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Un zar duro

Fue nombrado John Walters, un moralista que llegó a pedir sanciones contra los países productores de droga.

11 de junio de 2001

Muchos gringos pensaron luego de ver la película Tráfico que muestra la inutilidad de reprimir el consumo de drogas, que el gobierno de George W. Bush daría un viraje en su política antinarcóticos. Hubo quienes, incluso, se hicieron ilusiones de que el nuevo jefe de la oficina para el control de las drogas de la Casa Blanca sería el exitoso zar de las drogas de la Florida, Jim McDonough, que con el respaldo de su jefe, el gobernador Jeb Bush, hermano del presidente, ha adelantado un audaz programa de tratamiento para bajar el consumo de drogas en su estado.

Pero no fue así. El jueves 10 de mayo Bush anunció el nombramiento de John P. Walters, “lo que sugiere una clara preferencia por estrategias militares y represivas”, según editorializó el New York Times. Walters trabajó con el primer zar antidrogas que nombró Bush padre, William Bennett en 1989 y luego fue jefe de Reducción de la Oferta. Antes había emprendido desde el Ministerio de Educación programas para prevenir el consumo de drogas en los colegios siempre bajo una perspectiva moralista de cero tolerancia.

Quizá como una manera de atenuar las críticas al nombramiento de un duro en la Oficina del Zar de las Drogas, la Casa Blanca ha hecho énfasis en su interés por desarrollar una ambiciosa política de tratamiento y prevención del consumo. Ha propuesto al Congreso un aumento del 6 por ciento en los dineros para tratamiento y un 16 por ciento de aumento para investigación sobre la adicción. Así mismo el presidente Bush ordenó que su ministro de Salud y Walters revisaran en cada estado las necesidades de tratamiento a drogadictos. Por último, el presidente dijo que el zar debía trabajar en fortalecer los programas de prevención del consumo que tienen los grupos religiosos de base.

Walters sin duda es un feroz opositor a la legalización de las drogas, y en eso lo acompaña el presidente Bush. Pero éste le fijó una agenda muy definida en la que utilizando métodos conservadores, como el regreso a la familia y a la religión, se prevenga y trate el consumo. La historia personal de Bush hijo, un ex alcohólico, tiene mucho que ver con el interés personal que le ha puesto a esta política.

¿Es negativo para Colombia que duros como Ashcroft y Walters lleguen al alto gobierno? La respuesta no es automática. Primero, porque si favorecen la interdicción quiere decir, por lo menos, que se mantendrán los niveles de ayuda comprometidos por Clinton en el Plan Colombia .

Pero, por otro lado, es de esperar que con figuras como Walters los estadounidenses serán mucho más exigentes en los resultados frente a países como Colombia. Inclusive, procesos como el de reemplazar la certificación de Estados Unidos en su lucha antinarcóticos, por mecanismos más multilaterales pueden verse interrumpidos. “No hay una política de zanahoria y garrote frente a los países de donde viene el veneno que destruye las vidas americanas cada día”, dijo Walters en 1995 en una audiencia en el Congreso, y propuso sanciones diplomáticas y comerciales contra los países productores que no cumplieran ciertas metas.

Así mismo, la filosofía de Walters que cree que “los militares se deben hacer cargo de toda la política antinarcóticos internacional” hará más difícil para Colombia conseguir que la ayuda de Estados Unidos enfrente el cultivo de la coca no sólo a punta de represión sino también con alternativas económicas viables para los campesinos.

El nuevo zar debe ser ratificado por el Senado y es probable que esto no suceda antes de agosto próximo. Con seguridad no será una ratificación fácil. Los principales diarios ya han disparado las alarmas sobre el retroceso que sería para Estados Unidos volver a poner todo el esfuerzo en interdicción cuando los programas de tratamiento a drogadictos son más baratos y fructíferos.

El gobierno colombiano también tendrá que hacerse sentir, sobre todo cuando una línea tan conservadora en Washington puede destruir todo el esfuerzo que se ha hecho para que el mundo entienda que en el problema de la droga la solución no está sólo en Colombia.