenaza, dependiendo de quien provenga– es literal. Las bandas criminales que mandan en los barrios deprimidos, conocidos como comunas, reclutan niñas de 10 a 15 años y subastan sus virginidades entre traficantes de drogas y turistas extranjeros”.

El texto publicado el pasado 8 de octubre explica que la selección de las jóvenes se lleva a cabo según su apariencia y son reclutadas por jefes de pandillas u otras niñas de las bandas, que actúan como reclutadoras.

“Comienzan por atraerlas con incentivos de una cultura de alto consumismo”, le dijo a The Independent Luis Pardo, director de la ONG Corporación Consultoría de Conflicto Urbano (C3), quien ha investigado el fenómeno durante el último año. “Les ofrecen ropa de marca, idas a restaurantes de lujo, whisky de alta gama y cocaína. Así, las niñas terminan siendo parte de esta red”.

Una vez dentro de su zona de influencia, la pandilla protege a las menores. “Cuando se decide que una niña será subastada, ningún hombre del barrio puede tocarla, molestarla y, más que todo, tomar su virginidad”, afirmó Pardo.

Así mismo, las familias de las niñas quedan atrapadas en la ‘red clásica’ de la delincuencia organizada. Si aceptan las propuestas de las bandas, reciben ayuda financiera para aliviar la pobreza extrema que caracteriza la vida en las comunas. Si se niegan, pueden abandonar sus hogares y unirse a las filas de los más de 10.000 desplazados anuales de la ciudad; también pueden esperar una bala desde la parte de atrás de una moto en marcha, o el golpe en la puerta que marcará la última vez que se vean con vida, reza el artículo.

"No hay evidencias"

El diario, además, señala que informar sobre los avances en esta materia pocas veces es una opción ya que son las bandas criminales y no el Estado las verdaderas autoridades en las comunas: "Estos grupos no sólo controlan las actividades criminales sino que regulan la vida cotidiana, incluso resuelven disputas entre vecinos y cobran sus propios impuestos en la forma de una ‘vacuna’ semanal, un término local empleado para las extorciones".

Las bandas operan el crimen organizado como los soldados de a pie de Medellín y tienen el control de los territorios en nombre de uno de los dos contendientes de las redes mafiosas: los restos del imperio criminal del narcotraficante Pablo Escobar, que ahora se llama la Oficina de Envigado, y el ejército narcoparamilitar de los Urabeños.

Estas asociaciones aseguran el alcance de las pandillas que se extiende mucho más allá de estos barrios, e incluso en las entidades de seguridad del Estado, donde la corrupción es rampante. En este contexto, explica el diario, las conexiones de las pandillas no sólo facilitan el movimiento de las niñas a través de las redes criminales, sino que prácticamente garantizan el silencio de las víctimas.

"La gente tiene miedo de denunciar, incluso de hablar por el temor que les tienen a estos actores armados", dijo un entrevistado por el diario que trabaja con la juventud quien ha visto a las niñas bajo su cuidado desaparecer en la vida de pandillas y que no quiso ser identificado por temor a represalias, con respecto a la Comuna 13, un sector desgarrado por la violencia. "El silencio se ha convertido en un cómplice."

Las víctimas contactadas por el diario británico dijeron que, desde las revelaciones del informe C3, las pandillas les habían advertido que las matarían si hablaban de sus experiencias.
El estudio se realizó entre 2011 y 2012 en el centro de la ciudad. En él se revela que los combos delincuenciales subastarían a las niñas vírgenes mediante redes de explotación sexual por precios entre 200.000 y 5 millones de pesos. Sin embargo, la administración de la ciudad manifestó que no existen evidencias sobre casos relacionados y dijo que el informe está marcado por los intereses políticos.

“Luis Guillermo Pardo… es el vocero de Firmes, que es el movimiento de Luis Pérez, el candidato que perdió la Alcaldía con Aníbal Gaviria y que hasta el momento no lo ha aceptado”, le dijo el Secretario de Gobierno de Medellín, Jorge Mejía, al diario El Tiempo.

Sobre estas aseveraciones, el Vicealcalde de Gobernabilidad encargado de Medellín, Luis Fernando Suárez, le dijo a Semana.com: “no conozco el documento final del C3, por tanto no me puedo referir al trabajo como tal o a qué nivel de cualificación y calidad tiene”.

Suárez asegura, además, que “no nos interesa ocultar la problemática. Sí hay explotación de menores en Medellín y el primer camino para solucionar el problema es reconocerlo. Lo que se puede cuestionar es la dimensión que se le da al tema en el estudio, pero sí nos prende una alerta y nos obliga a indagar y exigirles resultados a autoridades competentes como la Policía y la Fiscalía”.

"Reconocemos que hay grandes dificultades con organizaciones delincuenciales que no son nuevas. Mucho de lo que hay es la herencia del narcotráfico de los ochentas y noventas con organizaciones armadas asociadas a las Bacrim y que tienen recursos económicos (propios)", dijio.

Una fachada

A cerca del destino final de las menores involucradas en las subastas, el artículo afirma que algunas se ofrecen para las orgías de los señores de la droga y capos mafiosos “que controlan el mundo subterráneo de Colombia, continuando una tradición iniciada por Pablo Escobar, cuya demanda de vírgenes adolescentes era notoria. Lo cierto es que una vez entregadas en venta, pocas regresan".

"Esta es la primera experiencia (sexual) de una niña ", dijo Pardo. "Pasan de las manos de un capo de capos a otro y al final se vuelven prostitutas". Según el diario inglés, muchas son comercializadas con turistas extranjeros.

Los adelantos en materia de seguridad de la última década han mejorado la reputación internacional de Medellín, haciendo que pasara de una zona de guerra dominada por las drogas y la violencia extrema, a una ciudad cosmopolita y pujante para abrirse al turismo.

Sin embargo, con su reputación de ciudad de hermosas mujeres y leyes laxas de prostitución –que es legal en mayores de 18 años y si no hay intermediarios involucrados– el lado oscuro de la afluencia de visitantes extranjeros representa un auge en el turismo sexual.

Con la reducción de la tasa de homicidios en la ciudad, las redes de turismo sexual surgieron rápidamente, señala el artículo, muchas de ellas dirigidas por extranjeros que guían ilegalmente a los turistas a través de los prostíbulos. De esta forma, el comercio sexual local es supervisado por las pandillas callejeras más grandes o los anillos especializados en este tipo de comercio.

Según el C3, estas redes contactan a sus clientes de confianza para ofrecerles folletos con una pequeña selección de las menores en subasta, o catálogos en línea hasta con 60 niñas. Luego, a los clientes se les da un número PIN secreto que les permite acceder a la página web de subastas. Los compradores hacen una oferta con precios que, según el C3, pueden llegar a los cinco millones de pesos para tomar la virginidad de la niña. Una vez finalizada la subasta, se eliminan los sitios y se destruyen los folletos.

Después de la experiencia, las jóvenes muy raramente regresan a la vida familiar y, por el contrario, se sumergen en los bajos fondos de Medellín.
"Lo que sucede es que las niñas empiezan a tener una vida diferente porque tienen acceso al dinero y con este, a las drogas", dijo el hombre no identificado que trabaja con la juventud. "Terminan lejos de sus casas, se involucran con pandilleros; su forma de vida cambia desde muy jóvenes".

La contratación y el abuso de niñas por medio de las pandillas no sólo es una cuestión de seguridad, sino cultural, le dijo al diario la directora de la ONG Vamos Mujer de Medellín identificada como Clara Inés. "En el contexto de la guerra, y en el contexto de la ‘narcotización’ de la cultura, las mujeres han pasado de ser consideradas como objetos sexuales para convertirse en mercancía. Las mujeres se han convertido en un botín de guerra".

Las autoridades de Medellín dicen que son conscientes de la práctica, pero sus esfuerzos para combatirla están limitados por el silencio que rodea el tema. También dicen, según The Independent, que sus limitaciones se deben al hecho de que muchas de las niñas que se preparan para entrar en la industria del sexo ingresan a la vida de pandilla voluntariamente.

"Desde muy temprana edad, lo ven como algo natural, algo normal", dijo Jesús Sánchez, defensor de los derechos humanos en Medellín. “Hay casos en que los padres le llaman la atención, le piden al Estado que intervenga, pero la niña dice que no quiere ser parte de un programa de protección, que quiere permanecer en el ambiente y pertenecer al grupo".

Sin embargo, muchos de los que trabajan con las víctimas dicen que la respuesta de las autoridades ha sido débil. “Este fenómeno existe y empeora cada día, pero no hay una acción del Estado o de la policía”, afirma Pardo.

Pardo cree que la situación es un claro ejemplo de la creciente brecha entre la fachada de Medellín que se le presenta al mundo y la realidad de pobreza y de violencia que sigue rampante en las comunas, donde la prostitución infantil y las subastas de vírgenes son sólo otro horror cotidiano que soportar.

"Esto se ha convertido en parte del paisaje, parte de la cruel realidad de la otra Medellín, la que no es visible, la que no aparece en los medios de comunicación, la que no está relacionada con los grandes proyectos de construcción y restaurantes de lujo", señaló el presidente de Corporación Consultoría de Conflicto Urbano. "En las comunas, la falta de oportunidades y la pobreza son las que reinan".

Pero Luis Suárez afirma que “lo que saca The Independent se difundió hace más o menos un mes en Medellín con una cobertura relativamente amplia. A esa problemática la llamamos explotación sexual y comercial de niños. La alcaldía viene trabajando el tema con frentes de trabajo conformados por la policía, la fiscalía, el ICBF; una mesa de trabajo con organizaciones no gubernamentales, universitades, etcétera, para prevenir la explotación sexual de menores y reaccionar frente a ella… es una prioridad, así que no nos cogió fuera de base porque lo venimos trabajando”.