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VETO A DE LA CALLE?

22 de abril de 1996

Por primera vez después de tantos meses de clamor nacional, el presidente Samper ha iniciado consultas políticas para ambientar la posibilidad de un adelanto de las elecciones, que le permitiría evitarse la humillación de una renuncia, pero que lo ubica ante la visión realista de que su permanencia en el poder se ha vuelto imposible.Buena o no, la propuesta por lo menos es un avance frente a la terquedad que ha sido el sello de su personalidad en esta grave crisis. La pregunta que hay que hacer, sin embargo, es la de si se justifica volver la Constitución un kleenex, que se desecha cada vez que las circunstancias lo requieren, esta vez con el único y claro objetivo de evitar que asuma el vicepresidente, por el simple hecho de que Samper y su señora no resisten la idea de que De la Calle y su señora se conviertan en sus sucesores.La animadversión de Samper por su vicepresidente lo ha llevado a sostener públicamente la preocupación de que a De la Calle lo tumbarían de la Presidencia con los mismos argumentos que se están utilizando en la actualidad para tumbarlo a él. Que en su contra se alegaría que los mismos dineros que no fueron buenos para elegir a uno, tampoco pueden ser buenos para ungir al otro. Que si la fórmula presidencial estuvo viciada, lo estuvo para ambos. Y que no puede dejarse el país en manos de un nuevo gobierno que no sólo no aplacaría la actual controversia, sino que seguramente también sería aplastado por ella.Aunque es indudable que existen sectores del país que piensan así, las encuestas de opinión indican que para la gran mayoría De la Calle sigue siendo la mejor alternativa ante la crisis, calificado con una popularidad que lo coloca en tercer lugar después de los gallos de pelea del momento, que son en primer lugar Antanas Mockus, y en segundo el fiscal Alfonso Valdivieso. Y ello sin haber pronunciado una sola palabra, sin haber concedido una sola entrevista, y alejado geográficamente del país, circunstancia que la gente podría resentir en épocas de crisis como la actual.Pero si a la opinión rasa le gusta De la Calle, y lo considera una alternativa, los empresarios no se quedan atrás. Muchos de ellos lo llaman casi todos los días a Madrid, para expresarle sus preocupaciones y las esperanzas que tienen depositadas en su nombre. Sin ir muy lejos, Julio Mario Santo Domingo ya dijo públicamente en una reciente entrevista que estaría "feliz" con un gobierno de De la Calle. El nombre del vicepresidente no sólo ofrece la ventaja de amainar la lucha de ricos y pobres que ha atizado la inestabilidad política de Samper, sino que, además desde un punto de vista práctico, ahora que no están los Rodríguez para financiar campañas, De la Calle les ahorraría a los empresarios el tenerse que echar la mano al bolsillo para financiar una nueva campaña presidencial.En cuanto al Congreso, si bien es frío frente al nombre de Humberto de la Calle, esta frialdad podría transformarse en un entusiasta espaldarazo si la fórmula de Samper de adelantar elecciones implica también la de adelantar igualmente las parlamentarias.Y no se ve claro cómo no sería así. El Presidente y el Congreso se encuentran ante idéntica crisis de legitimidad. Los mismos dineros que eligieron a Samper ayudaron a elegir a una tercera parte de los congresistas. Si la razón de adelantar las elecciones es, pues, la de hacer borrón y cuenta nueva frente a la influencia del narcotráfico en la política, sería absurdo cambiar al presidente y dejar el mismo Congreso. Para los parlamentarios, entonces, no existe dilema entre la posibilidad de que les revoquen el mandato y la alternativa de apoyar a Humberto de la Calle.Hasta Andrés Pastrana, el hombre que perdió las elecciones, ha dicho públicamente que mira con buenos ojos la alternativa de De la Calle. Y para el Ejército, no hay duda de que la del vicepresidente es la fórmula que implica menos riesgos como salida institucional de esta crisis.Pero además, me atrevería a hacer una apuesta. La de que si Humberto de la Calle llega a la Presidencia sería el presidente más popular del siglo. La gente está cansada y asustada del proceso 8.000. Su nombre sería visto como el sello de la reconciliación nacional, y es seguro que por Palacio desfilarían todos los actuales enemigos y hasta los amigos de Samper, apoyando a su sucesor en medio de una gran sensación de alivio de la crisis.Por eso Samper tendrá que esforzarse durante los próximos días en convencer al país de las ventajas que tiene meterse en el dispendioso proceso de reformar la Constitución para adelantar las elecciones. El hecho de que no se resista a Humberto de la Calle no puede ser el obstáculo que nos impida recurrir a la fórmula del vicepresidente, que ya está inventada, que es gratis, que le gusta casi a todo el mundo y que resolvería de la manera más corta posible el problema de su presencia en el poder. Adelantar las elecciones tendría mil problemas, comenzando por el de que a los escolares ya no se les podría enseñar la historia política de Colombia por cuatrienios pares, como ha sido hasta ahora, pues el próximo Presidente gobernaría de 1997 al 2001. Y la secuencia de ahí en adelante sería complicadísima.