Home

Nación

Artículo

relaciones exteriores

¿Un nuevo Plan Colombia ?

Crecen las presiones políticas en Estados Unidos para que la ayuda a Colombia pueda ser usada contra guerrillas y paras.

11 de marzo de 2002

Varias audiencias que tuvieron lugar la semana pasada ante el Congreso estadounidense pusieron en evidencia que la discusión en ese país acerca de si se debe o no modificar la ayuda a Colombia ha ido subiendo de tono.

El martes 5 de marzo el mayor general Gary Speer, comandante encargado del Comando Sur de Estados Unidos, hizo ante un panel del Senado una aseveración radical. “A mi juicio la actual estructura de fuerza y los recursos disponibles para los militares colombianos son inadecuados para garantizar un ambiente seguro”. Y añadió que esta incapacidad de las Fuerzas Militares y de Policía colombianas socavaba las políticas de Estados Unidos para combatir el narcotráfico y fortalecer el gobierno democrático.

Al día siguiente en audiencia ante un subcomité de Apropiaciones de la Cámara que discutía el presupuesto del Departamento de Estado para 2003, el secretario de Estado, Colin Powell, dijo que “podría ser necesario para nosotros darle al gobierno de Colombia apoyo adicional, por fuera de la canasta antinarcóticos, para poder enfrentar esta amenaza a su supervivencia como nación”.

Powell explicó que, si bien hasta ahora la política de ayuda dentro del marco de la Iniciativa Regional Andina y el Plan Colombia ha permanecido tal como fue aprobada por el Congreso, es decir, en un 90 por ciento enfocada a la lucha antinarcóticos, la realidad ha cambiado y esto implica que van a revisar esta política.

Según Powell, con la decisión del presidente Andrés Pastrana de dar por terminada la zona de distensión, tanto éste como el siguiente mandatario tendrán que enfrentar a las Farc, y de ahí que el gobierno de Estados Unidos ahora considere revisar la ayuda para ver si permite que sea destinada también a la lucha contra el terrorismo.

Pero no todos están convencidos de que esa posibilidad sea buena. En la misma audiencia, el representante demócrata Joseph Serrano, advirtió que Estados Unidos tiene que tener cuidado de “no meterse en Colombia en una guerra civil de la que no se pueda salir”. Apuntó que en Colombia la guerra no es clara porque hay “un gobierno que no se puede deshacer de sus vínculos con los grupos paramilitares, narcotraficantes en todos los lados de la guerra y un grupo insurgente que causa dolor a la gente”. Por eso pidió claridad sobre cuál sería la razón para autorizar el envío de tropas a Colombia. Powell fue enfático en que no hay plan alguno para enviar tropas estadounidenses a Colombia y aseguró que le han hecho saber al presidente Pastrana y se lo harán saber al próximo que “si a los paramilitares, en particular a las AUC, se les da rienda suelta, esto afectaría nuestros esfuerzos para ayudarles” y que el gobierno colombiano les ha asegurado que “no le darán rienda suelta a los paras porque eso destruiría su democracia”.



El sentir de la Camara

El mismo 6 de marzo, a iniciativa del republicano Henry Hyde, presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara y del representante demócrata Tom Lantos, la Cámara aprobó una resolución “expresando apoyo por el gobierno y el pueblo de Colombia en su lucha por proteger su democracia del terrorismo y del azote de los narcóticos ilícitos”.

En esta declaración, por la que votaron dos tercios de los representantes, la Cámara le pidió al gobierno del presidente George W. Bush presentar “sin demora al Congreso legislación, consistente con la política de protección de los derechos humanos que ordena la ley estadounidense, que le permita a Colombia luchar contra las guerrillas, los paramilitares y el narcotráfico. Así mismo le recomendó nombrar cuanto antes a un funcionario de alto rango para que coordinara toda la ayuda de Estados Unidos a Colombia”. Si bien esta resolución no es obligatoria, sí es importante por cuanto vino respaldada por un demócrata y un republicano.

En su exposición de motivos el representante Hyde dijo que “ha llegado el momento de ayudarles a los colombianos a defenderse a sí mismos”, y explicó que el gobierno de Colombia ha solicitado la ayuda de Estados Unidos en su lucha contra las guerrillas principalmente en tres aspectos: compartir la inteligencia (puesto que hoy la ley sólo se los permite si es información relacionada con operaciones de los narcotraficantes, pero no de los guerrilleros o los paramilitares); dotación de repuestos para las naves que se usan contra las guerrillas y quitarles las restricciones a los equipos que han sido donados como parte del Plan Colombia y que hoy no pueden ser utilizados en combates, sino sólo en operaciones contra las drogas.

Varios participantes en el debate, como el representante William Delahunt, dejaron claro que si bien están de acuerdo con que se discuta la conveniencia de cambiar las condiciones de la ayuda estadounidense a Colombia, creen que dichos cambios deben ser discutidos y aprobados en el Congreso.

Cerrando la semana de debate, y contrariando las cifras del gobierno colombiano, la Casa Blanca aseguró que los cultivos de coca en Colombia habían crecido en un 25 por ciento en 2001 y hoy el país tiene la cifra récord de 169.800 hectáreas sembradas. Aunque la Casa Blanca aclaró que el aumento se debió a una zona que no fue medida por el satélite en 2000 “porque estaba cubierta de nubes”, reconoció que “los esfuerzos realizados a la fecha no han producido los resultados que esperaban”.

Quedó entonces claro que la política detrás del Plan Colombia y de la ayuda reciente de Estados Unidos de más de 1.000 millones de dólares ha empezado a ser severamente cuestionada en ese país. Primero por sus resultados insatisfactorios en materia de fumigación de cultivos. Y segundo, porque, después del 11 de septiembre y la cruzada antiterrorista en el mundo, cada vez son más las voces que claman por una mayor intervención de Estados Unidos en la guerra interna colombiana. Como dijo Powell con toda claridad ante la Cámara: “El terrorismo amenaza la estabilidad de Colombia, y si amenaza la estabilidad de Colombia, amenaza la estabilidad de nuestra parte del mundo, en nuestro vecindario, en nuestro patio trasero, y eso debe importarnos”.

De todos modos no serán cambios fáciles. El debate será arduo y también lo será la discusión alrededor de las condiciones de la ayuda en materia de derechos humanos, más aún después del crítico informe que publicó el lunes pasado el mismo Departamento de Estado.