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ALTAS CORTES

Las indignadas del Consejo de Estado

Tres magistradas se han ganado el respeto de la opinión pública por sus duras posiciones en contra de los males de la Justicia.

18 de julio de 2015

No tienen pelos en la lengua. No les gusta estar en la mayoría. No temen ser críticas ni ir en contravía. Son tres mujeres que llegaron al Palacio de Justicia luego de largas carreras en el servicio público y que se han dado la pela por casos controversiales. Stella Conto, Lucy Jeannette Bermúdez y Sandra Lisset Ibarra se han convertido en unas cruzadas dentro del Consejo de Estado. Son ponentes de decisiones aplaudidas por la opinión pública, pero criticadas por sus colegas. Tienen un gran liderazgo en las altas cortes, un mundo tradicionalmente masculino. “Si nos descuidamos nos ponen corbata”, se les ha oído decir.

Estas tres mujeres han tomado tanto poder y relevancia en la Justicia que hasta el procurador les adjudica su eventual salida. La semana pasada Ordóñez generó una polémica nacional cuando acusó a Stella Conto de hacer parte de un complot con el gobierno para anular su elección, pues su hija es funcionaria de la Cancillería, aun cuando la joven vive en Francia desde hace muchos años y era consultora de la Ocde cuando se produjo el nombramiento. A Bermúdez también la recusó pues en el pasado fue funcionaria de la Procuraduría, pero ella ha aclarado que renunció antes de que Ordóñez se posesionara.

El episodio es simbólico, pero muestra la persistencia que tienen y la molestia que a veces generan. De Stella Conto, muchos dicen por fuera que puede ser la mejor magistrada que tiene hoy el Consejo de Estado, pero dentro de esa corporación sus posiciones no caen bien. Es la más impetuosa en las salas plenas y suele decirle en la cara y sin pelos en la lengua lo que piensa a sus colegas. La abogada de la Universidad del Rosario lleva casi dos décadas en el Palacio de Justicia. Fue magistrada auxiliar de la Corte Constitucional y del Consejo de Estado y es titular desde el año 2010.

Conto se ha ganado dos veces el premio que Women’s Link otorga a los fallos que rompen los estigmas de género y es la ponente de la sentencia sobre el feminicidio. También de decisiones como la acción popular que tumbó los estatutos del Partido Liberal y la que evidenció un millonario desfalco en el contrato de arrendamiento del muelle internacional del aeropuerto El Dorado. Además de sus sentencias, se conocen sus salvamentos de voto. Por ejemplo, fue la única que votó para que Roy Barreras perdiera la investidura por un supuesto tráfico de influencias en el sector salud. El fallo quedó 20 contra 1. También fue una de las tres que votó porque perdieran la investidura los 12 conciliadores de la reforma a la Justicia que intentaron meter los micos.

El caso de Lucy Jeannette Bermúdez es similar. Es abogada de la Universidad Gran Colombia, especialista en derecho penal de la Santo Tomás, y fue funcionaria de la Procuraduría durante 18 años antes de llegar al Consejo de Estado. Bermúdez fue la ponente del fallo que anuló la elección de Alberto Rojas Ríos en la Corte Constitucional en junio pasado. La magistrada fue una de las que rompió con la tradición de ‘no pisarse las mangueras’ entre las altas cortes. La decisión de Rojas y la que anuló la elección de los expresidentes de la Corte Suprema, Francisco Ricaurte y Pedro Munar (en la que Bermúdez también fue clave), representaron un punto de quiebre en la justicia. En un país en que se dice que esta solo aplica para los de ruana fue muy diciente que se pudieran imponer fallos contra los mismos magistrados.

Sandra Lisset Ibarra es abogada de la Santo Tomás y una reconocida miembro de la Rama Judicial. Fue magistrada de los tribunales administrativos de Santander, Boyacá y Cundinamarca, por más de 13 años. Sus colegas le reconocen su persistencia, tanto, que aspiró seis veces para llegar a las altas cortes. Ibarra quería realmente entrar a la Judicatura pues cree que la clave de la Justicia es administrarla bien. Llegó el año pasado al Consejo de Estado, pero ha jugado un papel clave. Fue la única que votó en contra de que no se restituyera en el cargo a Alberto Rojas, pero su ponencia fue derrotada por los cuatro conjueces del caso.

Por ese tipo de decisiones, las tres magistradas se han granjeado mucho respeto pero también muchas enemistades. Seguramente seguirán dando mucho de qué hablar.