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Te hablo desde la prisión

Cómo una abogada barranquillera terminó siendo jefe de una temida banda que extorsionaba desde las cárceles en cinco ciudades del país.

9 de mayo de 2005

El comerciante Jorge Cervantes necesitaba un abogado. Era algo sencillo. El comerciante buscaba un profesional del derecho para que le ayudara con el trámite para escriturar un inmueble, efectuar una hipoteca y otras diligencias legales. Le sugirieron que una de las más hábiles abogadas de Barranquilla era Martha Patricia Betaar Pacheco. Fue a la oficina de la abogada, le contó lo que necesitaba y la contrató. La mujer le dijo que de inmediato iba a trabajar en su caso. Lo que nunca supo Cervantes es que pocos minutos después de abandonar esa oficina la mujer hizo una llamada que le iba a volver un infierno su vida. La abogada llamó a un teléfono celular en el que contestó Juan David González, a quien le suministró todos los datos familiares, financieros, teléfonos y la dirección de la casa de Cervantes. González era un estafador condenado y recluido en la cárcel El Bosque de Barranquilla y conocido en el mundo del hampa con el alias de ?Luis?. Un día después de haber recibido los datos de la abogada, González llamó desde la cárcel a la casa del comerciante. Se identificó como miembro de las ?autodefensas de Ralito? y le dijo a Cervantes que debía pagar tres millones de pesos si no quería que él o su familia ?sufrieran las consecuencias?. Asustado, el comerciante le explicó que no tenía esa suma y después de una breve conversación, el estafador accedió a diferir el pago en tres contados. Después de eso le dio un número de una cuenta bancaria en la cual debía consignar el dinero. Con lo que no contaba el estafador, ni la abogada, es que toda la extorsión estaba siendo monitoreada por hombres del Gaula de la Policía. Desde hacía varios meses el Gaula había comenzado una operación para dar con una banda de extorsionistas que, en un comienzo, se pensó que actuaba sólo en Barranquilla. Los controles electrónicos, seguimientos y otras labores de investigación les permitieron a los uniformados determinar que las llamadas se efectuaban desde la cárcel El Bosque. Establecieron que la abogada Betaar aprovechaba su profesión para entregar información de sus clientes, que eran extorsionados por sus cómplices. Además, como Betaar se movía en un círculo social privilegiado, conseguía datos de otras potenciales víctimas. La abogada buscaba también personas que estuvieran dispuestas a abrir cuentas de ahorro y a prestarlas para que allí depositaran los dineros producto de las extorsiones. Y si las autoridades detenían a alguno de los integrantes de esta red, ella asumía con la mayor tranquilidad su defensa. El pasado 28 de abril, dos días después de la llamada extorsiva al comerciante Cervantes, hombres del Gaula arrestaron a la abogada en la carrera 53 con calle 72 de la capital del Atlántico. Los meses de investigación le permitieron al Gaula y a la Fiscalía determinar que la red de extorsionistas no sólo actuaba en la capital del Atlántico. La banda, que llevaba más de un año y había extorsionado a más de 100 personas, había extendido sus acciones al Tolima, en donde las llamadas se hacían desde el centro de reclusión de Picaleña, en el Valle; desde la penitenciaría de Palmira, y en Boyacá, desde la cárcel de alta seguridad de Cómbita, entre otros lugares. El operativo que comenzó con la captura de la abogada Betaar finalizó el martes de la semana pasada con el arresto de otras 30 personas de la banda en cinco ciudades. Además abrió nuevos procesos por extorsión contra los presos integrantes de la red delictiva. ?Aunque la extorsión desde las cárceles no es nueva, es evidente que es necesario tener controles más estrictos en los penales para evitar estos actos?, afirmó el director del Gaula, coronel Marco Antonio Pedreros. Es claro que mientras eso no suceda los presos difícilmente dejarán de encontrar en las cárceles el mejor escenario para continuar delinquiendo.