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UN CALEÑO CONTROVERTIDO

Rodrigo Bernal, un audaz y 'empujador' empresario del Valle del Cauca, pone a mucha gente a hablar.

10 de octubre de 1994

PARA QUIENES NO LO COnocen, no deja de ser una sorpresa. Y es que un hombre que a los 50 años, como Rodrigo Bernal Molina, nacido en una familia acomodada pero no millonaria, prácticamente controla en una ciudad como Cali uno de los proyectos urbanísticos más importantes, la zona franca tradicional y, de paso, el segundo periódico de la región, despierta mucha curiosidad.

Nacido en el Ingenio Manuelita, al lado de Palmira, el 21 de noviembre de 1943, cuando su padre, Alberto Bernal Correa, era presidente de la compañía. Y aunque creció entre las mieles de ese centro azucarero no es Garcés ni Caicedo ni Holguín. Con manos de pianista, nunca se ha vinculado a la música. Luce una sonrisa de actor de cine pero cuando se ha metido de galán, le ha ido mal. Malquerido, polémico, aplaudido y hasta envidiado, se ha desempeñado bien siendo simple mente 'el negro' Bernal. Le encanta que en el Club Colombia sus amigos, pese a su color quemadito, le digan el Donald Trump criollo. Guste o no, puede representar a la nueva clase empresarial del Valle.

Es posible que las historias de Bernal se hayan vuelto interesantes en la capital del Valle del Cauca desde el momento en que un grupo de inversionistas de los que forma parte logró una transacción que lo llevó a ponerse al frente de la Ciudadela Chipichape, una urbanización para la cual se han proyectado incluso servicios públicos privados con la asesoría de una empresa finlandesa, que muchos consideran la redención del norte de Cali, pues está localizada en el terreno que antes ocuparon los talleres del Ferrocarril.

Sin embargo, el solo hecho de haber conseguido este proyecto no volvió a Bernal una de las personas más vinculadas al sector empresarial del Valle del Cauca, sino que lo convirtió en uno de los hombres más controvertidos de la ciudad. El negocio que condujo a su grupo al control de la Ciudadela ha sido uno de los más polémicos de los últimos años en el suroccidente del país.

Contra su agrupación se han interpuesto acciones de tutela -porque pensaba demoler lo poco que quedaba de aquellos viejos talleres- y algunas demandas. Además, el municipio de Cali tuvo discrepancias con él.

Pero eso no es todo. El haberse ganado el proyecto de la Ciudadela Chipichape le trajo a Rodrigo Bernal varios problemas más. Por una parte, se aumentó su discordia con el grupo Holguines -el de la poderosa firma constructora-. Por otra, lo llevó a pelear con uno de sus socios, Federico O'Byrne. Y aparte de eso, hizo que la Junta Directiva de la urbanización, por cuenta de sus problemas con la Alcaldía, no lo ratificara como presidente, sino que eligiera en reemplazo a Edgar Lenis Garrido, ex presidente de Avianca y uno de los personajes más respetados de Cali.

Otro round que 'el negro' Bernal le ganó a Holguines fue el de la adjudicación de la zona franca de Palmira, situada en el aeropuerto. En este caso su equipo volvió a derrotar al comandado por Germán Holguín Zamorano -el presidente de la constructora- y se colocó en una situación en la que pretende traerse los negocios de Colón (Panamá) a Cali, y trabajar duro con los del otro lado del Pacífico. El propio Bernal asegura que en tres meses han logrado lo que tenían planeado para los próximos tres años.

No contento con todo esto, Bernal decidió meterse en los medios de comunicación. Reunió otro combo de inversionistas y decidió comprar Occidente, el periódico fundado hace 33 años por Alvaro H. Caicedo que casi siempre ha corrido con mala suerte frente a El País, de los Lloreda. La idea de los compradores es relanzar el diario a mediados de noviembre y posicionarlo en el primer lugar del departamento. Bernal, con aquel exceso de seguridad que irrita a tantos, dice que piensa sacar a El País de circulación. Otros aseguran que quiere apropiarse del poder político del Valle.

Para hacerlo, ha contratado algunos reporteros y diagramadores del diario de los Lloreda, y le ofreció la dirección a José Pardo Liada, embajador en República Dominicana, aunque, como dice Poncho Rentería, "todo ha sido carameleo". No obstante, los que conocen de circulación de diarios dicen que desbancar a El País en Cali es cosa casi imposible.

Como si fuera poco, 'el negro' Bernal no tuvo el menor reparo en copiar la idea de la Línea T, de El Tiempo, en Occidente. Hace unos meses creó la Línea Simón, de la cual dice recibe 58.000 llamadas diarias, en su mayoría para consultar el horóscopo. De ser verdad esta cifra estarían entrando al periódico 41 llamadas por minuto.

Pese a que hay quienes lo tildan de bocón, sus relaciones con el periódiço lloredista no son malas. "Bernal descubrió el síndrome de la chiva y con mucha frecuencia llama a decirme que chivió a El País. Ahora 'el negro' se ha convertido en periodista. Soy uno de sus buenos amigos y creo que la gente le tiene ciertas reservas. Finalmente las cosas le salen casi siempre bien. Es de los que corre riesgos", dice Gerardo Bedoya, director de las páginas de éste. Tal vez por ese exceso a la hora de arriesgarse es que su padre le dijo en cierta ocasión, medio en broma, que no se gastara la plata que no se había ganado.

De cualquier manera, enfrentarse en Cali a personajes como Rodrigo Lloreda Caicedo y Germán Holguín Zamorano, miembros de prestantes familias del Valle del Caucas no es cosa de poca monta. Sobre todo para alguien como Bernal, un personaje ambicioso de quien, según una fuente consultada por SEMANA, "mucha gente habla mal en privado pero nadie se atreve a hacerlo en público".

Esto no es un secreto. Para él. "De mí lo único que no se ha dicho es que soy narco. Soy como el muchacho del pueblo que logra subir y coger el regalo de la vara de premios. Cada que llego todos me tiran del pantalón para que me vuelva a resbalar. Otros consideran que lo que he logrado es por suerte y por talento, cosa normal en una sociedad de mediocres", dice.

Y tiene algo de razón. Su vida ha sido muy particular. Tras hacer las primeras letras en el mismo ingenio, se fue al Colegio Champagnat, de Palmira, y al Pío XII, de Cali, donde se graduó de bachiller. Pero como había que imitar a los niños ricos de la ciudad, se fue a aprender inglés al Chauncy Hall, de Boston, de donde pasó a la prestigiosa Universidad de Cornee. Allí obtuvo el título de ingeniero de operaciones, algo así como un ingeniero industrial modernizado.

Cuando regresó, se encontró con la noticia de que el administrador de los negocios de la familia tenía hepatitis. Por eso no le quedó más remedio que ponerse al frente de las cosas. Al poco tiempo, se convirtió en uno de los mejores partidos de la ciudad. Y de esa época a hoy han pasado tres matrimonios, dos hijas profesionales, una nieta llamada Antonia y otra que viene en camino. Con su primera mujer, la madre de sus hijas y abuela de sus nietas, se la lleva muy bien. Con la segunda, las cosas son complicadas. Y con la tercera, Dora Siluán Londoño todo es luna de miel. Su nueva mujer está de moda. Es valiente y trabajadora, y tiene el temple de cualquier Carolina Olivares que se respete. Además, es prima de César Gaviria.

En todos esos años, Rodrigo Bernal no ha sido empleado de nadie. Por el contrario, ha mantenido independencia y extraordinarias relaciones públicas. Durante el gobierno pasado tuvo acceso a las altas esferas del poder. Mantuvo una estrecha amistad con Ivonne Nicholls.

Una característica en su vida ha sido la habilidad con la que se recupera de los golpes. Para nadie es un secreto, por ejemplo, que 'el negro' Bernal' se ha ido prácticamente a la bancarrota en dos oportunidades y se ha levantado con prontitud. Sin embargo, hay versiones encontradas en Cali sobre la forma como ha logrado salir a flote, a veces con holgura, de estos trances.

Como todo personaje controvertido, Bernal tiene mil facetas e historias. Para su próximo cumpleaños, es escorpión, está preparando otro torneo de golf en el Club Campestre de Cali y está practicando para bajar su handicap de 9 a 2. Como buen vallecaucano, es regio bailarín. Detrás de su sonrisa, siempre esconde la piedra que le produce los cuentos que le inventan. Bernal cree más en apertura que en las oportunidades que brinda Bogotá, y por esta razón ya su compañía constructora trabaja en Quito, Guayaquil y Antigua en vivienda social.

Rodrigo Bernal puede ser calificado como un pantanero. Desde hace 10 años se hizo nombrar cónsul general del Surinam en Cali. Es esos días era amigo del dictador que gobernaba a los 400.000 habitantes de ese casi desconocido país. Pero cuando se reinstauró la democracia, pensó que lo iban a cambiar. Nadie se acordó de él. Sigue campante. Al fin y al cabo, eso le sirve a su automóvil Lexus, color púrpura, para tener placas consulares. Algo clave para una persona que cree que lo más importante es que lo noten al pasar.