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Tan cerca y tan lejos

¿Pueden Colombia y Venezuela convivir con las diferencias políticas de Uribe y Chávez? Una serie de foros en ambos países trató de contestar esa pregunta.

12 de febrero de 2006

Que Álvaro Uribe y Hugo Chávez son como el agua y el aceite, en términos ideológicos, lo sabe todo el mundo. La pregunta es si pueden construir una mejor relación, lo cual sería muy importante si ambos logran -como es muy probable- la reelección. Un grupo de representantes de ambos países, convocados por varios medios de comunicación, intentó contestar a estas preguntas. Las conclusiones no invitan al optimismo. Desde la crisis por la captura del guerrillero de las Farc Rodrigo Granda, se han calmado un poco las aguas. Ha habido pequeños incidentes, pero no han tenido los alcances ni la gravedad del caso Granda. Las relaciones, sin embargo, están limitadas a una agenda mínima. Hay pocas iniciativas, y asuntos tan importantes como la seguridad no se tratan con la atención y la confianza debidas. Más bien la Colombia de Uribe y la Venezuela de Chávez son para el resto del continente símbolos de dos visiones totalmente incompatibles. Varios medios de comunicación -El Nacional de Caracas, SEMANA, Radio Caracol y El Tiempo- organizaron tres foros en Caracas, Riohacha y Bogotá, para explorar las posibilidades de fortalecer las relaciones. Se vincularon entidades prestigiosas como las universidades Central de Venezuela y Nacional de Colombia, que desde hace 12 años trabajan sin interrupción en un grupo académico binacional, el Pnud y la CAF. Hubo reflexiones que podrían ser útiles para los gobiernos. Como la que planteó la ex ministra de Defensa, Martha Lucía Ramírez, en el sentido de que los dos presidentes emitan directrices públicas a sus Fuerzas Armadas para que erradiquen de sus hipótesis de guerra la que tiene que ver con el vecino. Aunque aún no se conocen los alcances de las compras de armamentos que ha hecho el país vecino, el ex ministro Rafael Pardo alerta sobre los peligros de "una carrera armamentista de baja intensidad". Ana María San Juan, profesora de la Universidad Central, considera que en materia de seguridad "no hay una evaluación colectiva, sino recriminaciones mutuas". Hay desafíos en otras áreas. En la economía, por ejemplo, María Luisa Chiappe, presidente de la Cámara de Integración, resalta los avances en el volumen comercial -2.300 millones de dólares al terminar 2005- y dice que los conflictos son mínimos y manejables. Pero mientras Uribe cestá próximo a firmar un TLC, Chávez solicita el ingreso a Mercosur. Lo anterior dibuja un panorama incierto para los empresarios y debilita la integración andina que ha sido clave para ambos países. En la frontera hay zozobra. La integración espontánea, fruto de la convivencia permanente, se afecta por las tensiones que se generan entre los gobiernos. Además, su perspectiva no se tiene en cuenta en las capitales a la hora de tomar decisiones sobre el manejo de las relaciones. Los propios medios de comunicación recibieron críticas. La información sobre el tema se limita a lo coyuntural. No hay visiones estructurales, y los eventos se juzgan sin matices. A su vez, los gobernantes caen en la tentación de declaraciones salidas de tono: la 'diplomacia del micrófono' no es culpa de quien las publica, sino de quien las hace. Hay, en fin, una larga lista de tareas por hacer. Lo cual es positivo porque significa que hay espacio para mejorar. No está claro es que los gobiernos estén dispuestos a jugar al 'todos ponen', lo cual hace aun más importante que los sectores civiles sigan reuniéndose para buscar un camino hacia un mayor entendimiento entre dos países que de hecho son inseparables.