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Visa Europa

Cada vez más colombianos tratan de obtener doble ciudadanía para poder viajar sin las incomodidades del pasaporte nacional.

19 de marzo de 2001

Cuando se viaja, ser colombiano es un honor que cuesta. La asociación del país con el narcotráfico se ha traducido en que al colombiano se le exigen más visas que al de cualquier otra nacionalidad de Latinoamérica, y tal vez del mundo. Y aun cuando llega a un aeropuerto que no requiere visa, el funcionario registra con suspicacia los documentos o el equipaje del compatriota en cuestión.

Todo colombiano que desee viajar a Europa o a otros destinos debe reservar al menos 15 días para tramitar las visas necesarias. Son tantos los requisitos que piden algunas embajadas (extractos bancarios, invitación del exterior, tiquetes, voucher de hoteles, constancias laborales, certificados escolares, vacunas, etc.) y resultan tan costosas las visas que a una familia de cuatro personas, además de la incomodidad, le pueden costar cientos de dólares.

Por esto más y más colombianos se están aprovechando de cualquier circunstancia que les permita obtener otra nacionalidad. Muchos de ellos que tienen un ancestro extranjero están en el proceso de tratar de utilizar ese apellido para obtener la ciudadanía del país de origen. Algunas cancillerías son más flexibles que otras y existen diferentes criterios para concederlas. Los tres parámetros que reconocen la mayor parte de las legislaciones son: lugar de nacimiento, domicilio y sangre.

Las personas adineradas pueden recurrir a la fórmula del domicilio. Alquilar un apartamento en algunos países del Viejo Continente, durante un número de años, otorga el derecho. Los menos afortunados tienen que recurrir a esculcar en su pasado cualquier ancestro. De ahí que personajes más macondianos que Aureliano Buendía, aparecen con reencauche europeo.

El país que más ciudadanos ha reconocido en los últimos cinco años en Colombia es Italia. El patriarca cartagenero Raimundo Emiliani es, por ejemplo, hoy en día ciudadano italiano. La iniciativa surgió de sus hijos, quienes convencieron al ex senador de hacer uso de ese derecho. Lo mismo sucede con María Mónica Urbina Pugliese, la ex reina que decidió combinar su condición de princesa guajira con la de ciudadana rasa italiana.

La parlamentaria Piedad Zuccardi, junto con sus tres hijos, también ya cuenta con su flamante pasaporte. Y algunos llegan a cambiarse letras del apellido para celebrar su nueva condición. Los nueve hermanos Gnecco Cerchar, del Cesar, decidieron agregarle una i y una o a su segundo apellido que hoy es Cerchario.

No todos califican, sin embargo. Carlos Holguín Sardi trató de ver si su apellido materno le daba derecho y resultó que no. El nació en 1940 y la ley italiana que permite la obtención de la ciudadanía por línea materna se expidió en 1948. Esto ha tenido como consecuencia que mientras él no puede solicitarla sus hermanos menores sí porque nacieron posteriormente.

Según Francesco Vicari, encargado de la división de nacionalidad de la embajada italiana, reciben semanalmente cuatro o cinco solicitudes para revivir esta ciudadanía. “Actualmente estudiamos todos los casos que demuestren cualquier grado de consanguinidad con el inmigrante italiano. Por línea paterna no hay problema, pero por línea materna existe un impedimento pues la mujer italiana sólo puede transmitirle la ciudadanía a sus hijos nacidos después de 1948”, comenta el diplomático.

Algunas nacionalidades son más difíciles que otras. La alemana es relativamente fácil si se presentan todos los documentos y las pruebas de registro o matrícula del inmigrante ante el consulado. Juan José Lülle, por ejemplo, una de las manos derechas de Carlos Ardila Lülle, hoy tiene pasaporte germano.

En Francia, por el contrario, la cosa no es tan sencilla. Los Dangond, los Lacouture y los Lafourie han hecho trámites pero no ha sido nada fácil. Les exigen, entre otras cosas, hablar francés y tener un alto nivel de dominio de esta cultura. Para esto hay un examen en el que todo el que se raja tiene que volver a La Guajira o al Cesar con el rabo entre las piernas. La embajada reconoce que hay colas de interesados pero los que cumplen los requisitos son muy pocos. Es posible decir que de cada 100 aspirantes escasamente uno califica.

Gran Bretaña tampoco es fácil. Los hijos de británicos nacidos en Colombia sí tienen derecho a la ciudadanía pero los nietos no. Sin embargo, estos últimos podrían intentar obtener la nacionalidad si se someten a un largo y engorroso trámite ante el Ministerio del Interior Británico (The Home Office) y demuestran vínculos muy estrechos con Gran Bretaña (inversiones, negocios, domicilio, etc.).

Así como los carros tienen el timón del otro lado en Gran Bretaña, algo parecido sucede con las normas. Toda persona que sea hija de una británica, aunque ésta sea madre soltera, tiene derecho automáticamente a la nacionalidad. Sin embargo los hijos naturales de los hombres británicos no tienen ese derecho. Un gran triunfo para las feministas.

Otro país que hoy es patria de muchos colombianos es España. Allá reina una actitud paternalista frente a las viejas colonias. La mayoría de los colombo-españoles obtienen el derecho por residencia. Dos años de un apartamento en Madrid o en otra ciudad otorgan el derecho a presentar la solicitud. De ahí que veteranos del mundo ibérico como Antonio Caballero y Daniel Samper son hoy ciudadanos españoles. Los reyes tienen súbditos más ricos que ellos. Julio Mario Santo Domingo y Carlos Ardila Lülle tienen por decreto real de Juan Carlos II nacionalidad española.

Toda esta obsesión por descolombianizarse es una consecuencia de 15 años de Pablo Escobar y el ‘Mono Jojoy’. La estrategia para mejorar la imagen del país ha llegado hasta el punto de cambiarle el color al pasaporte de verde a vino tinto, por el grado de desprestigio al que había llegado el primero. Obviamente esta fórmula es tan absurda como la del chiste del sofá y el amante. La única esperanza que tienen los Rodríguez, los Jaramillo, los Ramírez, los Pérez, y todos los que sólo tienen apellidos criollos es que la maldición de viajar con pasaporte colombiano dure lo que el actual proceso de paz, momento en el cual Colombia dejará de ser un país paria y vuelva a ser considerado un miembro civilizado de la comunidad internacional.