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El temible ojo del huracán Iota pasó a 12 kilómetros de Providencia. Las casas están en el suelo y la gente no tiene donde dormir, mucho menos donde preparar un alimento para calentarse.
El temible ojo del huracán Iota pasó a 12 kilómetros de Providencia. Las casas están en el suelo y la gente no tiene donde dormir, mucho menos donde preparar un alimento para calentarse. | Foto: SEMANA

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“No quedó nada en pie. La imagen de la isla es devastadora”: turista rescatada de Providencia

María Antonia Chinkousky narra los momentos más difíciles que vivió con el paso del huracán que dejó devastada la isla.

18 de noviembre de 2020

El huracán de categoría 5 dejó destruida la isla de Providencia y los turistas que se encontraban en el lugar, luego de varios días incomunicados, poco a poco han logrado salir para relatar cómo vivieron el momento del paso de Iota.

María Antonia Chinkousky estaba de vacaciones con otro grupo de personas que también habían llegado hasta el lugar a pasar unos días de descanso y bucear, paseo que terminó en una experiencia inimaginable por el paso del devastador huracán.

María Antonia habló con SEMANA Noticias y así narró su experiencia con el paso del Iota por Providencia: “Nosotros éramos un grupo de amigos de 12 personas que íbamos a la isla a bucear. Llegamos el martes 11 a la isla. Los primeros días estuvieron bien y las noticias alarmantes empezaron el domingo, pero nosotros no teníamos mucha información. Realmente nos dijeron que iba a ser una tormenta tropical, pues en esta época del año San Andrés y Providencia tienen mucha alerta de huracanes que casi nunca se materializan, o que pasan tormentas tropicales o huracanes de categoría 1, pero no esperábamos un huracán de categoría 5. Nunca imaginamos que eso iba a pasar”.

María Antonia cuenta que el domingo empezaron las alertas de un huracán que iba a pasar muy cerca de la isla. “El domingo, a las 10:00 de la noche, empezaron vientos muy fuertes y a las 12:00, por suerte, porque eso no existe en la isla, el hotel contaba con un bar que está construido en concreto y eso fue lo que nos salvó realmente. Pero el resto de la isla y al resto de personas les tocó ir a unos albergues, unas iglesias que se destruyeron durante el huracán. Tenemos historias de gente allá que nos contaba que en medio del huracán les tocó huir a otro albergue que también se llevó el huracán. La isla no estaba preparada para esto. Nosotros fuimos muy afortunados porque el hotel Cabañas de Agua Dulce contaba con ese espacio”.

Y agrega que lograron hacerle un seguimiento al huracán hasta la madrugada del lunes: “Nosotros pudimos hacerle seguimiento hasta las 3 de la mañana, cuando tuvimos conexión a redes y a internet, pero ahí fue cuando nos dimos cuenta de la magnitud. No teníamos información y tampoco sabíamos que había sido de categoría 5. Nos dimos cuenta de la magnitud cuando salimos y vimos todo destruido. Al lugar donde nosotros estábamos llegaron unos vecinos que tenían sus casas cerca del hotel. Llegaron emparamados y una de ellas era la médica de la isla. Ella tuvo que salir porque se encontró con uno de sus pacientes mientras iba a nuestro resguardo y nos dijo que el hospital, que creo no tiene más de 6 meses, se destruyó. Entonces ella fue a ver cómo estaban las cosas y nos dijo que era una cosa desastrosa”.

En su relato menciona el panorama de la gente caminando por la isla en medio de la tragedia. “Se veía gente caminando desde el centro, varias personas buscando algo de comida, buscando un refugio, buscando dónde pasar la noche porque ellos sabían que la ayuda no iba a ser inmediata y que tenían esa noche para encontrar dónde estar. Había familias con niños de 1 año, niños de 6 años y no les quedo nada, no tenían dónde pasar la noche. Fue impresionante”.

María Antonia dice que sintieron un alivio al llegar al aeropuerto y ver la pista limpia. En ese momento sabían que podían salir muy pronto de Providencia, aunque no estaba la construcción que componía el aeropuerto de la isla, pero sí estaba en pie la torre de control. Hasta este lugar llegaron a pie desde el resguardo. Relata que la isla estaba gris, sin vegetación, y a pesar de la magnitud de la emergencia la comunidad los acogió y les brindó de la poca comida y bebidas que tenían. María Antonia destaca el positivismo y la fuerza de los isleños en medio de lo devastada que había quedado la isla por el paso del huracán Iota.