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UN HEROE JOVEN

El caso del teniente Niebles muestra que los hijos de los generales también están en la línea de fuego.

14 de enero de 1991

El domingo 8 de diciembre cuando las Fuerzas Armadas emprendieron la Operación Centauro sobre Casa Verde, el teniente Ramón Niebles Barragán comandaba un grupo de 20 hombres que tenían la misión de desmantelar el escudo que protegía al secretariado general de las FARC. En el momento de la avanzada, cuando el teniente lideraba la, ofensiva e intentaba cortar la retirada de los subversivos, una ráfaga tronó sobre la primera línea de combate, echando a tierra al teniente Niebles. Una bala atravesó cerca del pulmón, otra se incrustó en la pierna y una tercera alcanzó a tocar la cabeza. Herido, el teniente impartió instrucciones: "Sigan , adelante! ¡Ni por el diablo vayan a parar!", dijo antes de perder el conocimiento. Sus subalternos de inmediato lo retiraron de la línea de fuego para darle atención médica.

El caso de este joven teniente de 24 años, ha llamado la atención porque es dentro del mundo de los militares, lo que en el mundo de los políticos sería un "delfín".

Su padre es el brigadier general Ramón Eduardo Niebles. Un veterano oficial cuyo porte simboliza la estampa de los hombres que son orgullo de las Fuerzas Armadas. Considerado como un exponente de lo mejor del establecimiento militar, ha dedicado toda una vida al Ejército. El general Niebles ha recorrido con éxito el escalafón castrense, asumiendo cargos de gran responsabilidad. A lo largo de su carrera, no sólo ha sido uno de los más destacados de su promoción, sino que ha acumulado todas las condecoraciones a las que puede aspirar un militar en ejercicio. Su desempeño dentro del Ejército ha sido igualmente destacado.

Considerado por muchos como "el pacificador del Caquetá", ha sido comandante de la Escuela de Infantería, comandante del batallón Miguel Antonio Caro (MAC) y comandante de la Tercera Brigada en Cali. Actualmente es el comandante de la Decimotercera Brigada en Bogotá.

Como suele sucederle a los hijos de los importantes, la brillante trayectoria del papá, no hacía fácil para su primogenito bautizado también Ramón crecer a la sombra, no de uno sino de varios soles. Sin embargo, Ramón hijo, ha enfrentado el reto con bastante éxito dado su corta trayectoria. Y es que lo que se hereda no se hurta. Si alguien en el Ejército gozaba de la fama de tener la misma tenacidad de Ramón Niebles Uscátegui, era Ramón Niebles Barragán. Primero en su curso en el Colegio Patria donde estudió el bachillerato y tercero en la Escuela Militar en donde se graduó de oficial a los 18 años, el joven teniente tiene una hoja de vida sobresaliente. Y si por su corta edad solamente ha llegado al grado de teniente, su desempeño en combate dice mucho de su vocación y determinación.

Como todos los héroes, el teniente Niebles parece contar con el favor de los dioses. Hace apenas dos años estando asignado a la base de Tolemaida, una tarde mientras caminaba por una calle de Girardot fue víctima de un confuso atentado del que milagrosamente salió con vida. En fomma increíble la bala atravesó la cabeza sin afectar ninguna zona vital. Poco tiempo después el teniente pudo reincorporarse a su oficio.

La valiente actuación del teniente Niebles en la toma de Casa Verde, no es un caso aislado de heroísmo dentro de las Fuerzas Armadas. Es apenas el reflejo de la no muy conocida pero valerosa misión que cumplen miles de anónimos soldados y oficiales del Ejército colombiano. Lo que sí llama la atención es que teniendo todos los privilegios que le podría otorgar el ser hijo de un general de la República, Ramón Niebles Jr. estuviera de primero en la línea de fuego.

El caso de los Niebles no es el único dentro del Ejército colombiano. Varias familias se han distinguido por su tradición militar. Es el caso de los Matamoros, los Pinzón, los Mora, los Hernández y los Camacho Leyva, entre otros. Ahora, los Niebles ingresan a esta línea de dinastías castrenses y aunque la opinión pública tiende, equivocadamente, a asociar esta vocación de servicio público más con el uniforme que con la acción, sin duda, el caso de los Niebles demuestra lo contrario.