Una gran expectativa se había creado en torno al fallo que la Procuraduría General de la Nación y la Superintendencia Bancaria debían emitir sobre el manejo de las reservas internacionales durante la administración Turbay. La expectativa se había despertado no sólo por la naturaleza e implicaciones del asunto, sino por la calidad de sus protagonistas: el ex presidente Turbay y el delfín Julio César Turbay Quintero por un lado, y el jefe del Nuevo Liberalismo, Luis Carlos Galán, por el otro. Finalmente, el fallo se conoció la semana pasada y se despejó la incógnita con respecto al supuesto favoritismo del gobierno Turbay para con el Chase Manhattan Bank. Tanto el Procurador como el Superbancario manifestaron, según la carta que ambos enviaron al ex presidente Turbay, que "la investigación realizada (...) permite concluir que a todo lo largo del período examinado, la administración de las reservas internacionales del país se llevó con criterio técnico, siguiendo los principios establecidos por la Junta Directiva del Banco de la República", y que, asimismo, no existió "tratamiento preferencial en favor del Chase Manhattan Bank, en la asignación de las reservas del país en el período en cuestión".
Todo comenzó cuando, al fragor de la campaña de la pasada mitaca, el senador José Manuel Arias Carrizosa concedió unas declaraciones al diario El Tiempo en las que afirmaba que el senador Galán había guardado inexplicable silencio sobre el robo de los 13.5 millones de dólares, un hecho del que estaba pendiente la nación entera. Galán, palabras más, palabras menos, en una declaración publicada en El Tiempo respondió que el senador Arias Carrizosa debía contar con fuentes muy allegadas que lo llevarían hasta los autores intelectuales del robo y sugirió la posibilidad de que un importante miembro de la familia Turbay estuviese involucrado en el ilícito. Posteriormente, en una reunión privada que sostuvo con un grupo de notables en la sede del Club Manizales, hizo una referencia mucho más explícita, qué llevó a uno de los presentes a inspirar una caricatura que salió publicada en el diario La Patria. en la que aparecía un delfín que lucía un corbatín.
La caricatura no daba lugar a dudas. Y lo que en principio fue sólo un rumor fue tomando la forma de una gravísima sindicación. Cuando el ex presidente Turbay regresó de una larga temporada de descanso fuera del país, abrió fuego contra Galán, con una pugnacidad que no era compatible con la fama de mesurado y sereno que se había granjeado a lo largo de su vasta carrera política.
En ese momento, en víspera de las elecciones de mitaca, los índices de popularidad del jefe del Nuevo Liberalismo parecían alcanzar su máxima expresión, en tanto que los del ex presidente Turbay bordeaban los más bajos niveles. En consecuencia, la opinión pública del país no asimiló las razones de la arremetida del ex mandatario.
El asunto no se volvió a mencionar, hasta que en unas declaraciones dadas a Juan Guillermo Ríos, en el Noticiero de las 7, ante una pregunta sobre la acusación formulada contra el hijo del ex presidente Turbay, hábilmente Galán desvió la acusación de lo personal a lo institucional, echando un manto de duda sobre el manejo de las reservas internacionales en el cuatrienio 78-82. Esta manera de desmontarse de la especie original, para evitar una retractación, indignó a todos los allegados a la Casa Turbay, lo que llevó al propio ex presidente Turbay a solicitar una investigación exhaustiva en el Banco de la República, para establecer si durante su administración se habían recibido sugerencias suyas para depositar parte de las reservas en alguna de las instituciones bancarias que tradicionalmente las habían manejado.
Con la respuesta conjunta del Procurador y el Superbancario que establecía la ausencia de favoritismo en el manejo de las reservas, se suponía que el episodio quedaba cancelado definitivamente. Sin embargo, para sorpresa de muchos, nuevamente el senador Galán decidió salirse por la tangente, produciendo una declaración en la que, sin desconocer la validez del pronunciamiento del Procurador y el Superbancario -este último del Nuevo Liberalismo-, intentaba mantener la acusación, dándole un nuevo giro al asunto. Dijo, en efecto, que el informe de los dos funciona rios "no responde a lo que el señor Rodrigo Lara Bonilla y yo, como voceros del Nuevo Liberalismo, solicitamos al gobierno en la legislatura de 82".
Esta vez la indignación no fue sóla de la familia Turbay, sino de otros sectores que consideraban, a la nueva luz de los hechos, que a Galán se le estaba yendo la mano en sus esfuerzos por no retractarse de unas declaraciones imprudentes. Aun más, el hecho de que el jefe del Nuevo Liberalismo hubiera invocado en su declaración el nombre de Lara Bonilla, llevó a muchos a pensar que Galán se estaba excediendo en el aprovechamiento póstumo del prestigio del Ministro asesinado quien, como es ahora de público conocimiento, estaba a punto de desvincularse del Nuevo Liberalismo.
Por su parte, el Banco de la República ha permanecido al margen de este asunto, quizás porque no son propiamente cuestiones de orden técnico las que están en juego en el fondo del litigio. Como lo dijera a SEMANA un alto funcionario de esa institución "en lo tocante con las reservas internacionales durante el gobierno Turbay, fuera de juicios de valor, no se encontraron cuestiones de fondo que pudieran poner en entredicho su manejo".