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Uranio en Bogotá

Las autoridades están desconcertadas ante el hallazgo de un colombiano con material radiactivo para bombas atómicas.

21 de mayo de 2001

La embajada de Estados Unidos en Bogotá está ubicada en una de las zonas más seguras del país. Vecinas están la Fiscalía General de la Nación, el Ministerio de Defensa y la dirección de la Policía Nacional. Allí, a no más de 1.300 metros de tantas fortalezas, agentes de seguridad estatal hicieron el hallazgo más insólito: un laboratorio en el baño trasero de una casa con equipos para procesar material radiactivo y 600 gramos de uranio enriquecido. El nivel de procesamiento del uranio —según determinaron dos autoridades diferentes— lo hace utilizable sólo con un propósito: la fabricación de armas nucleares.

Y no es que alguien piense que en Colombia se puedan fabricar bombas atómicas. Dominar el ciclo de combustión nuclear requiere un avance tecnológico existente en pocos países, y Colombia no es uno de ellos. Pero el hallazgo sí revela que éste es ahora país tránsito de un nuevo tráfico ilegal: el de elementos radiactivos para la fabricación clandestina de mortíferas armas nucleares.

Sin embargo la escena, como sacada de una película de Hollywood, no termina aquí. Además de equipos y un uranio al que se le calcula un valor comercial de 1,5 millones de dólares (unos 3.000 millones de pesos) en la casa encontraron que, como si se tratara de cualquier fábrica de empanadas, vivía un colombiano común y silvestre, de 56 años, con mujer y e hijos. Ahí estaba campante en medio de una vivienda tan contaminada por radiactividad tal que cuando los agentes especiales sacaron sus contadores Geiger éstos estallaron en un coro de sonidos disonantes y roncos, marcando alerta roja de peligro.



Operacion uranio

Los seis detectives del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) habían llegado el 16 de marzo pasado a las 3:30 de la tarde a la casa de la transversal 39 con calle 59, en el barrio Nicolás de Federmán, al occidente de la capital colombiana. Acompañados por un fiscal, los agentes golpearon la puerta. Con orden de allanamiento en mano preguntaron por Alfonso Sandoval Garzón, de quien sabían vivía hace años en esa casa. Sandoval los recibió desconcertado, sin más remedio que hacerlos seguir.

Revisaron la casa de arriba a abajo hasta que al lado de la cocina, muy cerca del patio trasero, se encontraron en un cuarto, que debió haber sido el baño auxiliar, acondicionado con aparatos muy sofisticados y costosos que en el país sólo tienen muy pocas entidades. “Por ejemplo, vimos un espectofotómetro de absorción atómica que se utiliza para determinar el grado de pureza de algunos minerales, dijo a SEMANA uno de los detectives que participó en el allanamiento. Ese aparato vale en el mercado unos 150 millones de pesos”.

Alertados por el primer descubrimiento los detectives encontraron —guardado en dos pequeños recipientes de plástico que a su vez estaban dentro de cilindros de plomo— un polvillo negro del que sospecharon inmediatamente pues el plomo se usa para aislar la radiación peligrosa.

Mientras los detectives del DAS y el fiscal le hacían algunas preguntas a Sandoval sobre el origen de los aparatos y del material radiactivo sospechoso dos funcionarios de la unidad de asuntos nucleares de Ingeominas llamados por los detectives llegaron a la casa. Trajeron equipos para detectar los niveles de radiación en la residencia y en las viviendas cercanas. Ahí fue cuando, en la cocina y en los baños, los contadores se dispararon. Detectaron niveles de contaminación que han podido perjudicar la salud de quienes allí habitaban.

Afortunadamente, sin embargo, según explicó a SEMANA uno de los expertos de Ingeominas, la radiación en el vecindario no alcanzaba concentraciones peligrosas. “A pesar del manejo poco ortodoxo con el que se manipulaba el uranio, el haberlo guardado en tubos de plomo evitó que la radiación escapara”, dijo.

El uranio es un mineral altamente tóxico, lo cual tiene nefastas consecuencias para la salud. Según dijo a SEMANA Juan Carlos Correa, del Instituto de Salud Pública de la Universidad de Columbia, en Nueva York, “los efectos para las personas expuestas van desde el vómito hasta la muerte, pasando por cambios en la sangre, malformaciones congénitas en los fetos y descendientes, problemas mentales porque puede afectar la médula y diversos tipos de cáncer” (ver recuadro).



¿Bomba atomica?

Confirmada la radiactividad del material encontrado los agentes del DAS decomisaron equipos y material y se los entregaron a la Unidad de Asuntos Nucleares de Ingeominas para que establecieran con certeza las características exactas del material incautado. A pesar de que la tenencia de sustancias nucleares o radiactivas está considerada como un delito en el Código Penal colombiano el fiscal obró con cautela. Se trataba de un delito raro y aún no contaba con pruebas fehacientes sobre lo que allí se había encontrado. No ordenó la detención de Sandoval y prefirió esperar el dictamen oficial de Ingeominas.

Las conclusiones del análisis de una primera muestra fueron entregadas 10 días después del allanamiento, el 26 de marzo. El resultado fue sorprendente: el mineral encontrado era, como lo habían sospechado las autoridades, uranio enriquecido al 66 por ciento.

Cuatro días después de conocer los resultados la Fiscalía ordenó la captura de Sandoval. El primer análisis le había dado una respuesta parcial a las dudas del fiscal del caso acerca de para qué podría ser utilizado el material radiactivo encontrado. Según los especialistas, el uranio que se utiliza como fuente de energía en una central nuclear está enriquecido mínimo al 2 por ciento y máximo al 3 por ciento. Pero cuando se trata de bombas el uranio debe ser enriquecido al 95 por ciento. Y el que encontraron los investigadores del DAS y analizaron los técnicos de Ingeominas ya tenía un enriquecimiento del 66 por ciento. Las sospechas de que Sandoval estaba enriqueciendo uranio cuando lo encontraron tenían ahora un fundamento.

Un segundo análisis, revelado hace dos semanas, confirmó el primero. Otra de las muestras incautadas tenía una pureza del 77 por ciento. El martes pasado apareció aún otra prueba. El grupo de delitos informáticos del DAS descubrió que el disco duro del computador incautado en el laboratorio casero de Sandoval tenía archivos con fórmulas y datos de la curva de purificación de uranio.

Sólo hasta ahora las autoridades han terminado de comprobar la dimensión del caso que tienen entre manos. Hasta donde saben es la primera vez que se incauta un material con esas características en algún país de América Latina. Un logro al que se llegó por el seguimiento que hizo el DAS de las alertas que habían enviado a Colombia oficiales de la Interpol y de los servicios secretos europeos, desde hace más de un año, de que Colombia podría ser utilizado como país de tránsito del tráfico clandestino de plutonio y uranio en el mundo.



Carteles atomicos

Los fuertes controles en Europa para las sustancias radiactivas, así como las elevadas penas para quienes comercian con este tipo de material, obligó a los traficantes, principalmente de los países que pertenecían a la extinta Unión Soviética, a desplazarse hacia otros lugares del mundo, en donde los controles y las leyes sobre ese tema no son tan rígidas. Según la Interpol, con sede en Francia, los países de Latinoamérica —y en especial en Colombia, con una legislación en la materia bastante pobre y por años escenario principal de otros tráficos ilegales como armas y drogas— son lugares ideales para este tipo de comercio ilícito.

Según afirmaron a SEMANA dos detectives del DAS el año pasado ese organismo, basado en información de agencias de inteligencia europeas, realizó dos operativos contra personas sospechosas de estar traficando con uranio en Colombia. “En ese entonces nunca dimos con nada”, afirma uno de los detectives. A mediados de enero de este año los europeos volvieron a advertirle al DAS sobre otra red de traficantes. “Iniciamos un nuevo operativo y después de varias semanas de búsqueda dimos con un informante que nos dio el nombre de Alfonso Sandoval, explicó el investigador, que fue entrenado desde entonces para manejar casos que involucraran delitos con tráfico de material radiactivo. Lo ubicamos y durante dos meses lo seguimos las 24 horas del día, hasta que hicimos el allanamiento en donde encontramos uranio”.

Sandoval no pasó muchos días en la cárcel. Hace tres semanas el fiscal que lleva el caso le otorgó libertad condicional pues hacía sólo dos meses había sido sometido a una cirugía de corazón abierto y su vida podría correr peligro en las malas condiciones de la prisión. Sin embargo, según fuentes de la Fiscalía, sigue vinculado al proceso pues aún hay demasiadas preguntas sin resolver.



Las dudas

¿De dónde venía y para dónde iba ese uranio? Según la Agencia de Control de Armas y Desarme de Estados Unidos, con sede en Washington, en el mundo tan sólo 40 países tienen la capacidad para desarrollar armas nucleares. Ninguno de ellos está en América Latina y en esta región sólo Argentina y Brasil han logrado desarrollar la tecnología para dominar el ciclo de combustión nuclear pero nunca la han utilizado para fabricar bombas. Así que el único propósito que podría tener alguien en Colombia para manipular uranio, a costa de poner en riesgo la salud propia y la de su familia, es para reexportarlo a otro continente. Y aunque la investigación, que hasta ahora comienza, aún no señala a los compradores, las autoridades nacionales e internacionales sí tienen algunas pistas.

Según la Agencia Internacional de Energía Atómica (Aiea), uno de los principales compradores de materiales radiactivos ilegales en el mundo es el gobierno de Irak que, al parecer, tiene un programa secreto de fabricación armas nucleares.

Otro de los grandes interrogantes que existe sobre el caso es la procedencia del uranio. Aunque en Colombia hay algunos yacimientos de este elemento ninguno está en explotación desde hace varios años. Esto hace presumir a los investigadores que alguien le entregó a Sandoval el uranio extranjero para que él iniciara el proceso de enriquecimiento. Además, según los registros oficiales, Sandoval no ha salido del país desde hace más de 10 años, lo que descarta que él mismo lo haya adquirido en el exterior para traerlo a Colombia. Según las autoridades Sandoval no ha cometido delitos en el país. Pero en los registros de Interpol figura que en 1987 fue detenido en España acusado de narcotráfico.

Con pocos antecedentes, enfermo, sin educación formal ninguna, pero aparentemente con capacidad de montar un laboratorio sofisticado de química nuclear Sandoval es la pieza misteriosa de este caso. SEMANA habló con él por teléfono e intentó confirmar varias citas, pero alegando diversas razones no pudo cumplirlas. Así que su versión de los hechos sigue siendo desconocida. Las autoridades creen, por ahora, que se trata de apenas un contacto de una inmensa red dedicada al tráfico ilícito de materiales radiactivos, comercio que se disparó cuando cayó el muro de Berlín y los países ex miembros de la Cortina de Hierro comenzaron a desmontar sus armas nucleares y muchos de sus funcionarios, quebrados, comenzaron a vender sus componentes en forma clandestina. Esta semana llegará al país una delegación de agentes del FBI para enterarse del caso y seguir la investigación conjunta con el DAS.

Y aunque la noticia suene de primera tan fantasiosa como las muchas que sorprenden a los colombianos a diario, pensándolo bien no era tan extraño que en un país con tanta gente experta en tan diversos tráficos ilegales se abriera una nueva línea de comercio ilegal. Ojalá esta vez las autoridades sí logren detenerla a tiempo. Y, al parecer, van por buen camino.