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No es fácil encontrar las palabras para definir la vida y obra de este gran estadista. Sólo dos colombianos tienen un busto en la galería de la OEA: Lleras y Santander

Análisis

Un valioso legado

En su larga y prolija vida como periodista, escritor, político y diplomático, Lleras dejó una huella imborrable en el país y sobre todo para las futuras generaciones.

24 de junio de 2006

Que un colombiano trascienda en la historia de un país como Colombia, que olvida pronto, es memorable. Pero si se le recuerda en un continente, es muestra de que fue un gran hombre. Sólo dos colombianos tienen un busto en la galería de hombres ilustres en la sede de la OEA en Washington: Francisco de Paula Santander y Alberto Lleras Camargo. En el pedestal de este último hay una leyenda que dice: "Un gran americano". Al celebrarse el centenario del nacimiento de Lleras el próximo 3 de julio, estos son algunos de las palabras y los hechos que llevaron a declarar 2006 como fecha de homenaje a este gran hombre de Estado y humanista.

Revolucionario: durante toda su vida luchó por realizar sus ideas y por transformar el país. Entre 1934 y 1946 logró, junto a Aldonso López Pumarejo, hacer una revolución pacífica.

Reconciliador: durante toda su vida política, Lleras Camargo siempre buscó el diálogo a la confrontación violenta. "Por primera vez en América logró derrumbar el poder absoluto sin fuerza ni violencia. No reemplazó un odio por otro, ni la tiranía por el desquite", dijo Misael Pastrana Borrero, al referirse al legado de Lleras.

Ecuánime: durante los momentos más difíciles de la historia contemporánea del país, siempre impuso su ecuanimidad sobre el acoso de las circunstancias. Así ocurrió en 1945 cuando asumió la Presidencia tras la renuncia de López Pumarejo. Antepuso el mantenimiento del orden y la estabilidad económica a cualquier interés partidista.

Violencia: sus armas fueron la pluma y la palabra. Y con ellas luchó siempre a favor de la democracia y fueron sus únicas aliadas en el periodismo y la política. Sus discursos, textos e intervenciones siempre tocaban las fibras de la gente.

Humildad: a pesar de haber ocupado todos los cargos a los que pueda aspirar un hombre público, nunca olvidó su gusto por la vida sencilla y su apego por la tierra, que adquirió durante su infancia en el campo. Sin importar las adulaciones o los aplausos, nunca cayó en la trampa oscura de la vanidad.

Desapego: desde niño le fueron indiferentes, e incluso repugnantes, las cosas materiales, El dinero en primer término. Para el sólo contaba la lucha de sus ideales liberales, que fueron su razón de ser.

Racionalidad: miraba con frialdad todo lo que pretendiera exaltar la pasión por encima de la razón. Conoció y aplicó el inmenso valor de la paciencia, esperando el momento propicio para hacer obras duraderas.

Política: Lleras contribuyó de manera notable a la profundización de la democracia en Colombia y en América. Siempre la defendió frente a cualquier gobierno fascista o totalitario. Prefirió una democracia pobre a un comunismo rico.

Pensamiento: el ideario político de Lleras Camargo es un punto de referencia fundamental para comprender tanto el desarrollo de la democracia en Colombia, como la configuración de una nueva época política del país.

Periodismo: su obra periodística es un registro agudo, inteligente y fidedigno de la historia política y social de Colombia durante buena parte del siglo XX.

Intelectualidad: hombre culto cuyo vida bohemia en su juventud le permitió sumergirse en los libros y las letras, dos cómplices que nunca lo abandonaron a lo largo de su carrera.

Integridad: fue un político cuyas estatura moral y honestidad eran el patrimonio de su gran prestigio y credibilidad. En medio de la polarización partidista que vivió el país, Lleras fue un punto de encuentro.