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UN ALMUERZO CON EL PRESIDENTE

Roberto Pombo pasó tres horas en la Casa de Nariño conversando informalmente con el primer mandatario. Estas son sus impresiones de esa charla.

20 de abril de 1992


CURIOSAMENTE, LA PRIMERA IMPRESION QUE deja una charla con el Presidente es que lo que menos le quita el sueño es uno de los asuntos sobre los que más se especula en los entideros políticos: el cambio de gabinete.
Es tan poca la preocupación que refleja el primer mandatario sobre el tema que la primera conclusión a que se puede llegar es que no va a haber crisis ministerial a corto plazo. Interrogado entonces sobre el alcance de su reciente ultimátum, según el cual el grupo político que no apoye la reforma tributaria en el Congreso se queda por fuera del Gobierno, Gaviria minimiza el planteamiento. Señala que se trata de una solicitud normal de coherencia política, que es más indicativa de la importancia que el Gobierno le atribuye a la Reforma Tributaria que de sus intenciones de modificar el gabinete.
Agrega que los pronunciamientos oficiales de todos los grupos que están en el Gobierno no permiten concluir que tengan la intención de retirarse. La carta que le envió Andrés Pastrana recientemente indica que éste no descarta la posibilidad de colaborar con el Gobierno. El M-19 está dividido al respecto, pero todo el mundo afirma que Antonio Navarro no parece estar interesado en oponerse abiertamente a un Gobierno al cual perteneció. El Movimiento de Salvación Nacional, que parecía ser el candidato más firme para entrar en la oposición, acaba de enviar una carta a través de su bancada parlamentaria, en la cual no cierra ninguna puerta. Le pregunto entonces si no considera que el ex presidente Misael Pastrana ya está en la oposición. El Presidente sonríe pero no responde, y se limita a llamarme la atención sobre un editorial de la semana pasada del diario la Prensa, atribuido a la pluma del ex mandatario conservador, cuyo tono es más bien cordial, si se tiene en cuenta la dureza editorial de ese periódico en los últimos tiempos. El Presidente no sabe con certeza si los pastranistas van a acabar en el Gobierno o en la oposición. Pero sí considera que por razones de orden práctico tanto el padre como el hijo terminarán en el mismo bando. La reflexión de César Gaviria suena natural, pues al fin y al cabo es muy difícil imaginar un escenario en el cual el padre le haga oposición a un Gobierno del cual el hijo es socio. O viceversa.
Como buen conocedor de la política colombiana, el Presidente sabe que la decisión de los grupos políticos de quedarse en el Gobierno o retirarse depende más de lo que hagan sus contrincantes que del contenido mismo de la reforma. Es decir, que para ellos posiblemente resulta tan definitivo retirarse del Gobierno como saber si sus rivales se van a quedar o no. ¿Pero qué le gustaría a él que sucediera? En términos personales, lógicamente, prefiere que todo el mundo se quede. Sin embargo aclara que lo que es mejor para él no es necesariamente mejor para la democracia, porque para el sistema político sí es fundamental la existencia de la oposición. "Al Partido Liberal le conviene la confrontación de tesis", afirma el Presidente. Para él, había una cierta inmovilidad política en el ambiente que era nociva para todo el mundo, inclusive para el propio Gobierno, que terminaba dedicado a defenderse del debate sobre el orden público, que acapara la atención de la genté cuando el ambiente político está aletargado. Para Gaviria la Reforma Tributaria ha sido una especie de detonante que ha provocado un remezón que él considera saludable. Al conversar con César Gaviria queda la sensación de que la Reforma Tributaria ha pasado a su Gobierno de la defensiva a la ofensiva y que esto no le molesta en lo más mínimo.

Pero volviendo al tema de las posibles bajas en el gabinete por cuenta de la reforma, ¿cuáles serían sus preferencias? El Presidente se niega a contestar esa pregunta y elogia a todos los miembros de la actual coalición de Gobierno. Pero al final suelta involuntariamente una pista: "Yo creo que el Partido Liberal considera al conservatismo independiente como su aliado natural". Inmediatamente aclara, sin embargo, que eso no es necesariamente lo que le conviene a él como Presidente, pues el número de parlamentarios de los independientes es proporcional a la capacidad de generar opinión pública que tienen los grupos minoritarios. En otras palabras, Alvaro Gómez, Misael Pastrana, Andrés Pastrana y Antonio Navarro tienen cada uno por su lado. un gran impacto en la opinión, aunque su fuerza parlamentaria sea menor. Para Gaviria ambos aspectos opinión y representación parlamentaria son igualmente importantes.
Reflejando un poco de impaciencia con la prolongación del tema del gabinete, le pone punto final al asunto aclarando que hasta el momento no tiene información definitiva de que algún grupo se quiera retirar. Y que si lo hace, el ministro respectivo sería reemplazado individualmente, sin crisis colectiva.

ECHANDO RESTOS
Casi tan sorprendente como su desdén hacia el tema de la crisis de gabinete es la importancia que le da a la de la Reforma Tributaria. Establece una clara jerarquía entre este proyecto de ley y los otros que forman parte del paquete legislativo. "El Gobierno no está dispuesto a echar sus restos en cada proyecto presentado al Congreso. A todos los considero muy importantes, pero cada uno debe defenderse por sí mismo. Sobre lo que no hay duda es que estamos dispuestos a jugárnosla toda por la Reforma Tributaria". ¿Pero en qué puntos está dispuesto a ceder? Al respecto el Presidente no concreta nada, pero aclara que lo que le quiten de ingresos por un lado se lo tienen que compensar por el otro.
Da como ejemplo que si le recortan a los controles a la evasión le tienen que aumentar a las tarifas, para obtener así los ingresos necesarios. El único punto que para él es indiscutible es que el país tiene un déficit real y que este problema tiene que ser solucionado.

Al llamarle la atención sobre las posiciones radicales que han mostrado muchos sectores sobre ese tema en los últimos días, el Presidente recuerda que no es el primer toro bravo que lidia en este campo, ya que como ministro de Hacienda de Virgilio Barco le tocó sacar adelante la Reforma Tributaria de ese gobierno. Esto no quiere decir que él crea que el asunto es fácil, pero anticipa que del intercambio de ideas entre el Gobierno y el Congreso saldrá un texto final que dejará satisfechas a ambas partes. En ese momento menciona unas declaraciones que dio a la radio el senador Víctor Renán Barco, que para él reflejan el tono y la actitud con que finalmente se desarrollará; el debate una vez que bajen las pasiones iniciales. El senador cáldense había insinuado la necesidad de hacerle algunas modificaciones al proyecto, como la reducción del IVA y ciertos cambios en las sanciones penales para los evasores. La sensación que deja Gaviria es que no hay nadie más consciente que él de que habrá un tire y afloje inevitable, pero su experiencia le ha demostrado que después de las posiciones radicale,s originales y las declaraciones altisonantes, en el Congreso se acaban abriendo paso fórmulas sensatas.

Le recuerdo que la nueva Constitución le ha quitado al primer mandatario instrumentos fundamentales para el manejo del Congreso, como eran las gobernaciones. Eso, sumado a la prohibición de nombrar a parlamentarios como embajadores o ministros le dejan menos campo de maniobra que el que había en el pasado. "No hay que olvidar responde él que la iniciativa de fortalecer al Legislativo frente al Ejecutivo fue nuestra". Y remata con una afirmación contundente: " Este proceso va a servir para determinar si bajo las nuevas reglas de juego el país es gobernable".

LA GUERRA Y LA PAZ
De la Reforma Tributaria pasamos al orden público. Le señalo al Presidente que se ve un creciente descontento por el cambio en la posición del Gobierno en cuanto a las negociaciones con la guerrilla, al eliminar el cese al fuego como condición para dialogar. Esperando una negativa a esa afirmación, lo sorprendente es que César Gaviria reconoce sin problemas que lo que ocurre es que el Gobierno sí ha cambiado su posición. El cambio consiste en reconocer que es utópico que la guerrilla colombiana acepte como condición para el diálogo hacer un cese al fuego y simultáneamente dejarse ubicar en sitios específicos.
Estas, que eran la base de la negociación de Caracas, el Presidente no las considera realistas hoy. Este reconocimiento está hecho con la frialdad que se le atribuye a la personalidad de Gaviria, pero al mismo tiempo refleja haberle metido muchas horas de estudio al tema. Afirma que el interés del Gobierno no es perseverar indefinidamente sobre una única estrategia sino buscar caminos que solucionen efectivamente el problema. Todo el análisis del presidente Gaviria se centra en que si se llega a una paz en Colombia no va a ser por la vía de la rendición unilateral de la guerrilla, sino por la de la negociación. En ese sentido, lo que importa no es sentarse en una mesa sino qué es lo que se acuerda. En otras palabras, qué se entrega a cambio de qué. Lo que sí es claro es que la guerrilla no va a desmovilizarse a cambio de nada y que el Gobierno colombiano no va a ceder nada si no hay una desmovilización real.
Eso no significa que para el Presidente la ronda de Caracas haya sido un fracaso. Al contrario. Piensa que de ese proceso de conversaciones surgió algo muy importante: la aceptación por parte de la guerrilla de una agenda.
Esto, que parecería trivial, para Gaviria es fundamental. El acuerdo sobre un temario es un progreso en una situación tan compleja y esquiva como lo es el proceso de paz en Colombia. La pregunta es si todo esto no le da demasiado protagonismo a la guerrilla, en la medida en que da la impresión de que en México el Gobierno discute de tú a tú con los alzados en armas. "Eso puede ser así responde y evidentemente existe ese riesgo. Pero soy un convencido de que es imposible que la paz llegue sin riesgos, y estoy dispuesto a asumirlos".

En cuanto a la situación militar, el Presidente considera que ha habido una evolución favorable. Aunque la ofensiva sobre Casa Verde hace poco más de un año fue controvertida, desde ese momento se han intensificado los operativos en la zona y con el tiempo se están viendo los resultados. La ofensiva que se ha mantenido desde esa época es quizá la más larga que se ha hecho sin interrupción en la historia de la lucha contra guerrillera en Colombia. Los militares están optimistas y no descartan ni siquiera la posibilidad de una victoria. El Presidente es más moderado pero le gusta ver a sus generales optimistas. Tanto como el poderío militar de la guerrilla, al Presidente le preocupa su poderío económico. Una de sus principales obsesiones es luchar contra el secuestro, pues además de la naturaleza inhumana del delito ha sido el que ha vuelto rica a la guerrilla colombiana. Y para utilizar sus propias palabras, "es tan peligrosa una guerrilla rica como una guerrilla victoriosa".

Se terminó el almuerzo y el Presidente me ha dedicado más de dos horas. Por eso le hago la última pregunta: ¿Usted cree, sinceramente, que va a haber paz con la guerrilla? A lo que el presidente Gaviria responde que lo que probablemente vea el país no será una paz total sino una paz parcial. En otras palabras, que no será con toda la guerrilla sino con parte de ella.