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Al representante Jaime Restrepo Cuartas no le importa llegar sin guardespaldas en su pequeño Twingo al Congreso. Vive alejado de las típicas parafernalias de los ‘padres de la patria’

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Un honorable representante

Un médico paisa es el congresista más austero y discreto del Capitolio. Anda como cualquier cristiano, sin carro ni escoltas, y es respetado por su erudición.

2 de junio de 2007

Son las 10 de la noche y acaba de terminar la plenaria en el Congreso y en minutos un ruido ensordecedor invade los alrededores de la Plaza de Bolívar en el centro de Bogotá. Encandilados por luces que se mueven a toda velocidad, los transeúntes despejan la carrera séptima y se quedan inmóviles para sobrevivir al violento paso de las caravanas oficiales que salen de las entrañas del edificio nuevo del Congreso. Detrás de los vidrios polarizados de las camionetas cuatro por cuatro, los congresistas presencian el espectáculo de luces y color.

En medio del caos automotor aparece un pequeño Renault Twingo gris que intenta salir bien librado del atropello de los rugientes motores de alto cilindraje. Al volante, Jaime Restrepo Cuartas, quien saca por una ventana su mano y hace señas para que respeten su puesto en la fila. En el parabrisas tiene su arma de defensa. Un gran cartel plastificado con la bandera de Colombia que dice: Representante a la Cámara por Antioquia.

"El representante del Twingo", como le dicen los funcionarios del parqueadero, tiene tan bajo perfil, que SEMANA se demoró en encontrarlo entre oficinas, listas y correos electrónicos. Después de confundirlo con varios de sus colegas se logró determinar que se trataba de un peculiar primíparo, raro entre esta selva política, miembro de la comisión sexta que dará mucho de qué hablar.

"Ahhh, el que se parece al doctor 'Chapatín', creo que es del Partido de La U, sí, sí lo he visto. Y parece que desde el principio renunció a los escoltas y no ha querido que se los vuelvan a poner. Anda cusumbosolo", cuentan fragmentadamente en los corredores del Capitolio, sin tener idea de que se trata de un personaje tan interesante, que vale la pena saber por qué se metió a la política.

Restrepo tiene 63 años y fue rector de la Universidad de Antioquia de 1995 a 2002. Es médico cirujano con varias especializaciones y fue uno de los miembros del famoso grupo élite de trasplantes del hospital San Vicente de Paúl en Medellín. Un investigador reconocido por la comunidad científica nacional, hasta el punto de que fue suplente de Manuel Elkin Patarroyo en la junta directiva nacional de Colciencias.

Durante su período en la Universidad de Antioquia llevó a esta institución a ser la líder nacional en investigación e inició su proceso de descentralización. Construyó tres de las cinco sedes que hoy están regadas en el departamento. Y desde esta época empieza la historia que explica por qué cambió la fístula arteriovenosa, la embolia gaseosa y el trasplante hepático de los que habla en sus casi 50 libros y prestigiosas publicaciones de medicina, por la búsqueda de votos y proyectos de ley.

Allí conoció a Álvaro Uribe Vélez cuando era gobernador e hicieron llave en muchas de las gestiones exitosas que mejoraron el alma máter. Mientras era rector de esta gigantesca institución ya se había dado cuenta de que los cambios de fondo que necesitaba el país sólo se podían hacer en el Congreso. Pero fue de una propuesta de su amigo Uribe en 2006 que nació su aspiración a la Cámara.

Ahora es miembro del Partido de La U y su entrada a la política nacional fue de choque. Hizo campaña donde la Universidad tenía sede y lo conocían. Pero encontró que los votos eran de los caciques. Entonces madrugó a las plazas de mercado y cuando los campesinos llegaban a vender sus cosechas, les contaba de sus propuestas, cara a cara.

Les tradujo en un lenguaje sencillo la idea de que se puede alcanzar una sociedad de conocimiento para todos fortaleciendo la educación y la alimentación desde la primera infancia y aumentando los recursos de ciencia y tecnología. Y esos son los proyectos que presentó y que hoy hacen trámite en el Congreso.

Su lema de campaña era "por un Congreso que legisle sin chantajes", pero nunca se imaginó que el chantaje fuera tanto y tan generalizado.

"Yo oigo en los corredores que dicen: 'No voto por el proyecto, pues no me han dado puestos y me quitaron el Sena y tal hospital', y yo les pregunto: ¿es que eso acaso es suyo?", cuenta Restrepo que a pesar de haber sacado 22.860 sufragios, una altísima votación, le toca mantener el escudo de representante a la Cámara en la solapa del saco, pues por su pinta de intelectual y el Twingo no le creen que sí tiene una curul.

"El twinguito lo utilizaban mis niñas en Medellín para ir a la universidad y yo me lo traje. Yo acá no ando trayectos largos, sólo del apartamento en la 26 al Congreso. Por eso dejé el carro que me asignaron en Antioquia, yo lo manejo para hacer mis correrías políticas los fines de semana", cuenta Restrepo.

Y aunque hoy es anónimo, ya empiezan a reconocerlo. Hace unas semanas fue elegido como vocero de su partido en la Cámara de Representantes. ¿Por qué un primíparo? Dicen que se debe a que Restrepo es de los pocos que llega puntual a las sesiones y se queda hasta el final y esto lo hace idóneo para defender la posición de una bancada que, aunque es mayoría, comúnmente brilla por su ausencia. Él está pendiente del quórum y llama a sus colegas cuando faltan. Además, su discurso serio y estudioso ha ido calando entre sus compañeros.

"Yo acepté ser vocero, pues prefiero cargar con toda la responsabilidad, a quedar mal. Llevo en un cuadernito las estadísticas de asistencia de la bancada a las plenarias, sólo porcentajes, no nombres, eso nos ayuda a mejorar", dice Restrepo mientras toma tinto en una tienda de esquina.

Cree que la política puede cambiar, pero se empieza por entender que dar puestos en una red política no es la forma de cambiar sus condiciones de vida. "No me interesa lo particular, los monumentos, obras o proyectos micro. Estoy promoviendo temas de país", y por eso los trabaja con grupos de investigación y con expertos. Tiene pocos proyectos, pero va a empujarlos para que salgan todos. Hace poco presentó, con ayuda del Foro Maloka y la senadora Martha Lucía Ramírez, una gran iniciativa para reformar el sistema de ciencia y la tecnología en el país.

Restrepo afirma que nunca ha chantajeado al gobierno, pero que sí hace lobby a sus proyectos. 'Primera infancia', su otro proyecto piloto, ya tiene recursos, pues en la Ley de transferencias que hace trámite hay un artículo que establece que si los ingresos corrientes de la Nación crecen más de un 4 por ciento, lo que resta será invertido en la población infantil entre 0 y 5 años. Esto va a asegurarle alimentación completa, educación flexible y terapia sicológica, pues sin estos elementos, seguirán rezagados del sistema educativo. Y por eso es crítico de la Revolución Educativa del gobierno. Dice que esta se traduce en cobertura, pero no en calidad.

Cuando el ambiente en el Congreso está muy tenso, como últimamente con las noticias de la para-política, Restrepo decide descansar. Sube a una oficinita de cuatro por cuatro que le asignaron en el último piso del Congreso, donde sólo caben él y su computador. Su secretaria y otro escritorio están en un espacio que le cedió en su oficina el también representante paisa Augusto Posada.

De los cuatro días que está en Bogotá, casi siempre se queda en esa oficina hasta tarde. En silencio se dedica a actualizar los contenidos de su moderna página web, que aprendió a manejar para no depender de nadie, y le saca tiempo para la otra faceta de su vida: la de escritor. Al Hilo del Viento es su última novela publicada, de las cinco que ha escrito.

Pone punto en la página y apaga luces. Baja al sótano para librar su lucha diaria de David contra Goliat en el parqueadero y se va para su casa. Llega a su apartamento, cerca de la calle 26, abre un tarrito de fríjoles enlatados, extrañando la comida de su casa, y se acuesta a dormir.